Cuando el
tiempo navega hacía lo oscuro
y brota
llanto en las heridas de la tierra,
hay que
tomar la antorcha y ser equivalentes.
Por eso
me abrazo a
la columnas que sostienen las palabras,
de este
vacío inmenso, de esta noche sin leyes
y descubro
que nada me compensa mentirme
ni mentir a
los otros acerca de mí misma.
¿No estáis
viendo que ya me he despojado
de mis alas
de falsa mariposa?
Porque hoy como ayer se pisa la
verdad
y apenas
queda luz en el faro de la costa,
me niego a
negociar con mi conciencia humana.
Por eso
porque lo
prometido raras veces se cumple.
Nunca veréis
mi rostro en las fotografías
donde se
ostenta lo sofisticado,
el poder del
dinero, la fama inmerecida,
los besos
que se dan con labios falsos.
Me niego a arrodillarme
ante ídolos
torpes, miserables,
ante un Dios
vengativo,
ante aquellos
que dicen que siempre han existido
los ricos y
los pobres.
Me niego a
compartir
las fórmulas
que admiten y bendicen
la
explotación del hombre sobre el hombre.
Aunque
vengas envueltas en hermosos mensajes
de eruditos
sociólogos
nunca cierro
los ojos ni la voz ni el oído
a las palabras libres
que son como
los puentes sobre ríos sin agua.
Me sublevo ante las puertas
que aparecen
oscuras y cerradas
para
aquellos que nacieron de espaldas
a la suerte,
sin paredes ni techos.
Y también
para bellas muchachas
que han
vendido su cuerpo por un pan necesario.
La vida es despertar
de cara
hacía una meta de todos o de nadie.
No puedo
disculpar a las multinacionales
que explotan
a las masas en ellas atrapadas,
ni a los
santos inocentes de las carreteras
o de la
cocaína.
Porque
avanzan con ellas oscuros egoísmos
organizados,
lujos con marcas, guerras y mísiles
de
dentelladas venenosas, minas ocultas, credos
terroristas,
mi conciencia de madre
se niega a
proseguir ese camino
y también a
las falsas estadísticas
de los
países ricos
con bolsas
de miseria y barrios marginales.
Lejos de mí
las confabulaciones
de sabios
oficiales, plumas comprometidas,
camaleónicos
comunicadores,
chulos que
se alimentan de chismes cortesanos,
ladronzuelos
de lujo,
mientras
naufragan las pateras
y los
muchachos pobres empuñan fusiles
o rebuscan
comida en los estercoleros,
junto a los
perros abandonados.
La vida
no es
exclusiva de privilegiados
con derecho
a romper la pureza del mundo,
los ríos y
las selvas, helados continentes,
los mares,
las montañas.
Todos
somos
deudores del
futuro,
pulso de las
constelaciones
los hijos
obligados de la naturaleza.
Natividad Cepeda.
Primer premio: Agrupación Cultural Guardesa
XXII Certamen Poesía "Feliciano Roldán" A Guarda (Pontevedra)
Arte digital: N. Cepeda
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