domingo, 9 de diciembre de 2012

Prosas de Alcandora un cuarto de siglo en Albacete


                                               

El libro de “Prosas de Alcandora” me llegó por correo postal gracias al regalo -no pagado- del escritor Manuel Terrín Benavides, sin dedicatoria alguna, similar a cuando llega la primavera con el sonido de la naturaleza al despertar del letargo invernal. Antología elaborada con quince autores y el reflejo de algunas de sus obras creadas. Literatura vernácula con sabor a cercanía a pesar de las grandes distancias que nos impiden conocernos a los autores manchegos. Autores no siempre conocidos en tertulias y círculos por donde se vanaglorian publicaciones que no  siempre son tan excelentes como se venden en los comentarios literarios de revistas especializadas. 

Prosas de Alcandora, es la constatación de la tenacidad de un grupo de escritores que han sabido mantener una tertulia durante veintiséis años; un cuarto de siglo plagado de nombres que han dejado su impronta en el devenir literario de Albacete. Proceso no fácil de mantener por la complejidad humana inherente a la abstracción artística en cualquiera de sus facetas.

La razón por lo que nace una tertulia es siempre positiva por el bagaje enriquecedor que amplia conocimientos entre personas de ambientes dispares al poner en común experiencias que ayudan a consolidar amistades y compartir afinidades comunes.                                                                                                                     

Más de un cuarto de siglo es mucho tiempo de permanencia escuchando teorías y obviando  envidias soterradas, en ocasiones, por el éxito de unos, que no siempre es el de otros. Actitudes que honran a los tertulianos al permanecer inalterables al paso del tiempo sus encuentros, incorporándose nuevos nombres y despidiendo con el último adiós a los que se fueron físicamente, no sentimentalmente, al recordarlos en la solapa del libro con nombres y apellidos, hecho que hay que resaltar por la generosidad y aprecio que sienten los que han editado de su propio peculio este libro, con aquellos que compartieron tiempo, sueños y lecturas en el pasado.

Alcandora es insistencia de creación  sin ambages de la palabra: empeño en dejar correr las ideas al socaire del abrigo de la pasión poética. Romanticismo de la nueva escuela del siglo XX, que ha trazado el sendero del siglo XXI, para evitar caer en los atolladeros individuales de la soledad de los escritores, tan necesaria y a la vez tan temida. 

Y es con las antologías publicadas de poesía y prosa que se pone un broche de capacidad creadora y unificada, a las reuniones semanales de los escritores que firman los trabajos publicados.
Gremio insigne regido por la profesión de escritor, sin ordenanzas especiales, donde nunca se termina de aprender el oficio. Porque en el intercambio del dialogo estriba  la solidez de las tertulias de Alcandora.


Albacete queda algo lejos para otros colectivos literarios de la geografía española, no así los libros, que tienen la facultad de llegar a las manos de quienes los abrimos  para posar nuestros ojos en sus páginas y empaparnos de su contenido. Gracias al galardonado Manuel Terrín Benavides, por sus máximas calificaciones en premios obtenidos nacionales e internacionales -le pese a quien le pese- como reconoce en el prólogo Domingo Henares, cuando afirma “La palabra Terrín es premio a secas” y también que “lleva sus dedos anillados de versos afluentes”,  devoro con placer la lectura de estas prosas, donde el prólogo  impecable de Domingo Henares introduce a su lectura y al conocimiento detallado de los autores que engrosan el volumen con pinceladas certeras sobre cada uno de los autores desde José Albadalejo Martínez, de prosa limpia y sin afeites, a Isidoro Ballesteros Ruíz, tela de araña de ramificación literaria, Francisco Bonal, o la intimidad de sus versos, Juan Lorenzo Collado, valorado por jurados de altura, Antonio Galdón Sánchez, prosa  poética y sugerente, Mercurio García Iris, muestra suficiente de narración descriptiva, y Francisco Jiménez Carretero, de prosa minuciosa, surcada de pensamientos altos, a  Román Casa Gualda, nostalgia de un relato que se lleva guardado, Martín  Jiménez Vecina, palabras minerales afloran artículos y poemas, junto a Teodora Lozano Garrido, espacio circunscrito de bondad, M. J. M. Arellano, quicio del tiempo donde no sabemos si estamos, y Alfonso Ponce Gómez, retratos breves con la maestría de los buenos toreros, además de Daniel Sánchez Ortega, con una crítica sazonada de ironía, para terminar con Jesús Tomás Tomás, metáfora del tiempo que a todos nos compromete… El prologuista confiesa que se leyó todos los trabajos que integran la obra y a buen seguro que es cierto, porque de no ser así el esbozo escrito de cada uno de los autores no sería posible.

“Prosas de Alcandora- antología” ha sido publicado por  ediciones QVE por los autores. Diseño de portada de Javier Jiménez Hiniesta. En la contraportada fotografía a color de los componentes de Alcandora con texto sobre lo publicado en el libro. Entresaco esta frase   “dejar libertad a cada uno de los autores para expresarse según sus cualidades y preferencias” porque es donde se comprende que esta Asociación Literaria de Alcandora siga adelante después de cumplir veintiséis largos años de permanencia.
Todo libro publicado es testimonio para el futuro.



                                                                                                               Natividad Cepeda



Ate digital: N. Cepeda





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