jueves, 20 de octubre de 2022

Monumento al Holocausto Judío en Berlín

 

 


Estuve allí parada y en silencio mirando el Monumento al Holocausto. Pensaba en el horror de la guerra. De cualquier guerra de las de ayer y de las que ahora asolan las vidas de miles de personas. Estuve allí, en Berlín, lo descubrí cuando iba andando en busca de la Puerta de Brandeburgo una mañana que salí del hotel para evitar pensar en el miedo que sentía sin decírselo a nadie.

Berlín es tan grande, tan inmenso que no se le conoce nunca. Yo andaba y sin darme cuenta al llegar la noche en mi móvil tenía quince kilómetros de andadura. Así un día y otros sumando kilómetros y días, haciéndome la prueba del Covid 19 para poder traspasar la puerta de un hospital para ver a mi hija. Andaba por las interminables  calles de esa  ciudad europea haciendo hora para ir por la tarde al hospital.      A veces me sentía sonámbula, como si yo no estuviera allí. Añoraba mi pequeño pueblo en mitad de una meseta plantada de viñedos… El río Spree era hermoso y al pasar por él lo miraba ansiosa de llevarme su recuerdo húmedo a mi tierra tan seca y  bella. Me detenía en sus puentes y canales y no podía evitar pensar en todo lo que allí ocurrió antes de que yo naciera.

Anteriormente ese monumento  lo había visto en videos y fotografías pero nada es comparable a verlo allí, tocando sus tumbas, andando entre ellas y sintiendo el dolor  del sufrimiento y de la muerte dictada por seres humanos para infligirla a otros seres humanos igual a ellos.   Bloques de hormigón grises, fríos, desnudos sin cruces, sin flores solo con el dolor del drama y la tragedia salpicados de recuerdos a diferentes alturas como si quisieran representar a esos millones de personas altos y bajos, viejos y niños, mujeres y hombres masacrados, torturados por seres igual a ellos. Hay 2.711 bloques de sepulturas formando un laberinto extraño y triste. Me quedé allí primero mirando, después tocando con respeto y reverencia a aquellos bloques que gritan nombres y más nombres de  mártires alemanes..

Confieso que a un no he podido olvidar aquella sensación de impotencia por lo sucedido. Y tampoco ahora comprendo la guerra de Rusia en contra de Ucrania, y me pregunto ¿Acaso no han ocurrido ya, demasiadas guerras para tener que empezar otra?

El  Monumento al Holocausto  es un recordatorio de lo que no se debe volver a hacer. De poco ha servido porque a fecha de hoy 20 de octubre de 2022 las guerras prosiguen

 

 

Natividad Cepeda

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