sábado, 31 de marzo de 2012

Con la sed de todos






                         XVI



La vida es un comercio ilícito de tahúres
Mercadeo de especias en puestos callejeros,
homenaje a la bolsa del préstamo y el IBEX
en los excelsos campos de finanzas.
El cálculo y su utilidad es una caverna sectorial
adonde no acceden los que piden trabajo.
En las sesiones de la bolsa la clave del mercado
estriba en la composición de los valores,
y el canto que se escucha, no es de mirlos.
No hay otro canto de sirenas que la voz que anuncia
la caída o la baja bursátil del índice que muestra
si las ganancias enriquecen o arruinan.
No preguntes a nadie si es de Dios o del Cesar
la moneda que se juegan.
El dinero adormece las conciencias y sus cimientos
están hechos de llanto, de hambre de miseria.




Poema del libro "Con la sed de todos"  Natividad Cepeda

Finalista XXIX Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística 2009

Fotografía: Natividad Cepeda

Vía dolorosa espiga y pan de resurrección



Ha llegado la primavera despertando a la naturaleza dormida irrumpiendo en la penosa realidad de la vía dolorosa de los millones de parados españoles. 
Ha llegado el tiempo de cuaresma envuelto en la lujuria de los que cobran sueldos de muchos ceros de miles de euros, con el balance desolador de aquellos otros, que carecen de lo estrictamente necesario.

Por los barrios de pueblos y ciudades, el consumo ha emprendido el viaje de no consumir, cerrando tiendas y talleres, dejando tras de sí una sociedad menesterosa que ha alcanzado los máximos niveles de bienestar, y que ahora, ve con ojos asombrados, que tiene que renunciar a ellos, porque otros han acaparado fortunas espectaculares difíciles de calcular.

En las largas sesiones de las empresas, al revisar la balanza de pagos y deudas, los resultados son demoledores, quedando reflejado en el despido de plantillas de trabajadores con cargas familiares, deudas de hipotecas impagadas  y gravadas con la usura, de quienes en el ayer cercano, inflaron su precio hasta cotas inimaginables.
Es esta situación un escarnio del que se han mofado, y mofan, los poderosos de la sociedad, de esos otros: los  trabajadores, obreros de cualquier oficio y profesión que buscan como salir adelante, sin otro equipaje, que el de encontrar un trabajo.
Trabajo que nos devuelve la mirada a las fuentes primeras del Evangelio para los que son despreciados y zaheridos por la tragedia del desamparo. Porque no otra cosa es este desamparo social donde la felicidad se sostenía en adquirir cosas materiales olvidando el camino del amor.

Amor desde la equidad de la justicia natural de los seres humanos que proclamó aquél al que le quitaron la vida para sellar su boca. Se llamaba Jesús de Nazaret. Jesús, perseguido por reclamar justicia para los pequeños e ignorantes, frente a los legisladores carentes de esa garantía necesaria.

Garantía anulada también hoy en esta vía dolorosa de esta primavera española de 2012.
Ahora, de nuevo, escucho preguntarse a personas diferentes en edad y escala social qué, a dónde está Dios que permite pasarlo mal a tantas personas. Ahora ante la impotencia de llamar a las puertas y encontrarlas cerradas, Dios vuelve a ser interpelado. Se busca su auxilio en el calvario del Gólgota de cada día…Ampáranos Señor, pedimos, porque no tenemos nada. Menos que nada. Nos hemos quedado con la carencia absoluta de no encontrar salida a esta inamovible situación. De poco nos sirve la rabia acumulada y las lágrimas derramadas en el silencio absoluto, de los que mendigan pan y trabajo, porque hasta el pan, falta en las mesas de muchos de nosotros.


Nosotros, los que dependemos los unos de los otros, los que en tiempo de bonanza olvidamos el rostro compasivo, justo y sabio de Jesús de Nazaret. Nosotros, los que nos arrimamos a las salas del poder y miramos a otro lado, cuando vemos como medra la avaricia y la injusticia, llenando las arcas de los impíos carentes de piedad.
Nosotros, que acatamos nuevas doctrinas que masacran hermanos, explotando abusivamente de todos ellos, para sacar rendimiento y agrandar fortunas que, como la divinidad mitológica, distribuye los males más que los bienes.

