sábado, 22 de diciembre de 2012

FUE EN DICIEMBRE



Ocurrió un  día; fue en diciembre,
de pronto, un niño
se hizo carne y habitó un lugar en la casa.
Cuando llegó, lo miramos,
y después de peinar canas
y de haber visto muchos niños
antes de que él naciera,
volvimos a mirarlo emocionados.
Volvimos a ver el milagro de la vida
y a sentir miedo por si después de verlo
le sucedía algo terrible y lo perdíamos.

En el cuaderno familiar,
donde se anotan los días tristes
en los que la muerte nos arrebata
una persona amada,
escribimos, que un niño
nos devolvía la esperanza.
Mirándole, comprendimos,
que un niño es mucho más valioso
que  lo que se puede comprar en los bazares.
Llegó y nos cambió el paisaje cotidiano.

Hubo que cambiar en la agenda fechas
y pedir disculpas a los amigos
por no poder asistir a comidas y cenas.
Tuvimos que hacer un hueco
 en las habitaciones
para cuando él llegara... 
Bajamos la cuna que dormía el sueño
del olvido en el trastero,
compramos colchón y biberones,
trona y juguetes, al mismo tiempo
que dejábamos de ver la televisión
para impedir que el niño despertara .
Las cosas importantes se redujeron
a mirar sus primeros balbuceos,
a indagar como le salía el primer diente,
y asistir asombrados
como al destetarlo su madre
se tomaba su primer biberón sin protestar…

En el transcurso de los meses asistimos
extasiados a escuchar sus primeras palabras,
su risa y su alegría al conocernos. 
Gracias a ese niño
el alma se vistió de gozo
                                   y fue un invierno diferente.






                                                                                                                                         Natividad Cepeda 

del libro “Camino de amor” finalista del Premio Mundial de Poesía Mística “Fernando Rielo” 2011


Arte digital: N. Cepeda

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