miércoles, 29 de julio de 2015

Los olvidados de riquezas no venden exclusivas

                               
 No se ha meditado lo suficiente sobre la mala retribución de la riqueza. Sobre los niños que nacen de la miseria. Sobre los lamentos que no escuchamos los ricos de la tierra. No hay inquietud ante la vista de esos cuerpos demacrados. De esas miradas silenciosas que las cámaras gravan en sus objetivos y que cuando nosotros las vemos es casi seguro que ya no tienen vida. Los humanos tenemos unos resortes de inmunidad tan elevada que el horror de la tragedia lo miramos de igual forma que las secuencias de una película. Apenas si en los círculos veraniegos de las noches estivales es tema el de África.
El sufrimiento de esos miles de personas no nos compete.
Nuestros dramas cuentan, los otros dramas quedan lejos. Ahora no tanto cuando por la calle nos cruzamos con hombres y mujeres negros. Hombres en un número elevado, solos. Peligrosamente unidos en pandillas al ir a aparcar el coche en la playa o en las estaciones…  La crisis nos ha enfrentado al renuncio obligado de vacaciones y a caprichos innecesarios, pero los que aún se lo permiten temen, sí, temen a estas pandillas de guarda-coches extraoficiales porque en ocasiones no son amables.
La abundancia crea unos problemas y la miseria otros. La sinrazón de la abundancia vacuna contra los jinetes del apocalipsis que cabalgan sobre la desventura de los pueblos, en unos seres que no han cometido unos pecados que ser  pobres negros y explotados por unos y otros.
la abundancia es un monstruo inmisericorde que engulle desde el egoísmo, toda acción 
humanitaria.
Todos ellos los muertos y enfermos, heridos y hambrientos no venden exclusivos, no llenan estadios de fútbol, ni son aclamados después de una vuelta ciclista. No tienen vida sufi­ciente para sufrir depresiones. Y si las sufren no nos interesa. Por si todo esto no es suficiente, tampoco tienen camas en las dependencias de los hospitales. No saben lo que significa la palabra crisis, porque la muerte los atrapa y todo lo demás sobra.
Cuando me preguntan de qué escribo y les digo que de la sequía o de lo que veo y vivo, la gente, mi gente de la que yo formo parte se ríen y me preguntan, ¿pero eso le interesa a alguien?, ¿tú crees que interesa leerlo? Posiblemente no sea un tema del verano, o quizá yo me sienta culpable y los demás, no.
No siempre la razón actúa para hacer razonar a los gobernantes. Y para desgracia nuestra  en el barco de la tierra viajamos todos.
Miramos el mar a solas y nos parece inmenso y bello. No es tan hermoso cuando desde una barca o patera se tiran al mar cuerpos sin vida. Y yo me pregunto, y muchos otros también,  quien parará esta colonización europea? Me lo pregunto sobre todo porque en demasiados pueblos de Europa la llegada masiva de emigrantes es demasiado para ellos, y para los que llegaron con el sueño de Europa en sus ojos. El presente es opaco y hasta cruel, más, el futuro es un enigma difícil de resolver.



                                                                                                 Natividad Cepeda




Arte digital: N. Cepeda




lunes, 27 de julio de 2015

La voz de los almendros

 Dulcinea, mito y leyenda convocada
para encontrar la dicha. Torre de amor
incendiada  de luz. La que cantan los niños.
La que derrama infinita  paz sobre su aldea.
Hermoso jardín de un hombre en su otoño.
Por tu amor se hizo vagabundo.
Ausente de su origen, con su triste sonrisa,
confesó sin rubor amarte,
y se hizo peregrino del Toboso siglo a siglo.
Dulcinea,  te llamó;princesa de agua y miel.
Surtidor de esperanza,
cielo y santuario del ideal soñado que silba
rauda por esta geografía cual primitiva música.
Te busca el caballero,
temblándole los huesos al soñarte.
Te convoca con su frágil figura
de misterio para besarte, cuando el horizonte
se corona de rojo y prorrumpe como un destello
de amapolas fugaces  por tu casa y tu pueblo:
Cabalga bordeando paredes y veredas
con el ansia prendida  en Rocinante
a buscar de tus labios,el amor arraigado que no cesa.
Llovizna por la Mancha,  moja al Hidalgo
que a galope construye un sueño en el paisaje.
Piedra filosofal
y mar de amor es don Quijote,
silencio virgen que aroma a los amantes, cósmico 
y azul cabalgando entre pozos, viñas y sembrados
en busca del Toboso eternamente.
Y Dulcinea en éxtasis lo espera. Rumorosa lo llama:
Ven  amor, ven hasta mi aldea, besa mis manos
y mis ojos,  mi boca de lumbre y toda mi envoltura…
Ven, repiten los almendros en un rito de amor no concluido.


