Noviembre navega con remos
de recuerdos y preludios de hojas
caídas de los árboles y el resplandor
del orbe en las estrellas con su danza
de días y el arcano de la muerte
de un niño en un instante.
Mi voz desemboca en un llanto de hondo
acantilado, tan profundo como las simas
de la tierra por niños inermes masacrados
como lirios tronchados.
Señor, menesterosa soy,
más te invoco con mi grito ancestral
de madre herida, desolada de horror
por tanta muerte.
Señor, te pido
con mi cirio encendido, por los muertos
y vivos para que el amor no ande
a oscuras y el ascua de tu luz nos ilumine.
Me pregunto ¿cuántos niños mueren cada día asesinados, forzados, hambrientos, abandonados…? Me lo pregunto y no obtengo respuesta. Ahora al pasar por jardines y plazoletas donde los niños juegan, al míralos siento que han perdido la libertad; la libertad de ser libres, sin miedos, para jugar en paz.
Natividad Cepeda © 2021 Todos los derechos reservados. También de todas las fotografías que aparecen en el muro soy autora.
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