POETAS DE CASTILLA-LA MANCHA ESCRIBEN SOBRE EL GRECO
El greco retratado por los
poetas de Castilla-La Mancha
La lectura de poemas fue el miércoles, 9 de abril a las 18,00 h de 2014 en la Biblioteca de Castilla-La Mancha de Toledo. El director de la Biblioteca nos invitó a participar…
Ahora, con motivo del IV Centenario de la muerte del Greco, sin duda uno de los acontecimientos culturales más relevantes de nuestro país en 2014, la Biblioteca de Castilla-La Mancha desea impulsar nuevos textos, nuevas visiones, nuevos poemas acerca de El Greco…
Sois los
poetas los que movéis los pueblos y quienes tenéis la palabra. Por ello, esta
humilde iniciativa de la Biblioteca pretende rogaros vuestra colaboración en
este IV Centenario de la muerte de El
Greco utilizando vuestro preciado don de la palabra, vuestros versos, vuestras
emociones.
Juan Sánchez
director de la Biblioteca de Toledo
Coordino el Acto Alfonso González
Calero del departamento de Actividades Culturales de la Biblioteca.
De
aquél encuentro se tomó una fotografía mirando al infinito del mundo de El
Greco los poetas asistentes. Queda esa fotografía de un fugaz encuentro y unos
poemas verdaderamente emocionados de todos los poetas que acudimos con nuestra
poesía a esa cita singular, recordando al genial pintor nacido en Candía de la isla de Creta, y muerto en la
ciudad del Tajo por excelencia que es Toledo.
Doménikos
Theotokópoulos salió de su isla a los 26
años, después estuvo unos 10 años por Italia, Venecia, Roma… Llego a Madrid,
según dicen, y allá por el 1577 llegó a Toledo. No regresó a ver el mar, su mar
y su isla se quedaron lejos para siempre.
Como tantos otros artistas no fue suficiente valorado en vida y casi
desconocido hasta hace poco más de un siglo.
No hay
duda sobre su gran espiritualidad presente en su pintura. Y no sólo porque tenía
que pintar lo que le encargaban para iglesias y conventos si no, por su única
manera de idealizar y plasmar el arte. Se ha escrito que sus figuras son
irreales, etéreas casi de otras esferas
y mundos alejados de lo real: se escribe estudiando su evolución, que hoy nos
hace admirarlo y detenernos ante cualquiera de sus cuadros, tratando los
críticos de arte, sacar a la luz para
los neófitos la esencia del artista. Lo verdaderamente singular es que hoy
cuando nos paramos delante de uno de sus cuadros algo en las entrañas se nos
revuelve, tratamos de imaginarnos como
era el hombre que pudo pintar las personas y la vida de aquél momento de esa
forma y color; miramos y en silencio intentamos viajar a su alma para atisbar
algo de su genialidad. No podemos evitar quedar atrapados en su mundo interior
reflejado en toda su pintura.
No era fácil elegir uno de sus
cuadros para ponerle música de palabras. No lo fue para mí. Recordé la Sagrada Familia
con Santa Ana. Recordé cuando yo amamanté a mis hijas, y también cuando mis
hijas han amamantado a sus hijos… los niños, todos ellos son un milagro vivo.
Un misterio. Y escribí sobre esa escena familiar.
Un año
dedicado a, Doménikos Theotokópoulos, El
Greco, no es suficiente para descubrirlo en su inmensidad artística. El pasado
2014 ha servido para hacernos ver que
los críticos de arte se equivocan
cuando juzgan a los artistas. Se equivocaron con El Greco, y hoy se equivocarán
con otros muchos cuando desprestigian a unos y ensalzan a otros. El tiempo, ese dueño y señor que prevalece por
encima de los mortales es el que pone a cada cual donde le pertenece.
Contemplado
La Sagrada Familia con Santa Ana
del Greco
Es tan
bella la madre que amamanta que los ojos
no
regresan de contemplar su rostro. Ella,
es salmo
sereno
de dulzura y de paz. Todo es luz en María.
Perfección
de blancura el pecho que amamanta
al niño
desnudo que descansa sobre el halda
materna. Encarnado el vestido de la Virgen,
anuncia
su
ascendencia solar y celestial. Y
amarillo, como flor
de
retama de los campos manchegos, es el lienzo
que
cubre el cuerpo de su hijo. Un niño
desvestido
rodeado de amor. Desnudez de la carne mortal.
Y Doménikos,
imagina, los niños de su infancia.
Las
madres frente al mar dando el pecho a sus hijos,
la
fuerza germinal de la leche, y los
desnudos clásicos
de las
islas de Grecia. ¿Quién puede no extasiarse
ante
tanta belleza? Una bella muchacha, delicada
y
gentil, sostiene en su regazo el amor de
su vida.
Doménikos no duda, que la madre de Dios
ha
de ser
la más bella: deleite notable en
su grandeza.
No de
otra manera sería su vientre el altar de
su Dios.
Y dibuja
el ovalo perfecto, la nariz aguileña,
y las
cejas dos puentes armónicos para la mirada
limpia
del río de los ojos. Su virginal
mirada,
amanecer,
que rompe tinieblas y pesares.
Las
colinas suaves y sonrosadas de los labios
oran sosteniendo a su niño. Y caben todavía,
debajo del velo, las hebras de cabellos dorados.
Un
jardín de belleza es el rostro enmarcado.
El
pintor extranjero imagina una Biblia creada
con
pinceles. El Tajo es su Jordán. Toledo es Nazaret.
El ama
esa ciudad. El niño descansa su mano,
en la
mano perfecta de la madre, delicada y cuidada
de dama
principal. Las manos, todas ellas,
acarician
al niño:
lo protegen como si imaginaran lo que ha de llegar
a
suceder. Santa Ana cubierta su cabeza
medita
silenciosamente. Genealogía
y epilogo
de lo
que ya está, hecho. ¿Qué más puede
esperar?
Cristal de sembradura
la figura paterna.
Ni
purpura ni armiño lleva sobre los hombros.
San José
es ternura a la orilla del cielo.
Llueve
sobre Toledo, Doménikos se duerme.
Llegaron
las cigüeñas sobre torres de iglesias.
Es abril
y en el huerto cantan los gorriones.
En el
cristal del río, El Greco, es una sombra
de
interminable luz del color de la aurora.
Natividad Cepeda
Escrito
este poema en Tomelloso: leído en Toledo el 9 de abril de 2014
(1)
Fundación Casa Ducal Medinaceli
Sospecho que hay muchas formas de comunión entre el Doménikos aquel y la Natividad esta. Especialmente, la comunión en la belleza.
ResponderEliminarAbrazos, siempre