El pasado miércoles
25 de noviembre asistí al teatro televisivo de dos hombres, y reconozco, que me defraudaron.
Los hombres se comportaron como dos estrellas estelares (que sin
duda los son) mostrando a lo largo del programa su desenvoltura dialogando como
si fueran viejísimos amigos.
Además presumieron de porte masculino, y que coste que no me
molesta, aunque no lo creo necesario. También se intercambiaron normas de como
interesar a la mujer que quieren
conquistar, y jugaron al pin pon como dos niños educados. Toda una puesta en
escena cuidada hasta en los más mínimos detalles.
El programa está pensado y preparado para mostrar el lado humano
de los invitados desde la acogida del anfitrión y la invitación a pasar a su
casa. Luego hablan de trabajo, familia, actitudes ante la vida y en este caso
de política, porque el invitado era un político. Y para que todo sea acorde con
el siglo en el que vivimos, también pasan a la cocina para demostrar su buen
hacer dentro de esa pieza tan importante de las casas-hogares. El invitado
cogió frutas, batidora y exprimidor y preparó un excelente jugo, como diría un
americano del sur, y así entre sonrisas y desenvoltura desgranaron detalles del
invitado y de su vida que, para eso se había grabado el programa.
El anfitrión y presentador, un veterano en estas tareas,
inteligente y simpático y gran profesional nos trasladó a ver al político como
un hombre joven que además es atractivo y tiene ese halo de triunfador que, es
por lo que estaba sentado junto a él en su casa. Todo perfecto. Hasta el comentario sobre un
cura católico que tiene abierto comedores para los hambrientos españoles, por
lo que no se blasfemó, ni se ridiculizó a la iglesia. Maravilloso. Por una vez,
y para que sirva de precedente, se
respetó esa institución en una cadena televisiva. Y el político habló de los trabajadores
pobres, sí son esos que tienen sueldos bajos, tan bajos que tiene que ir a
comer a los comedores de los voluntarios católicos y del padre cura, al que los
dos admiraban por su labor humanitaria.
No es ese un programa de combate; no. Es un programa de
entretenimiento. ¿Sin nada más? No me lo creo. Pero claro ya soy muy descreída.
Hoy he escuchado algunos comentarios, tímidos y escasos, en
cadenas de radio en las tertulias de los comentaristas y, escasamente alguno se
ha atrevido a decir públicamente, que el político le había decepcionado.
Hay demasiado espectáculo en nuestras vidas, Y entre las
candilejas, a veces, el fango de lo que no es tan políticamente correcto
salpica a todos. A los que están arriba, y no son trabajadores
pobres, y a los que estamos abajo por haber perdido la facultad de pensar y
exigir a los que nos representan, que
además de guapos y felices, nos muestren alguna otra faceta humana, menos edulcorada, porque actualmente
la vida de una gran parte de españoles es ácida y gris.
Esta es una breve nota sobre un político que quiere ser presidente
del gobierno, y un presentador que conoce muy bien al personal y sabe mostrar
lo que queremos ver, porque la realidad es tan fea que no nos gusta, por lo que
la puesta en escena ayuda a tener entretenido al personal.
Natividad Cepeda
Arte digital N. Cepeda
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