                                                                                                     Natividad Cepeda



Poema del libro "Dulcinea, flor de ocho pétalos" presentado  en  El Toboso 27/04/2015

Arte digital: N. Cepeda

sábado, 25 de julio de 2015

Nostalgia por el tiempo pasado

                  He pasado a la cueva con el silencio evocador  de lo que ya no es. Las tinajas de cemento siguen en ordenadas hileras formando su mágico círculo protegidas bajo el manto telúrico de la tierra. He bajado al templo de la memoria de antaño, de lo que  ya  es recuerdo ensalzado a la contemplación de la belleza inútil.
Muy lento el polvo del olvido ha ido cubriendo el contraluz de la lumbrera.
La lumbrera es por donde la luz besa el olvido de la cueva,  dejando que al penetrar la luz, las tinajas reciban  la caricia de la vida. Porque la vida habita a la intemperie. Y en esa intemperie sigue el pueblo subsistiendo con otros modos, pero igual de mal que cuando se escavo la cueva. Los hombres que las hicieron las recuerdan.
La recuerdan los hombres que cuentan con muchos años. Ancianos a los que les quedan pocos amigos, solitarios cipreses que se sostienen porque son duros como la cueva y sus tinajas. 

Contemplo envuelta en el silencio la caverna, el blanco de la cal desmoronada, las arañas que tejen su seda gris eterna, los escalones que se agrietan y rompen a causa de la mordedura de la humedad; y ese trágico silencio de la cueva me habla de la decadencia que percibo en todo su conjunto.
Ahora, en este tiempo adverso perfumado de escasas ilusiones y falta de recursos crece la nostalgia por el tiempo pasado. Y es tanta la irrealidad de este movimiento social que se olvida la realidad de lo que fue. No fue tan idílico como se representa cuando se desempolvan aperos en desuso y se elevan al altar de lo sublime las faenas agrícolas que se hicieron con animales y personas.


No, y por eso los hombres campesinos emigraron a las ciudades y dejaron los campos y los pueblos buscando una vida mejor. Todo lo que hoy se alaba y enaltece se despreciaba. Yo lo afirmo y recuerdo. La blusa que vestían los hombres del campo, agricultores, huertanos, pastores y viñeros en general era una prenda humilde, jamás admirada y que se dejaba de usar cuando se elevaba a otra clase social de mayor altura y economía. Era una vida dura. Poco afable para los asalariados y sacrificada para los dueños de escasa fanegas de tierra. La felicidad como hoy se representa es una pantomima de la verdad. Pobres picadores los que hicieron las cuevas: Pobres terreras las que sacaban la tierra a espuertas. Pobres agricultores que ocultaban hacer la cueva para que no se les siguiera gravando con impuestos. Y pobres mujeres dueñas de esas cuevas que además de bajar a remecer el vino, las limpiaban, enjalbegaban y subían y bajaban a dejar o coger, en la fresquera los alimentos en los veranos. 

He bajado a la cueva y los he recordado a todos ellos.  Entre las tinajas que sirvieron para guardar cosechas no hay rumor de mosto y si de mucho esfuerzo, fracasos y esperanzas rotas. Niños y niñas sin acceder a estudios, mujeres envejecidas, vejadas y marchitas; hombres que vivían con estrecheces pendientes de pagar los créditos pendientes al banquero de turno.
Se han cumplido las etapas y cerrado el ciclo de aquella forma de vida. Se cerraron y se intentaron olvidar. Lo hermoso fue la edad. Volver a la inocencia de la infancia y al despertar de la juventud. El templo de la cueva es el mismo, misterioso y eterno evocador de un ayer destruido, sangre de las entrañas de la tierra fundida al sudor humano de la especie; así lo siento rodeada de tinajas inmensas, cíclopes donde se ahoga el silencio sin otro escaparate que la trabajadora araña rodeándolas.

Volvemos a vestirnos con los ropajes despreciados en fiestas y saraos y mientras se coronan a los elegidos, el campesino español sigue sintiendo la soledad de las cuevas y el abandono a todos sus problemas. Los campos están siendo esquilmados por bandoleros que tejen la miseria con su tela de araña y nadie, nadie los protege. Microcosmos de tierras cultivadas donde también se sueña y donde también se muere de impotencia.   Cuando el campo no produzca alimentos ni cree riqueza porque nadie lo labre, entonces ¿de qué nos vestiremos? Algunas casas todavía tienen cuevas y junto a la bancarrota de la economía, al bajar a admirarlas como un fetiche de orgullo localista, olvidamos el rumor que en su vientre perdura, porque la madre tierra jamás olvida de los que de ella  nacen.



