No hay otro
contrato que la continuidad en esta aventura de avanzar y denunciar todo lo que
está mal; todo lo que entorpece y obstruye lo que es justo y razonable, venga
de donde venga. Porque es cierto que estamos desencantados de tanto bucanero de tierra adentro como si
el bien común fuera un saqueo ilimitado. O como si el enemigo es, todo aquél que no piensa y actúa como la ley
marcada por el político que no piensa en el pueblo llano, el mismo pueblo que
le dio el poder y a través de discursos y arengas suscita el enfrentamiento
tácito amparándose en la denuncia de los contrincantes sin reparar en la suya
propia.
Enardecer a
las multitudes para que se queden sólo,
con la parte superficial de la verdad que suele enmascararse tras acusaciones
al contrario para así, encubrir lo que
no conviene. Las reformas extremas siempre nos han abocado al error y a la
pérdida de valores consensuados
similares al desprecio por la persona, a la avaricia y la soberbia de querer
estar por encima de los demás, al expolio ejercido por banqueros sin escrúpulos
al asignarse cantidades millonarias exentas de ética de moral y de decencia. Y
somos muchos los que pensamos que esos delitos no deberían prescribir ni
extinguirse, además de devolver lo sustraído indebidamente cobrándoselo en bienes propios, o en caso de
alzamiento de bienes, en trabajos para la comunidad y pérdida de libertad. Y
esa misma sanción aplicable para los facinerosos de cualquier grupo social,
sindicatos, constructores, profesores y obreros que no cumplen con la parcela
que deben dar personalmente a la sociedad donde se les protege, acoge y preserva de todo daño.
Octubre nos deja el suave adiós del verano sin que
nos bese la lluvia tanta sequía en el alma y en la naturaleza. Como todos
sabemos, volver a señalar la fractura del PSOE es no salir de esa nave a la deriva que debe recobrar el
rumbo con un timonel sincero y leal que despeje los obstáculos impuestos por
quien no ha querido ver, los votos perdidos en
elecciones pasadas. Votos que no han ido al partido del PP, por mucho
que esa realidad no se quiera admitir ni ver. Votos desperdigados en partidos
populistas, radicales y exacerbados para crear
el enojo en ese pueblo
olvidado receptivo a revoluciones
anacrónicas impropias de hoy.
Escucho, leo
y sigo declaraciones sobre ese proceso demoledor desencadenado dentro del PSOE,
originado por ese abuso de palabras equivocadas
de su último dirigente, y no
puedo dejar de pensar en aquél Adolfo Suárez destruido por los suyos y adonde
fue a parar la UCD y el CDS. Porque el desequilibrio cuando se agita es una
marea imparable. Se puede pensar que
nuestra política hay que volver a reconducirla para capear esa situación
antidemocrática y exigir que los liderazgos
se sustenten en lo que es esencialmente humano, honradez y honor:
cualidades que llevan en sí mismas
deberes propios y ajenos. Mientras que esas cualidades no trasciendan a
la vida pública nuestra democracia carecerá de esos derechos individuales, donde la igualdad y el respeto por ideas y credos, sean una máxima del poder y su decencia.
Natividad
Cepeda
Publicado: Diario
digital MANCHAINFORMACIÓN Natividad Cepeda | 05/10/2016
Arte digital: N cepeda
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