Gime el corazón  en esta vía dolorosa ante el huracán inseguro del desmoronamiento económico, y nadie nos saca de la inepta inercia en la que estamos sumergidos. Porque ¿quién habla de pecado y pecadores? Nadie, son palabras desfasadas. Pero ¿acaso no es pecado quedarse con el salario de otros aludiendo argucias de inestabilidad económica? 
Todo esto nos suena, es viejo y caduco aunque nos empeñemos en ignorar los cristos sufrientes que ni se atreven a pedir una limosna de trabajo porque  hasta nos falta fe y esperanza los unos en los otros.

Tenemos escrito en las entrañas de nuestra sociedad equivocada un manifiesto de dolor. Dolor de no saber encontrar ayuda porque ni sabemos tender la mano a quien nos lo pide con la mirada. Dolor de carecer de conciencia, al carecer de solidaridad fraterna. Dolor, y dolor de existencia vacía de valores, de auténtica humanidad.
Pobres hijos del hombre nacidos de mujer que olvidan su flaqueza y pequeñez.
Pobres, por olvidar que el futuro es incierto y Dios nos lo advierte desde tiempos lejanos. Pobres por dejarnos engañar por lo hijos de las tinieblas: oscuridad del consumo voraz que no deja tirados en la cuneta de la muerte sin fe en nosotros mismos.


Vía dolorosa de semana tras semana, no para quienes creemos que Dios es Cristo, y desde la cruz nos dice que después de la muerte hay resurrección.  Resurrección para salir de los conceptos engañosos y dejar de ser marionetas de los falsos profetas desde cualquier tribuna.

Patrimonio de amor cristiano, ese es nuestro abolengo. Salir al paso de la naturaleza y resucitar confiando en el futuro porque Dios jamás nos deja de su mano.
Pascua de Resurrección, fiesta del centro del cristianismo la Pascua florida de la esperanza, porque después de la vía dolorosa y el calvario, Jesús de Nazaret, nos asegura que el grano de trigo muere para convertirse en espiga y  pan.



                                                                                                 Natividad Cepeda

martes, 20 de marzo de 2012

FRANCISCO CREIS CÓRDOBA CONSUMACIÓN DE LA PRIMAVERA


                                                                                     Recordando a Paco Creis
                                                                                     poeta y mecenas de la poesía,
                                                                                     a su fiesta de la primavera
                                                                                     en su casa de la Cárcel Vieja
                                                                                     de Valdepeñas. Con mi gratitud
                                                                                                               
                                                                                                                                                                                                        


         En la Mancha la primavera es una pasión de luz y de color. Es cuando el nacimiento de la vida se afirma y la creación vuelve a resurgir ante nosotros con toda su seducción. Para esta aprendiz de la palabra y la escritura, la lengua materna y su expresión es una pasión constante y única. Sin la palabra la poesía no tendría cabida en las artes; y sin la poesía jamás hubiera conocido a Francisco Creis Córdoba.
 Durante años, invariablemente a los poetas nos llegaba una invitación del Presidente de la Asociación Amigos de Juan Alcaide, Julián Creis Córdoba, a participar en La Semana de la Poesía y de la Primavera., lugar: sede de la Asociación, calle Cárcel Vieja, 12, en Valdepeñas. Y allí nos recibía Paco Creis con su voz de tierra, y su ágil pensamiento, que sin esfuerzo nos dedicaba frases a la medida de los que íbamos llenando el patio señorial de su casa.
       La primavera desde hace años tenía ese pórtico entrañable de la casa de Paco Creis y cuando por causas mayores no me era posible asistir, sentía que algún ropaje floral me faltaba de la primavera.
Este año de 2003 a la casa emblemática de Valdepeñas le ha faltado su dueño. Fuimos llegando los poetas y los amigos, entramos al zaguán, nos sentamos en  el patio y todo estaba igual; la galería, los cuadros, las macetas con sus plantas, el sol que se colaba desde arriba a través de la cúpula de cristal, la mesa con el mantel y el micrófono, el atril al lado dispuesto para los que nos atreviésemos a leer... La puerta de la calle abriéndose y cerrándose en pequeños espacios de tiempo, los saludos a los amigos, Maruja, Julián, Matías Barchino, Emilio Ruiz  Parra y Franca, Aurora Gómez Campos, Jerónimo Calero, Antonio García de Dionisio, María Luisa Menchón, Pilar Martín de Pozuelo, Nieves Fernández, Eugenio Arce Lérida, Esteban Rodríguez, Isabel Villalta, Teresa Sánchez Laguna, Nicolás Del Hierro con  Ana, su esposa. Isabel del Rey, Jesús Lara Serrano, Victoriano González de la Aleja, los amigos de los componentes de la Tertulia A 7,-los que quedan- Manuel Velasco, Pepita... y muchos otros amigos valdepeñeros  y de otros pueblos que fieles a la cita con la primavera fuimos ocupando las butacas en el patio.