                                                                                                                                                                                                                                                                           Natividad Cepeda




Publicado en el Diario Lanza 3 del 10 de 2014
Arte digital: N. Cepeda
                                                                                     


viernes, 17 de julio de 2015

Día a día


Lo he visto esta mañana esperando el tranvía, quieto y erguido aguantando el cuerpo envejecido con su pañuelo anudado al cuello y su chaquete impecable muy pasada de moda cruzando un pie encima del otro como si quisiera demostrar que todavía es fácil para él hacerlo. Lo he mirado sin que se diera cuenta con pena y con tristeza.
Casi todos los días llega muy temprano a la parada y espera pacientemente frunciendo los labios en un mohín a veces, y otras pasando su mano derecha sobre el pelo engominado y brillante de color negro, tan oscuro que delata sus arrugas y su flacidez restirada artificialmente.  Se sube y recorre la ciudad mirándose en los cristales o se quedan sus ojos prendidos de un viandante soñando en sueños que alimenta y le hacen alzar su cabeza como si acabara de tocarle un premio de rejuvenecida adolescencia.  
Ya no cumplirá los sesenta años, ojalá que así fuera, pero al mirarse en su espejo cada día sólo ve al joven que ayer fue. Cuando se cansa de ir sentado en el tranvía se baja en la estación por la que ya no pasan trenes y apoyado en sus viejas paredes espera que pase el tren que perdió antes de nacer. Mira las nubes y sueña lo que solo él sabe.  Cuando vuelve el tranvía, sube de nuevo y se baja en el hospital, dentro pregunta en diferentes salas a los hombres quien es el último, pide la vez y con la excusa de que tiene prisa se marcha dando las gracias educadamente por la información. Cerca del mediodía sale y espera al tranvía, sube y se baja en la primera parada de donde se subió. 
A veces coincidimos y lo veo bajarse y alejarse andando como si fuera desfilando por una pasarela de moda… Así,  día tras día con sus anillos de oro relucientes y sus gafas de sol oscuras imitando a los galanes de cine de hace cuarenta años.
Un día cualquiera él o yo nos marcharemos para no regresar al tranvía y a la calle y los espejos lo echarán de menos al perder su reflejo en el cristal. Sí, nos marcharemos por ese lado inescrutable de la eternidad  en la que creo, y entonces espero volver a encontrarnos para seguir subiendo al tranvía de las energías que no se pierden jamás. Probablemente seamos unas nubes que van y vienen, o el motor de un viejo tranvía recogiendo los sueños imposibles de algunos pasajeros.


                                                                                                      Natividad Cepeda

Arte digital: N Cepeda

viernes, 10 de julio de 2015

Lola Madrid: pasión por los molinos de Campo de Criptana

                No me duelen prendas cuando he de reconocer la valía de  personas  extraordinarias y altruistas capaces de regalar su tiempo –lo más valioso de la vida- en aras de un amor sin interés personal. 
Dicen algunos que La Mancha; nuestra Mancha, es madrastra para sus hijos e hijas, y en ocasiones algo de cierto hay en esta afirmación. Resulta difícil reconocer los valores de aquellos que residen dentro de las paredes del solar de la patria chica porque nos parecen menos importantes que los residentes geográficamente lejos. Pero si no fuera por las personas que trabajan dentro de los pueblos  para darlos a conocer en asociaciones diversas, muchas iniciativas conocidas, respetadas y admiradas a nivel nacional e internacional, no existirían.
Confieso que una de mis pasiones es amar esta bendita tierra de Dios  por encima de localismos absurdos.  Y por esa pasión admiro a las gentes de cualquier población que trabajan para dar a conocer el patrimonio material e inmaterial de todos nuestros pueblos.
La hacienda común es la heredada de padres a hijos en lo espiritual y en lo material,  legado que recibimos al nacer en un lugar concreto. Y para Dolores Martínez de Madrid los molinos han sido y son, su patrimonio del alma y del cuerpo. 

Lola Madrid, como popularmente se la conoce, es desde hace muchas décadas defensoras de los molinos de la sierra del albaicín criptano. De estirpe molinera  es una de las últimas molineras de las sierras manchegas y de España. Título que la enorgullece y que airea como uno de sus blasones que la honra, y por lo que tiene amigos incondicionales en toda España.
En Campo de Criptaza, le pese a quien le pese, decir “Lola Madrid” es tanto como decir mujer valiente y esforzada, de casta buena, y de honrado proceder a lo largo de  su vida. Títulos que no todos los seres humanos poseen. Presume de haber ganado el pan con  su trabajo y le canta las verdades a quien se le ponga por delante, olvidando que, a su cansado corazón le repercute negativamente entrar en esa  lid.
A esta mujer veterana en la historia de Campo de Criptaza  el viento le recuerda que su destino ha sido y es, defender la sierra. Una sierra que debe su recuperación en gran medida a ella, y su bregar durante más de treinta años  al frente de la Asociación Cultural “Hidalgos Amigos de los Molinos”. Gracias a su tesón, largueza  y generosidad demostrada  una y otra vez, dejándose  en ello sus escasas fuerzas; han arribado a la villa de los molinos gentes de diferente procedencia y condición.
Al ritmo de su incansable porfiar pidiendo a unos y a otros lo que es necesario para sacar adelante sus proyectos, olvidando desplantes en  muchas ocasiones, la Semana Cervantina ha alcanzado categoría internacional.
Semana Cervantina de la que ahora todos presumen, bien que pueden, pero que ha costado esfuerzo y dedicación de las personas que, al lado de Lola Madrid, luchan para mantener a flote una asociación con mucha historia escrita en las páginas de esa “tierra de gigantes”, como ha sido rebautizada en los últimos años.
Si se pudiera  mostrar el cómputo del tiempo dedicado por esta insigne mujer a sus molinos y a su pueblo, nos parecería imposible anotar en la agenda  de la vida tantos desvelos que le han proporcionado alegrías, y también decepciones.
Al final de los años  la costumbre  se ve como normal, y se tiende a no valorar a quien se le debe respeto y admiración por haber sido capaz de alzar por encima de sus propias sierras manchegas, el nombre de su pueblo.
Porque aparte de remilgos pueblerinos,  que casi siempre son vulgares, al menospreciar lo que otros hacen, las sociedades rurales de nuestro entorno demuestran que al margen de los avatares políticos de los partidos y sus equipos de gobierno, los colectivos sociales  con sus ideas de altruismo, que no es otra cosa que procurar mejorar la vida de los pueblos desde la escuela de la vida, prestan un servicio inestimable a su comunidad.

