sábado, 6 de agosto de 2022

 




Llegan por el mar

buscan la fortuna de Europa

en tierra extraña.

 

Vienen mendigando

vivir con sus anhelos  adentro

de su pecho

 

y los hay que se quedan

entre  algas

y corales que sus ojos

no vieron.

 

Pasan por las calles

solos sin nombre,

ignorados

en busca de sus sueños.

 

Son jóvenes de piel tersa

y morena,

negra,

intermitentes parias

buscando un destino

en  ciudades ajenas.

 

Llegaron por el mar

los veo

en los pueblos sin mares

con la mirada triste

solos

y errantes

sin que nadie les hable.

 

Pasan, me siento

desvalida al mirarlos

y  romperse mi útero de madre

en mis entrañas.

 

 

 

Natividad Cepeda


https://anchor.fm/natividad-cepeda/episodes/Pasan--Emigrantes-de-frica-e1m5tg6

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viernes, 5 de agosto de 2022

ASÓMATE, mi amado,

 


ASÓMATE, mi amado, a ver calles

desiertas por donde Dios bosteza.

¿Levantaremos sobre la ciudad toldos?

¿O dejaremos que el sol se extienda?

He gastado tantas tardes

escuchando cigarras.

Tarde como rosarios rojos

con las cuentas ajadas

y las avemarías

apenas sin imágenes.

Asómate para ver a una mujer

mirando al poniente, pensando

en el mítico hombre

desde las torres de todas

las ciudades.

 

 

Natividad Cepeda: de mi libro  “Solo creo que llueve”

lunes, 1 de agosto de 2022

La cosecha del calor

 





Hace tanto calor que siento como si fuera a desmoronarme. La cosecha de calor está menguando las cosechas de los campos. En mayo la primera ola de calor supuso que no granaran las espigas de las cebadas y trigos. se perdieron y ahora al terminar julio el continuo calor  nos tiene agotados.

En Tomelloso mi lugar de residencia hay días que se han llegado a alcanzar los 41 y 42 grados de calor. Por esa causa casi a diario hay fallecidos. de esos datos apenas si la población se percata. Durante el verano las fiestas se suceden continuamente y la gente se entrega a celebrarlo grandemente por si mañana no pudieran hacerlo. 

A pesar de la grave crisis económica que sufrimos la mayoría de los españoles se consume fiestas y a esto hay que sumarle salidas a viajes imprevistos. Es otra forma de olvidarnos de tanta penuria y oscuro futuro que predicen comentaristas duchos en estos análisis de lo cotidiano.

Personalmente me abruma tanto calor y apenas si quedo con amigos y conocidos. Las noches son asfixiantes, se hacen largas y pesadas. Al amanecer se cuela por balcones y ventanas una pequeña brisa que nos parece maná del cielo. Pero en los campos las pámpanas de las viñas se asorratan, o sea que se queman y la uva se contrae acelerando una extraña maduración que hay que evitar a toda costa.

El MoMo, ha publicado la mortandad de la población española ocasionada por el calor y aseguran que traspasan los 2.126 muertos por el calor en España durante el mes de julio. Nadie, absolutamente nadie, quiere renunciar al jolgorio de la fiesta, tampoco a la tradicional costumbre de acudir a sentarse en una terraza de bar y charlar con familiares y amigos. Y las musas, nada ociosas, urgen a los poetas, y a las poetas  a escribir versos tras versos como si tuvieran que arredantarlos a buen precio. Aunque ocurre todo lo contrario a esos juglares actuales nadie paga nada. La inversión en poesía es nula, se lo aseguro yo que también escribo poemas, un tanto sociales y denunciantes que no gustan a los mandamases y por eso, por mi afán rebelde de decir que vamos a la ruina total en este país hermoso de mi España en algunos círculos me hacen la cruz, o sea no quieren que aparezca por si digo algo que no conviene escuchar.

Aquí hay algo catastrófico que nos empeñamos en ignorar; se queman campos y montes, bosques y viviendas… Y mueren personas y animales. La cesta de la compra sube cada día el precio de los alimentos, la tarifa eléctrica es abusiva e insostenible para las clases sociales con menos ingresos jubilados y empleos temporales, nos faltan niños tristemente y a las familias no se les ayuda lo suficiente para  cambiar este rumbo y estamos convertidos en un país de viejos.

La cosecha del calor nos está afectando demasiado y no tiene  visos de cambiar a corto plazo por lo que me pregunto si no debiera dejar de teclear en el ordenador  escribiendo mis crónicas y levantarme e ir a buscar una terraza, cualquier terraza y sentarme en ellas viendo cómo pasan las horas envuelta en el sudor del verano y el desaliento de mi sociedad jugando a olvidarse, no  sólo del presente, también del futuro.


Natividad Cepeda