viernes, 26 de noviembre de 2021

Noviembre recordatorio de asesinatos de mujeres y niños en tiempos de paz y en tiempos de guerra


 

 

 26 de noviembre conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Genero. Una fecha más que se debería eliminar de los calendarios del mundo porque ya, no fuera necesario ese recordatorio de fecha, para recordar las miles de mujeres que son asesinadas y ultrajadas en la globalidad de los paises y estados del planeta tierra. Nuestra casa. Soy mujer y poeta y alzo mi voz por cada una de las mujeres que son anuladas por el hecho de nacer mujer. Y sin la mujer y el hombre la vida humana es intrasferible. Por esa causa los dos son igualmente necesarios para el equilibrio de la especie.


 

Expiación del perfil del árbol

con sus ramas desnudas

dejando  el suelo poblado

de sus hojas.

 

Hojas,  joyas del otoño

en el espejo del invierno

en reposo y calma.

 

Manto  abandonado  al pasar

junto a ellas escucho  gemir

en soledad la desnudez del árbol.

 

He pisado  hojas amarillas

pensando en  voces  apagadas

de mujeres y niños inocentes.

 

El sonido de las hojas muertas

balbucean nombres propios

de victimas marcadas de olvido.

 

Siento frío por tantas palabras

dichas,  inservibles, muertas,

igual a mujeres caídas  como  hojas 

de otoño recordadas en noviembre.

 

Y seguimos  hablando.

 Hablan  bocas llenas de vida,

Callan las bocas silenciadas…

 

Noviembre tiene piel de flores

y  lágrimas  para enjugar  dolor

y sentirnos cual árboles desnudos.

 

Desnudez o miseria humana

de tanto humanicidio repetido.

Toda yo soy cruz clavada  en desamparo.

 

 

 Natividad Cepeda

 

 

 

 

 


 

¿Podríamos pasar a tocar las ocas?

No, no se puede pasar al corral, dice el padre a dos niños.

Podrías pasar tú y coger una, mira aquella que nos mira.

No, puedo coger ninguna porque no son nuestras.

Cómprala, por favor, cómprala. 

No, no las venden. Y no son ocas son patos.

Una niña de mirada brillante alarga su mano por entre los agujeros de la alambrada intentando llegar hasta el plumaje blanco del ave. Durante unos minutos se mueve su mano en un intento inútil de llegar a tocar aquellas blancas plumas. Con la otra agarrada fuertemente apoya su cabeza y mira asombrada el pequeño corral donde lo patos van y vienen ignorándola. A su lado el pequeño hermano mira a su hermana y de ella a los patos sin decir nada.  La pequeña de apenas cuatro años extiende su cuerpo inconscientemente  para acercarse más y más a los patos que la ignoran.  La niña sueña con entrar al corral y jugar con las ocas.   Ajena a todo lo demás  se quisiera escapar del padre que a su espalda espera con sonrisa  paciente. El aire mueve suavemente los árboles  crecidos junto a la humedad el río. El pequeño cansado se retira y el padre cogiendo la mano del niño  alarga la otra para retirar a la niña y marcharse.

Espera, suplica la pequeña sin dejar de mirar a los patos.

Papá ¿cuándo sea verano las ocas las dejaran ir al río?

Es posible, dice el padre.

¿Vendremos y me bañaré con ellas?

No. Es peligroso.

No me quieres. A Dora exploradora la dejan ir sola por el camino y no le pasa nada.

El padre sonríe y cogiéndola de la mano se aleja con los niños.

La niña vuelta su cabeza protesta y con un mohín la escucho decir ¿entonces lo de la tele es mentira…?

El aire parece reír al filtrarse entre las ramas de los árboles y el correr sereno del río en noviembre.  Todavía se escucha a la niña decirle al padre, con su voz cantarina, que se olvidó de ponerse la mascarilla… Pasan volando pájaros y algunas tortolillas. Sujeto en un árbol hay un cartel donde se dice que por aquí hay ardillas. El ruido del motor del coche se escucha alejándose.  Es otoño y en pequeñas dosis los niños de hoy perciben qué, lo que ven en las pantallas de móviles, ordenadores y maquinitas no es igual que lo que viven cuando llegan al campo. Algo se les rompe adentro.  No todo es verdad.

Sola, miro lo que me rodea y siento que ese lugar pequeño y sin lujos todavía es un trozo de paraíso. Pienso que también a mí me engañan porque no todo es verdad lo que se me dice y promete en mis corrales urbanos.

 

Natividad Cepeda

 

jueves, 11 de noviembre de 2021

Las casas Familiares




Recuerdo las casas familiares

otorgándome amor  todos ellos

con ese bien logrado del cariño

que se les da a los niños.

 

Hay veces y ocasiones

que regresan al venir por el aire

los olores  y aromas de guisados

degustados en casa de tíos

y abuelos al calor  de  fogones

y manteles y, aquel decirme,

muy pacientes, como se debe comer

con  buenas maneras urbanamente. 

 

Los patios, y las viejas  columnas

de madera tan pintadas de almagre,

y arriba el viento que soplaba

haciendo tiritar a los grandes

ventanales por donde  me asomaba

para ver como soplaban duendes

que jugaban conmigo al escondite.

 

Aquesto se esfumó  y sin pretenderlo

suspiro  cuando los recuerdo

y me pregunto ¿adónde fueron…?

No me enojo,  melancólicamente

revivo vuestras señas,  aquellas

que relumbran en mi alma vuestra ausencia.

 

 Sin fallos me convierto en vasallo

de aquellos  que libraron la batalla

de vivir y morir prestos a donarme

 su dicha como escudo y blasón de mi linaje.

 

En noviembre  encendíamos velas

por los muertos  y sin triste

plegaria  ni absurda cantinela

además del rosario por las ánimas

se asaban  en el fuego las castañas.

 

Facerlo con vosotros ya no puedo,

más, sí recodaros,  y dejar en el aire

mi susurro sin otro razonar que  recordaros 

y  enseñar  vuestras fotos a mis nietos.

 

 

Natividad Cepeda

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

viernes, 5 de noviembre de 2021

llanto por el niño de 9 años asesinado en Lardero provincia de La Rioja: España


 

Noviembre navega con remos

de recuerdos y preludios de hojas

caídas de los árboles y el resplandor

del orbe en las estrellas con su danza

de días y el arcano de la muerte

de un niño en un instante.

Mi voz desemboca en un llanto de hondo

acantilado, tan profundo como las simas

de la tierra por niños inermes masacrados

como lirios tronchados.

Señor, menesterosa soy,

más te invoco con mi grito ancestral

de madre herida, desolada de horror

por tanta muerte.

Señor, te pido

con mi cirio encendido, por los muertos

y vivos para que el amor no ande

a oscuras y el ascua de tu luz nos ilumine.

 

Me pregunto ¿cuántos niños mueren cada día asesinados, forzados, hambrientos, abandonados…? Me lo pregunto y no obtengo respuesta. Ahora al pasar por jardines y plazoletas donde los niños juegan, al míralos siento que han perdido la libertad; la libertad de ser libres, sin miedos, para jugar en paz.

 

Natividad Cepeda © 2021 Todos los derechos reservados. También de todas las fotografías que aparecen en el muro soy autora.