En este amplio contexto  se desenvuelve la valiosa aportación de Lola Madrid, ya que no hay  en Campo de Criptaza ninguna asociación que  haya avanzado tanto en  su permanencia en el tiempo a favor de la cultura, la literatura y el periodismo. Prueba de ello es el largo y extenso listado de nombres de artistas, intelectuales, catedráticos, políticos y diplomáticos  que se han sentido honrados  por ser nombrados Hidalgos y Molineras de Honor  de esta hermosa villa. Hasta en el año 1980 fueron recibidos  en el palacio real por su Majestad el rey  Juan Carlos; categoría lograda por su buen hacer y que nadie les puede negar ni arrebatar.
Sin embargo, en ocasiones, he creído percibir en Lola Madrid  una sombra de tristeza  callada, mientras relata que la asociación está  agradecida a las autoridades de turno por haber colaborado con la asociación en todo momento.
Como cronista eventual  en muchas ocasiones, he asistido a la recuperación  con esta asociación de tradiciones perdidas, entre ellas la de poner en marcha  los molinos, recuperando la molienda a niveles no imaginados anteriormente. De tan gran impacto, que ha sido reconocido a nivel mundial.
Pero también  he de dar fe, de que en ocasiones, he sido testigo de la infravaloración que los propios convecinos  han hecho de la asociación y de su presidenta.  Ignorando que al tirar por tierra a la junta directiva que preside Lola Madrid, y relativizando su labor importantísima a lo largo de los años, se tira cantos a los molinos que ellos han defendido, y defienden, como nadie lo ha hecho hasta hoy.
Pero como suele ocurrir, nadie es profeta en su tierra, y por este motivo a esta singular y ejemplar Asociación de Hidalgos Amigos de los Molinos se le resta importancia cuando se les compara con otras asociaciones surgidas en la villa criptanense que todavía, no han demostrado el camino recorrido por este grupo de hombres y mujeres  consolidado cada año su acervo cervantino y molinero en defensa de la sierra de los molinos; olvidando ese largo camino donde ha habido de todo, momentos gratos junto a  otros que no lo han sido tanto. Así me lo expresa Lola Madrid  cuando le pregunto por su larga trayectoria como presidenta.
A esta mujer castellana-manchega con amplio bagaje de acontecimientos en su haber, se le nubla la mirada, cuando asegura, que su ilusión sigue siendo conseguir que  la sierra del Albaicín de Campo de Criptaza, sea reconocida como un patrimonio cultural manchego a nivel mundial. Y en tono coloquial, olvidando su avanzada edad y su quebrada salud, añade que ella  y la asociación que preside seguirá  colaborando con las autoridades para que ese sueño se haga realidad aunque ella no lo vea.
Lola Madrid es poseedora de eso que se ha dado en llamar gramática parda, por su inteligencia natural y saber estar a la altura de las circunstancias en numerosas situaciones y ocasiones de su vida  saliendo airosa,  además de granjearse el afecto y la admiración de personalidades diversas que van  desde los estratos más altos de la sociedad nacional hasta aquellos otros círculos sociales que ignoran, o juegan a ignorar, la valía y admiración que se le tiene fuera de las paredes de su pueblo. 

