Estuve
allí parada y en silencio mirando el Monumento al Holocausto. Pensaba en el
horror de la guerra. De cualquier guerra de las de ayer y de las que ahora
asolan las vidas de miles de personas. Estuve allí, en Berlín, lo descubrí
cuando iba andando en busca de la Puerta de Brandeburgo una mañana que salí del
hotel para evitar pensar en el miedo que sentía sin decírselo a nadie.
Berlín
es tan grande, tan inmenso que no se le conoce nunca. Yo andaba y sin darme
cuenta al llegar la noche en mi móvil tenía quince kilómetros de andadura. Así
un día y otros sumando kilómetros y días, haciéndome la prueba del Covid 19
para poder traspasar la puerta de un hospital para ver a mi hija. Andaba por las
interminables calles de esa ciudad europea haciendo hora para ir por la
tarde al hospital. A veces me sentía sonámbula,
como si yo no estuviera allí. Añoraba mi pequeño pueblo en mitad de una meseta
plantada de viñedos… El río Spree era hermoso y al pasar por él lo miraba
ansiosa de llevarme su recuerdo húmedo a mi tierra tan seca y bella. Me detenía en sus puentes y canales y
no podía evitar pensar en todo lo que allí ocurrió antes de que yo naciera.
Anteriormente
ese monumento lo había visto en videos y
fotografías pero nada es comparable a verlo allí, tocando sus tumbas, andando
entre ellas y sintiendo el dolor del sufrimiento
y de la muerte dictada por seres humanos para infligirla a otros seres humanos igual
a ellos. Bloques de hormigón grises,
fríos, desnudos sin cruces, sin flores solo con el dolor del drama y la
tragedia salpicados de recuerdos a diferentes alturas como si quisieran
representar a esos millones de personas altos y bajos, viejos y niños, mujeres
y hombres masacrados, torturados por seres igual a ellos. Hay 2.711 bloques de sepulturas
formando un laberinto extraño y triste. Me quedé allí primero mirando, después tocando
con respeto y reverencia a aquellos bloques que gritan nombres y más nombres
de mártires alemanes..
Confieso
que a un no he podido olvidar aquella sensación de impotencia por lo sucedido.
Y tampoco ahora comprendo la guerra de Rusia en contra de Ucrania, y me
pregunto ¿Acaso no han ocurrido ya, demasiadas guerras para tener que empezar
otra?
El Monumento al Holocausto es un recordatorio de lo que no se debe volver
a hacer. De poco ha servido porque a fecha de hoy 20 de octubre de 2022 las
guerras prosiguen
Natividad
Cepeda
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