No se leyó como es habitual en esa celebración un poema de Juan Alcaide. Esa mañana Julián Creis Córdoba explicó que la IX Semana de la Poesía y La Primavera era un Álbum Poético en Homenaje al desaparecido Francisco Creis Córdoba. En su memoria se leyó uno de sus impecables y bellos sonetos.  La mañana entonces, se quedó inútil, porque el sol no derramaba suficiente luz sobre la Mancha y Valdepeñas.    
   
      Nicolás del Hierro fue el primero en leer y en denunciar que allí, en aquella casa y en aquél día, faltaban muchos amigos que, ingratamente, no habían acudido a la cita.   Se acurrucó la mañana entre las columnas de piedra del patio mientras los minutos se fueron muriendo sin sonrisa y algo irreparable, parecido a un dogal me oprimió el espíritu. Sentí a mí alrededor una tristeza geográfica, como si en cada sitio de aquella casa faltara el aire.  Fue como si en aquella mañana las semillas que germinaban se desvanecieran y la máquina del tiempo, injusta, me restara el tiempo que ya nunca más volvería.

      Leímos. Leíamos poemas en recuerdo de Paco Creis, y las palabras eran húmedas, y los ojos estaban turbios porque en el horizonte de la mañana y en el mapa del pueblo, ya no veíamos al amigo entre nosotros.
Terminó la lectura y con ella la consumación de la mañana. Nos fuimos unos pocos a comer, como en otros años, al Mesón del Cojo. Ninguno dijimos nada de lo que allá dentro del alma, escondida como una mortal herida teníamos. Luego nos despedimos y salimos por diferentes carreteras de regreso a nuestros puntos de destino. La tarde con su cántico de primavera fue dejando su signo en el paisaje, y en ese territorio inmaterial del sentimiento volvió Francisco Creis Córdoba abriendo los postigos del recuerdo.
Volvió con todo su equipaje humano a borbotones, con sus repuestas rápidas y contundentes, con su generosidad de singular mecenas, con su pasión de amor por la poesía, con la apertura de su persona y de su casa, de su pueblo, de su vida, de su muerte en enero y de su renuncia a descansar en suelo manchego por amor a un amor más fuerte que la simbiosis de la muerte y la vida; su esposa, su amor de toda su vida...

Sé que hoy es primavera y que en ella, aunque marque el número de un teléfono ya jamás volverá a contestarme la voz peculiar y fraterna de Paco. Su voz vital de tierra fuerte y dura como la tierra manchega. Su voz invitadora que acercó a Valdepeñas a tantos hombres y mujeres con la palabra y el lenguaje como único equipaje. Su voz que hablaba de Juan Alcaide y que lo mantuvo vivo a pesar de que alguien escribiera de él, que era un poeta de pueblo, en tono despectivo. Como si los poetas de los pueblos no cupieran dentro del circular devenir del milagro del lenguaje y la creación.