Las crónicas periodísticas son las que muestran lo que subyace oculto por la desidia de la mayoría, por lo que escribir de Lola Madrid y la Asociación que preside, es recordar la trayectoria ejemplar de una gran mujer. Mujer que no se detiene en su esfuerzo personal por la pasión que siente hacia  sus molinos, y la defensa que ha hecho y hace de ellos para que  sean reconocidos como un entorno único dentro del marco cervantino universal.
Por lo que ya es hora de que en su pueblo se la reconozca como  Hija Predilecta: título que se merece por su nobleza, fidelidad, amor y entrega a lo largo de toda su vida.
Probablemente, si Dolores Martínez de Madrid, fuera un hombre a estas horas en su pueblo natal ya se le habría reconocido su valía. Cuántos nombramientos son escamoteados por aquellos que no han sido capaces de hacer nada por el bien común.
Y cuántos otros son otorgados fuera del entorno donde se reside.
Lola Madrid tiene tanto desamor recogido a lo largo de los años que tiene dicho que cuando se marche de su bendita villa molinera, su familia no acepte homenajes póstumos ni flores de oficio funerarias. Y tiene razón; parece que Sancho Panza hablara sentenciando. A la manera de don Quijote, Lola Madrid mira altiva a los trúhanes que la intentan callar, omitiendo su presencia en actos oficiales cuando gracias a ella, por esa villa cervantina han pasado, hemos llegado gentes diversas para festejar y alabar La semana cervantina de Campo de Criptana y su sierra coronada de molinos de época cervantina. Y aun así el ayuntamiento sigue ignorando sus méritos. Ingratitud humana con visos de envidia solapada.

Lola, se marchará una tarde a mirar la sierra convertida en viento; llegará como brisa arisca, se meterá por los ventanucos de los molinos para mover las aspas y lanzar al pueblo que ama por encima de ella misma, el orgullo de ser criptanense. Llegará y nadie la reconocerá porque su larga cabellera de mujer joven y bella dejará su perfume por entre peñas y sembrados, viñas y caminos, cal y coceros de parajes que ella recorrió en su juventud… Sí, Lola Madrid fue joven y hermosa aunque casi nadie ya lo recuerde.
A veces el cuerpo envejece y el corazón rejuvenece.
Si esta Señora manchega no tuviera un corazón joven no estaría escribiendo de ella.
Un corazón, el suyo, cansado de bregar y amar sin medida. Amor es lo que le sobra.
Y amor es lo que su pueblo le debe a la última molinera que molió trigo en uno de sus molinos.
Ojalá que a la excelentísima Doña Dolores Martínez de Madrid : Dama del Capítulo de Nobles Caballeros y Damas de la Reina Isabel la Católica, sus paisanos le otorguen lo que se merece y yo reclamo para ella ser nombrada en vida “Hija Predilecta de Campo de Criptana”
Cuantos nombramientos hay inmerecidos y cuantos otros a nivel regional y nacional no se han otorgado a quienes de verdad lo merecían.
Lola Madrid vibra con la pasión de la adolescencia cuando habla y mira sus molinos. Probablemente le sobra pasión, por eso grita su impotencia del mismo modo que don Quijote peleó contra los gigantes, sabiendo en su corazón que lo llamarían loco, y que no podría cortar las injusticias que se suceden a lo largo de los siglos.
Cervantes lo sabía y por esa causa escribió su novela.

                          
                                                                                 Natividad Cepeda

Arte digital: N Cepeda








lunes, 6 de julio de 2015

Un poema escrito para un cuadro de El Greco

POETAS DE CASTILLA-LA MANCHA ESCRIBEN SOBRE EL GRECO
 El greco retratado por los poetas de Castilla-La Mancha

 La lectura  de poemas  fue el miércoles, 9 de abril a las 18,00 h de 2014 en la Biblioteca de Castilla-La Mancha de Toledo. El director de la Biblioteca nos invitó a participar…

Ahora, con motivo del IV Centenario de la muerte del Greco, sin duda uno de los acontecimientos culturales más relevantes de nuestro país en 2014, la Biblioteca de Castilla-La Mancha desea impulsar nuevos textos, nuevas visiones, nuevos poemas acerca de El Greco…

Sois los poetas los que movéis los pueblos y quienes tenéis la palabra. Por ello, esta humilde iniciativa de la Biblioteca pretende rogaros vuestra colaboración en este IV  Centenario de la muerte de El Greco utilizando vuestro preciado don de la palabra, vuestros versos, vuestras emociones.  
                                                                                              Juan Sánchez 
                                                                       director de la Biblioteca de Toledo

Coordino el Acto Alfonso González Calero del departamento de Actividades Culturales de la Biblioteca.

