miércoles, 14 de diciembre de 2016

Hoy 14 de diciembre, la niebla es un mato húmedo cubriendo Tomelloso. En mi calle hay una rotonda que su centro alberga un olivo centenario traído de los campos lejanos de otras tierras sureñas; el olivo es la belleza suprema dela calle, hermoso y callado soporta estoicamente los humos de los coches y los frenazos desesperados de la ausencia paciente de los conductores que parecen tener prisa para dejar de vivir.
Hace días que a su tronco han puesto una faja de luces blanca como símbolo de Navidad profana, al mirarlo pienso en lo costoso de esa falsa Navidad  en torno al árbol y sumo, sin saber, el conste de todas las luces de mi pueblo  que se encienden para  alegrar los días navideños. Ignoro la cifra del coste pero es un dinero tirado que a nadie beneficia y que tampoco hace mejor los días de diciembre.
Por aquí y por allá se hacen festivales locales para sacar fondos y poder ayudar a las asociaciones que dan de comer y pagan facturas de luz eléctrica a los que lo necesitan, mientras en las calles se encienden luminarias que todos pagamos sin que se nos hay pedido permiso ni opinión.
Hoy leyendo la poesía de Juan de Yepes- una vez más-pienso en la dureza de su vida, y haciendo mía la frase de Teresa de Jesús, imagino cuanto sufrieron sus “huesecicos”  hasta el mismo día de su muerte. Inteligente y bondadoso fue incomprendido y perseguido por aquellos que jamás debieron hacerlo: por los suyos. Pero decía verdades y amaba más allá de la vida, experiencias que no alcanza a la mayoría porque se engalanan como el olivo con fajas de luces artificiales. Su poesía leída, por menos de lo que presumen de haberla leído, es una poesía nacida y creada desde la formación académica y del amor infinito al Creador; poesía vehemente, hermética, por aquello de la persecución y de la incomprensión y también porque carecía de vulgaridades que en ese pasado existían igual que hoy.
Su santidad para los católicos es fehaciente por lo que lo llamamos como él quiso llamarse Juan de la Cruz; San Juan de la Cruz, llamado y declarado por la iglesia, Patrón de los poetas, al que ruego, que me ayude, que  nos ayude a todos, creyentes y no creyentes en su fe cristiana y sí en su poesía, para ver la luz a través de la niebla de este día y no a través dela hipocresía reinante.
Para reconocerle y honrarle  unos versos de su “Noche oscura”, en esa noche  que el alma, su alma de creyente en Cristo Hijo de Dios,  clama a Él, cuando es perseguido injustamente: cuando clamamos y somos perseguidos por diferentes causas y poderes otros poetas y otras personas injustamente. Porque la injusticia para desgracia humana sigue vigente hoy después de tantos siglos.
Su poesía  es vigente a pesar de los siglos transcurridos.
NOCHE OSCURA
 En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

 En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.


 Aquésta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

 ¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

 En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba

 El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

 Quédeme y olvídeme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y déjeme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

En Tomelloso a 14 de diciembre de 2013     

Hoy 14 de diciembre de 2016 también el día es gris, continuo leyendo a San Juan de la Cruz y creo en su mensaje de fe y en su mensaje poético. El texto que aparece lo publique en Facebook  en 2013 y ante su actualidad vuelvo a lanzarlo a las redes porque creo que las banalidades de nuestra sociedad hay que intentar humanizarlas en vez de aplaudirlas y seguirlas.
De nuevo la Navidad llama al corazón y su llamada es algo más que luces de colores y publicidad de perfumes y comida de lujo: Navidad es Amor y ese amor hay que compartirlo y darlo a cuantos carecen de lo necesario para el cuerpo y para el alma.
La poesía y los poetas también estamos llamados a ser anunciadores de belleza y de justicia por encima de todas las ideologías.  
                                                                                                        Natividad Cepeda

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