Paco y su voz varonil que se había vuelto  débil, porque batalló con la muerte en favor de la vida hasta que no pudo más.
Paco, disculpador, cuando yo me disculpaba por llamarlo en los últimos meses de su vida.  No, no me molestas, al contrario llámame, repetía siempre, y  me decía que la mía, era una voz muy querida, y que cuando él, ya no pudiera  seguir hablando por causa de su enfermedad, apagaría el teléfono.
Esa voz que es ahora silencio, punto final de una etapa, de la vida de un gran hombre poeta y soñador, quijote de esta tierra que sentimos cerca a pesar de la lejanía de la muerte.
Lo sentimos, lo siento, de la misma manera que se siente crecer la siembra y nacer los tallos en las viñas; viñas que él tanto amó. Amor del mismo modo y manera que se crea un verso para alojarlo en un libro, así sentimos la marcha del amigo. Un libro al que acudiremos, cuando hayan pasado muchas primaveras, para que así Paco, resurja y vuelva consumado en ella y en sus versos. 
Y por ella, la palabra regrese a otros labios, a otros ojos, a otros corazones...

       Paco Creis, llamarte amigo y conocerte ha sido y es, un privilegio, un regalo que la vida me dio. Perderte, es como tú muy bien has dejado escrito, "es la hora final de la verdad". Esa verdad que se llamó Valdepeñas, y a la que nos llevaste hasta después de tu muerte a vivir la primavera sin ti, pero contigo en la poesía. hoy casi igual que ayer.
Mañana cuando regresen otras primaveras y en el transcurrir de los años estas palabras sean sólo olvido. Mañana, yo deseo que tu palabra hermosa y verdadera con la que compusiste tus  sonetos, vuelva a ser leída en Valdepeñas.  Mañana, cuando tu  existir sea perfil del día y cáliz del los estambres de la flor del almendro.
                                                          -----------
Hoy nueve años después de tu partida  sigo sintiendo que a esta primavera de 2012 le falta tu presencia y tu ímpetu de generar amistad alrededor de la poesía. Pero, sabes, Paco, los almendros siguen floreciendo y al verlos en todo su esplendor te evoco porque siempre seguirás unido a los brotes nuevos de cada primavera de mi vida.

                                                                                                 Natividad Cepeda




 Dibujo: Natividad Cepeda
            

Principio del recuerdo




Al otro lado del espejo me mira una muchacha.
Tiene el cabello largo y unos ojos inmensos.
Lleva entre sus labios mil canales turbadores de fuego.
Me mira con su cuerpo desnudo y una suave  piel
sonrosada. Sutilmente las gotas le resbalan.

El baño le ha dejado un rocío caliente y perfumado.
Blandamente del pelo chorreante le cae sobre los hombros
el agua como lluvia de jungla entre vapores.
Se contempla y no se reconoce.

Con sus manos y brazos como a modo de embozo
se tapa todo el pecho. No le gusta mirarse.
se cubre con albornoz granate y vuelve
a secarse  con una toalla el cabello.

Con sus pies desnudos se sienta en el borde de la bañera
y se queda con un aire secreto convertida en estatua.
Canastillo redondo son sus manos unidas.
De repente su rostro me interroga y me mira.

Altanera, se yergue, así, semidesnuda
y con pujante fuerza con sus ojos pregunta:
¿Cuántos años pasaron con su grito en mis huesos?
Impasible le desenredo con un peine el cabello.

La rosa de los vientos se ha llevado tus años,
pero aún tus axilas  tienen negro su vello.
Los años tatuaron tu rostro y tu cuerpo,
pero no tu mirada arbolada de ensueño,.

La muchacha se borra entre el vaho del espejo
y dos lágrimas se deslizan por su cara
y en el pecho se detienen calientes.
Como dos caracolas en el pezón se duermen.

                                                                                                Premio Ciudad de Chinchilla de Montearagón (Albacete)
                                                                                                                                                                                                  Incluido en el libro Palabras desde el silencio.