De aquél encuentro se tomó una fotografía mirando al infinito del mundo de El Greco los poetas asistentes. Queda esa fotografía de un fugaz encuentro y unos poemas verdaderamente emocionados de todos los poetas que acudimos con nuestra poesía a esa cita singular, recordando al genial pintor  nacido en  Candía de la isla de Creta, y muerto en la ciudad del Tajo por excelencia que es Toledo.
Doménikos Theotokópoulos  salió de su isla a los 26 años, después estuvo unos 10 años por Italia, Venecia, Roma… Llego a Madrid, según dicen, y allá por el 1577 llegó a Toledo. No regresó a ver el mar, su mar y su isla se quedaron lejos para siempre.  Como tantos otros artistas no fue suficiente valorado en vida y casi desconocido hasta hace poco más de un siglo.
No hay duda sobre su gran espiritualidad  presente en su pintura. Y no sólo porque tenía que pintar lo que le encargaban para iglesias y conventos si no, por su única manera de idealizar y plasmar el arte. Se ha escrito que sus figuras son irreales, etéreas  casi de otras esferas y mundos alejados de lo real: se escribe estudiando su evolución, que hoy nos hace admirarlo y detenernos ante cualquiera de sus cuadros, tratando los críticos de arte,  sacar a la luz para los neófitos la esencia del artista. Lo verdaderamente singular es que hoy cuando nos paramos delante de uno de sus cuadros algo en las entrañas se nos revuelve,  tratamos de imaginarnos como era el hombre que pudo pintar las personas y la vida de aquél momento de esa forma y color; miramos y en silencio intentamos viajar a su alma para atisbar algo de su genialidad. No podemos evitar quedar atrapados en su mundo interior reflejado en toda su pintura.   
No era fácil elegir uno de sus cuadros para ponerle música de palabras. No lo fue para mí. Recordé la Sagrada Familia con Santa Ana. Recordé cuando yo amamanté a mis hijas, y también cuando mis hijas han amamantado a sus hijos… los niños, todos ellos son un milagro vivo. Un misterio. Y escribí sobre esa escena familiar.



(1)El lienzo  de La Sagrada Familia y Santa Ana  de El Greco fue donado por Teresa de Aguilera Esta Sagrada Familia con Santa Ana de El Greco pertenece al Hospital Tavera al menos desde 1631, primer inventario en el que aparece citada como donación de Teresa de Aguilera, viuda de Alonso Capoche. Obra de extraordinaria calidad artística, realizada, según la mayoría de los historiadores, hacia 1595, es una composición devocional que gozó de bastante popularidad en la España de la Contrareforma, por lo que se conservan muchas variantes. La peculiaridad de ésta en concreto deriva de que un dibujo subyacente del rostro de la Virgen, visible únicamente a través de una radiografía, nos muestra el método de trabajo de El Greco que busca el ideal de belleza en sucesivas aproximaciones a partir de un modelo real. De hecho este rostro de la Virgen María es considerado por la crítica como una de las más bellos representaciones femeninas pintadas por el candiota.

Un año dedicado a, Doménikos Theotokópoulos,  El Greco, no es suficiente para descubrirlo en su inmensidad artística. El pasado 2014 ha servido para hacernos ver que  los críticos de arte  se equivocan cuando juzgan a los artistas. Se equivocaron con El Greco, y hoy se equivocarán con otros  muchos  cuando desprestigian  a unos y ensalzan a otros. El  tiempo, ese dueño y señor que prevalece por encima de los mortales es el que pone a cada cual donde le pertenece.




Contemplado  La Sagrada Familia con Santa  Ana del Greco

Es tan bella la madre que amamanta que los ojos 
no regresan de contemplar su rostro. Ella,  es  salmo 
sereno de dulzura y de paz. Todo es luz en María.
Perfección de blancura  el pecho que amamanta
al niño desnudo  que  descansa sobre  el halda
materna.  Encarnado el vestido  de la Virgen,  anuncia
su ascendencia solar y celestial.  Y amarillo,  como flor
de retama  de  los campos manchegos, es  el lienzo
que cubre el cuerpo de su hijo.  Un niño desvestido
 rodeado de amor.  Desnudez de la carne  mortal.

Y  Doménikos,  imagina,  los niños de su infancia.
Las madres frente al mar dando el pecho a sus hijos,
la fuerza  germinal de la leche, y los desnudos clásicos
de las islas de Grecia. ¿Quién puede no extasiarse
ante tanta belleza? Una  bella muchacha,  delicada
y gentil,  sostiene en su regazo el amor de su vida.
Doménikos  no duda, que la madre de Dios
ha de  ser  la más bella: deleite  notable en su grandeza.  
No de otra manera sería su vientre el altar de  su Dios. 

Y dibuja el ovalo perfecto, la nariz aguileña,
y las cejas dos puentes  armónicos para  la mirada
 limpia  del río de los ojos.  Su virginal mirada,
amanecer,  que rompe  tinieblas y pesares. 
Las colinas suaves y sonrosadas de los labios
 oran sosteniendo a su niño. Y caben todavía,
debajo  del velo, las hebras  de cabellos dorados.
Un jardín de belleza es el rostro enmarcado. 
El pintor extranjero imagina  una  Biblia creada
con pinceles.  El Tajo es su Jordán.  Toledo es Nazaret.

El ama esa ciudad.  El niño descansa su  mano,
en la mano perfecta de la madre, delicada y cuidada
de dama principal.  Las manos, todas ellas, acarician
al niño: lo protegen como si imaginaran lo que ha de llegar
a suceder.  Santa Ana cubierta  su cabeza  medita
silenciosamente.  Genealogía  y epilogo
de lo que ya está, hecho.  ¿Qué más puede esperar? 
Cristal  de sembradura  la figura paterna.
Ni purpura ni armiño lleva sobre los hombros.
San José es ternura a la orilla del cielo.

