miércoles, 27 de agosto de 2014

                                                      Las ferias esperadas

En los pueblos el verano nos traía las ferias. Las ferias eran esperadas con ilusión por su significado de fiesta.  Por entonces, desde las tapias de los pueblos; de todos los pueblos, el ruido del ferial era el mejor pregonero de esa fiesta veraniega. Los niños las esperaban soñando  con ese mundo mágico de las luces de colores  mezclado con el sonido estridente de las atracciones de feria: todos soñaban con subir en ellos y viajar a un mundo de fantasía. Alrededor de tómbolas y casetas la gente imaginaba ganar premios fabulosos y el suelo se llenaba de una alfombra de papelillos alrededor de ellos.
Tan sólo hace unas décadas los niños de los pueblos todavía conservaban esos sueños. Casi toda esa magia se perdió igual que se perdieron los corrales, los patios y la seguridad de jugar en la calle protegidos por la vecindad. Las ferias siguen llegando puntuales a su cita y en Tomelloso el ferial es enorme, se expande y dilata versátil y grande como si al venir los feriantes a Tomelloso  todos tuvieran aseguradas las ganancias.  Y los niños, los más pequeños, siguen llegando al ferial y todos lo miran y contemplan con mirada de sorpresa y sobresalto. Pero  incluso a los más chiquitines se les pone el veto de  la restricción de dar vueltas y vueltas por lo costoso de los viajes. Casi siempre ha sido así, aunque ahora se impone la levedad de viajar en los tiovivos porque la crisis  no concede tregua para que acabe pronto y las ayudas sociales no son todas las que son enunciadas por los ediles de los municipios.
Agosto nos envuelve en su capa de sol caluroso y no todo bajo el sol es satisfactorio. Por las tapias y  naves industriales  abandonadas de Tomelloso, julio y agosto  nos ha dejado una muchedumbre de hombres negros que no sabemos porque han llegado tantos y de pronto, como si  las pateras y las vallas de Melilla estuvieran a la vuelta de los caminos y el mar nos lavara los pies de los cultivos.   Cultivos abandonados: sandias que no se recogen porque nadie las paga y quiere; vino que sobra y uvas que maduran y esperan ser recogidas bajo la incógnita de los caldos sobrantes de la campaña anterior… y empresas que se cierran y tiendas que desaparecen de un día  para otro de los hombres blancos habitantes de Tomelloso.

En la feria  tomellosera hay calles llenas de puestos que muestran su mercancía variopinta y tenderos africanos, orientales y sudamericanos esperando  pacientemente a los compradores. La gente pasea, se acerca a  los puestos toca un bolso, un pañuelo, una figura tallada de madera, un collar, unas deportivas de marca falsa y siguen después su paseo sin apenas comprar algo porque los euros no sobran y todo el año hay gente por las calles ofreciendo cosas… Paseamos por el ferial,  por entre los puestos de artículos, bares, chocolaterías y restaurantes  con  olor a pollo asado y patatas asadas  gigantes que también han perdido su novedad. Los niños señalan con sus dedos lo que les admira y quieren, se paran delante de los puestos de los juguetes y piden que se les compre algo… Es la feria y en su círculo de luces y ruido la gente; toda la gente, todavía espera conseguir un sueño.
En otro apartado está la feria oficial  con su programa diseñado en busca de conseguir la bendición popular que después se transformará en votos. Votos que dan poder, riqueza y seguridad a los políticos.  

Y en esa otra feria también hay sueños y logros diversos: los sueños de las jóvenes designadas para lucir belleza coronadas para ser mostradas cual símbolo local, los premiados con los trofeos de concursos programados, los elevados al pódium de la honorabilidad por ser nombrados con distinciones y reconocimientos, y los que acuden a orar al templo porque la feria tomellosera es en honor de la Santísima Virgen de las Viñas, Patrona de este pueblo.  
Nos quedan las corridas de toros, las atracciones populares de la Plaza de España por las noches, gratuitas y concurridas, el abrazo con los tomelloseros ausentes, y el paseo por todos los lugares de la feria. Agosto  tiene el broche de la traca final mientras los agricultores recogen las gomas del riego por goteo, siguen sufriendo los robos en el campo y preparan la vendimia con el escozor de la inestabilidad en los mercados. Cuando la traca finaliza regresan los tomelloseros que se marcharon la noche de la pólvora a vivir los días de la feria en otros puntos geográficos. Al amanecer del día siguiente  todavía por Tomelloso hay grupos de jóvenes que fatigados y felices van regresando a sus casas después de vivir la “Cena de gala” con sus mejores galas, con alguna pérdida del esplendor de las primeras horas de la tarde-noche.
En ese amanecer de la despedida de la feria  por la calle se mezclan los agricultores que van al campo y los jóvenes que regresan de ella, con los que vagabundean arrastrando la pesadilla universal de buscar un lugar en la tierra, mejor que en  donde nacieron.  Sí, todos vivimos la feria dentro de las tapias de Tomelloso, unos mejor que otros, como casi siempre ha sido y es en la feria del mundo.

                                                                                                              Natividad Cepeda

Publicado en  “El periódico del Común de la Mancha” Feria 2014

Arte digital:  N Cepeda