Las ferias esperadas
En los pueblos el verano nos traía las
ferias. Las ferias eran esperadas con ilusión por su significado de
fiesta. Por entonces, desde las tapias
de los pueblos; de todos los pueblos, el ruido del ferial era el mejor
pregonero de esa fiesta veraniega. Los niños las esperaban soñando con ese mundo mágico de las luces de
colores mezclado con el sonido
estridente de las atracciones de feria: todos soñaban con subir en ellos y
viajar a un mundo de fantasía. Alrededor de tómbolas y casetas la gente
imaginaba ganar premios fabulosos y el suelo se llenaba de una alfombra de
papelillos alrededor de ellos.
Tan sólo hace unas décadas los niños de los
pueblos todavía conservaban esos sueños. Casi toda esa magia se perdió igual
que se perdieron los corrales, los patios y la seguridad de jugar en la calle
protegidos por la vecindad. Las ferias siguen llegando puntuales a su cita y en
Tomelloso el ferial es enorme, se expande y dilata versátil y grande como si al
venir los feriantes a Tomelloso todos
tuvieran aseguradas las ganancias. Y los
niños, los más pequeños, siguen llegando al ferial y todos lo miran y
contemplan con mirada de sorpresa y sobresalto. Pero incluso a los más chiquitines se les pone el
veto de la restricción de dar vueltas y
vueltas por lo costoso de los viajes. Casi siempre ha sido así, aunque ahora se
impone la levedad de viajar en los tiovivos porque la crisis no concede tregua para que acabe pronto y las
ayudas sociales no son todas las que son enunciadas por los ediles de los
municipios.
Agosto nos envuelve en su capa de sol
caluroso y no todo bajo el sol es satisfactorio. Por las tapias y naves industriales abandonadas de Tomelloso, julio y agosto nos ha dejado una muchedumbre de hombres
negros que no sabemos porque han llegado tantos y de pronto, como si las pateras y las vallas de Melilla estuvieran
a la vuelta de los caminos y el mar nos lavara los pies de los cultivos. Cultivos
abandonados: sandias que no se recogen porque nadie las paga y quiere; vino que
sobra y uvas que maduran y esperan ser recogidas bajo la incógnita de los
caldos sobrantes de la campaña anterior… y empresas que se cierran y tiendas
que desaparecen de un día para otro de
los hombres blancos habitantes de Tomelloso.
En la feria
tomellosera hay calles llenas de puestos que muestran su mercancía
variopinta y tenderos africanos, orientales y sudamericanos esperando pacientemente a los compradores. La gente
pasea, se acerca a los puestos toca un
bolso, un pañuelo, una figura tallada de madera, un collar, unas deportivas de
marca falsa y siguen después su paseo sin apenas comprar algo porque los euros
no sobran y todo el año hay gente por las calles ofreciendo cosas… Paseamos por
el ferial, por entre los puestos de
artículos, bares, chocolaterías y restaurantes
con olor a pollo asado y patatas
asadas gigantes que también han perdido
su novedad. Los niños señalan con sus dedos lo que les admira y quieren, se paran
delante de los puestos de los juguetes y piden que se les compre algo… Es la
feria y en su círculo de luces y ruido la gente; toda la gente, todavía espera
conseguir un sueño.
En otro apartado está la feria oficial con su programa diseñado en busca de conseguir
la bendición popular que después se transformará en votos. Votos que dan poder,
riqueza y seguridad a los políticos.
Y
en esa otra feria también hay sueños y logros diversos: los sueños de las
jóvenes designadas para lucir belleza coronadas para ser mostradas cual símbolo
local, los premiados con los trofeos de concursos programados, los elevados al
pódium de la honorabilidad por ser nombrados con distinciones y reconocimientos,
y los que acuden a orar al templo porque la feria tomellosera es en honor de la
Santísima Virgen de las Viñas, Patrona de este pueblo.
Nos quedan las corridas de toros, las
atracciones populares de la Plaza de España por las noches, gratuitas y
concurridas, el abrazo con los tomelloseros ausentes, y el paseo por todos los
lugares de la feria. Agosto tiene el
broche de la traca final mientras los agricultores recogen las gomas del riego
por goteo, siguen sufriendo los robos en el campo y preparan la vendimia con el
escozor de la inestabilidad en los mercados. Cuando la traca finaliza regresan
los tomelloseros que se marcharon la noche de la pólvora a vivir los días de la
feria en otros puntos geográficos. Al amanecer del día siguiente todavía por Tomelloso hay grupos de jóvenes
que fatigados y felices van regresando a sus casas después de vivir la “Cena de
gala” con sus mejores galas, con alguna pérdida del esplendor de las primeras
horas de la tarde-noche.
En ese amanecer de la despedida de la
feria por la calle se mezclan los
agricultores que van al campo y los jóvenes que regresan de ella, con los que
vagabundean arrastrando la pesadilla universal de buscar un lugar en la tierra,
mejor que en donde nacieron. Sí, todos vivimos la feria dentro de las
tapias de Tomelloso, unos mejor que otros, como casi siempre ha sido y es en la
feria del mundo.
Natividad Cepeda
Publicado en “El periódico del Común de la Mancha” Feria
2014
Arte digital: N Cepeda
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