Llueve sobre Toledo, Doménikos  se duerme.
Llegaron las cigüeñas sobre  torres de iglesias.
Es abril y en el huerto cantan los gorriones.
En el cristal del río,  El Greco,  es una sombra
de interminable luz del color de la aurora.


                                                                              Natividad Cepeda   

                 
Escrito este poema en Tomelloso: leído en Toledo el 9 de abril de 2014

(1)   Fundación Casa Ducal Medinaceli




viernes, 3 de julio de 2015

“Palabra de Quijote” VI Encuentro Oretania de Poetas


            Con el título  “Palabra de Quijote” se acerca al lector a un libro excelente en el VI Encuentro Oretania de Poetas, mostrando en esta nueva publicación el Grupo Oretania un ideal manifiesto por acercar al público, a través de los versos de los poetas, las emociones que en este libro se une y dan cita. Argumento que prueba que a pesar de las dificultades actuales  en la publicación de libros de poesía, que el ideal quijotesco  abunda en los que iniciaron este proyecto; Grupo de Comunicación Oretania, con Julio Criado García en la dirección Editorial  y su Coordinador, el escritor Luis Díaz-Cacho Campillo: a todos ellos mi gratitud por su inclinación y entrega a este proyecto literario.
La obra cumbre en idioma español, no cabe duda alguna, que es El Ingenioso Hidalgo  Don Quijote de la Mancha, compuesta por Miguel de Cervantes Saavedra desde su publicación en un lejano año de 1605 por el impresor Juan de la Cuesta y a cargo del librero-editor Francisco de Robles, dedicada por el autor  al duque de Bejar, ha sido- y es-   origen de numerosas obras literarias de toda índole, poéticas, de ensayo, teatrales y llevada al cine y a la televisión en variadas versiones internacionales. Obra literaria que desde su publicación fue acogida por el público y denostada por escritores de valorada reputación de esa época.
Pero la pasión poética y los poetas a pesar del tiempo transcurrido es parecido el concepto que se tiene de ellos, y se tenía, y así nos lo muestra Miguel de Cervantes en el capítulo VI de la primera parte, cuando en el escrutinio de la quema de los libros, el cura quiere salvar de la pira funeraria los libros pequeños de poesía, y la sobrina, entre otras razones, termina diciendo que, no vaya a leerlos su tío y se haga poeta “que según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza”  Efectivamente la poesía trastorna y revuelve los sentimientos, e incluso descabalga la mentira, quitando caretas que cubren las miserias  de  los  poderosos de la tierra.


Palabra de Quijote, une a dieciocho poetas, diferentes en sus composiciones y métricas, y a la vez, unidos por el espíritu idealista, ensoñador y romántico que en este libro de poemas, al igual que ocurre en la novela El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, en las metáforas de los autores  subyace la búsqueda de la justicia, la libertad, el amor  y la verdad entroncado en el paisaje manchego, austero y bello, misterioso y seco, lagunar y  sediento. Sin escapar del momento social que viven  los autores dejando en los poemas la esencia  personal de cada uno de ellos. Porque la literatura es un espejo adonde mirar para ver las sociedades humanas y comparar errores y aciertos que se repiten excesivamente en el devenir humano.  Por ese discurrir volvemos al héroe  manchego universal, y a su deseo vehemente de justicia, encontrando en ese viaje desventuras propias y ajenas. Tras esa problemática tácita, la poesía busca y clama  en los poemas los infortunios de hoy, provocando los versos de este libro posicionamientos encontrados, y a la vez, coincidentes con el personaje quijotesco de elevadas miras, ante la desvalidez social y humana, maquillando con la poesía lo descompuesto y feo de las crisis que nos hunden el alma en la desolación. Porque los versos son el arnés del espíritu y los poetas quienes nos atan a la poesía.
Palabras testimoniales hay en cada uno de los poemas de este libro, generadoras de fuerza, exentas de hipocresía. Dolorosas unas, amatorias otras. Todas ellas recorren con su música de palabras las páginas del libro.
Porque si la poesía se petrifica carece de fortaleza. Y si los poetas no agitan con sus versos a sus contemporáneos, y a los que les preceden, entonces la poesía dejara de existir. No otro mandato contiene en su génesis la palabra poética, encadenada al devenir, sin pausa y  sin miedos.  Sin temor a ese monólogo, que es todo poema. Porque desnudez, es lo que hay del poeta, en cada  verso. Y no cabe pensar de otra manera cuando la palabra versificada va bautizada de Quijote: emblema de una existencia, la de Miguel de Cervantes, y también de todos los que nos sentimos quijotes.

Antepuesto a los poemas de esta obra escribo y reflexiono sobre los temas que en ella convergen buscando la redención de Quijote con Ángel Díaz Peña cuando asegura: Después de haber vencido/en algunas batallas, /él habita la derrota/por no haber conseguido/el combate más preciado: Y Elisabeth Porrero Mozmediano le escribe enamorada: Te imagino,/tecleando el AMOR con Dulcinea,/escribiéndole versos,/en la tablet o el móvil,/y surcando pantallas. Mientras Eugenio Arce Lérida  pide: Que venga Don Quijote, el Valeroso, /que presto está mi ánimo y mi pluma/ para evitar que caigan,/en el ancho desván de los olvidos,/todas las aventuras que supongan: Asegurando Jerónimo Calero Calero: Así empezó la historia inacabada/ de un rapto de locura/ y se hicieron leyenda los agrestes/ parajes de la Mancha.../ Aún siguen aguardando las posadas. Y  clama José Luis Morales: Son palabras heridas, /vienen directamente de la sangre,/ vuelven turbio el espejo donde se peinan, cantan/una canción tan dura/ que estuviera pautada en pedernal de trillo. Y afirma contundente José María González Ortega: Escribir es vivir, soñar despiertos,/aprender a volar sin tener alas./ (Recuperar los días consumidos,/ separados de cosas esenciales.)/ Escribir es amor, sembrar estrellas... Confesando Juan José Guardia Polaino : Todos, y el estrafalario; todos en girándula,/loco, hidalgos y villanos./ Yo estoy en paz contigo, don Quijote,/ en la ruina y tras la gloria en tu batalla;/ mi fiebre busca tu flaca cordura. A Luis Díaz-Cacho Campillo lo enseñó: Me enseñaste a soñar/ cada alborada,/ -Caballero de sol/ de esta vieja llanura-./ A buscar la verdad/ del que añora sincero/ en la alforja de paz/ encontrar la utopía. Mientras sueña Luis Romero de Ávila: Se recrea mi amor junto a tu amor en un proceso/ de luna llena que dejó su beso/ en tu boca que busca y que desea/ mis labios. Hoy ya sabes que un te quiero/ recorre día a día este sendero. Superando obstáculos  Manuel Laespada Vizcaino: Se remonta su origen al arcano/ y es su razón de ser las sinrazones/ pues rechazan la luz de abracadabras./ Los refranes nos toman de la mano/ llevándonos a doctas conclusiones:


Llevando a Manuel Muñoz Moreno a recordar: La infancia es ahora un caserón en ruinas,/ aquellos años descampados eriales/ que han dado lugar a más eriales/ descampados de recuerdos, marchitos/ de enseñanzas, vacíos de palabras. Y a enhebrar a María José García Bolós: Y en un lugar de mi Mancha,/ cuyo nombre me trae recuerdos de infancia,/ mi loco amigo sueña despierto/ entre libros y alboradas;/ los monstruos de la razón. María José López Lara mira y remueve: Así, en el rescoldo del alma/se atizará la esperanza/ y en el hogar donde Alonso sestea/ despertará Don Quijote/ ardiente de rabia y valor. Sigue afirmando Nicolás del Hierro: La palabra empeñada y el Hidalgo/ vencido, cumplirá su promesa:/ será su casa el claustro y espera su sentido;/ dolor será la senda, ya mordida/ por punzantes y tórridas aulagas. En tanto Nieves Fernández Rodríguez romancea: se hará rico en cuerpo y alma/ como el mejor caballero/ a quien compaña y aclama,/ como el mejor escudero/ que cabalga por La Mancha. Pilar Serrano de Menchén sin dilación describe: bajo el instante dulce que su cansancio sabe. / En su imagen un hombre que busca su camino, / un latido de fe su semilla sembrando./ Y una seña cabal: sobre estrellas su cosmos/ o un corazón en cruz amando lo que sueña. Y en oración profana Presentación Pérez González  evoca: solitarios rodeos del desvelo. / Y al percibir el aura de tus manos,/ prodigio de llanura sin mordazas,/ se me vuelve fervor cada camino/ donde mis miedos quedan derrotados. Y en dádiva de amor Teresa Sánchez Laguna pide: Si pudieras…/ Si pudieras desposar con tu anhelo/ el dulce nombre a tu vigor rendido, / si pudieras ser verbo de su celo/ y entregarle tu corazón transido.
Imágenes y metáforas a las que les da vida la palabra escrita Poesía sin otra moneda ni atadura que el don de la creación. Literatura que permanecerá en los anaqueles de bibliotecas públicas y privadas. Es posible que algunos de estos libros, con el paso del tiempo, se vendan en los puestos callejeros de libros viejos y usados, adonde  peregrino para encontrar esos libros que me siguen interesando aunque no estén en las listas de los más vendidos. Porque la belleza poética jamás perece.

                                                                                                                Natividad Cepeda


 Arte digital N. Cepeda
Fotografías: Julio Criado