miércoles, 7 de agosto de 2019

Lunes 22 de julio X encuentro de Oretania de Poetas en el palacio de Claveria de Aldea del Rey


Hay lugares  que al pasar por ellos sus piedras nos hablan de historias olvidadas que jamás debieron quedar en el olvido. Cuando llego a esos pueblos y lugares me asombra no conocerlos al tenerlos tan cerca.
En ese contexto se encuentra Aldea del Rey, pequeño municipio de la provincia de Ciudad Real con  monumentos espectaculares que casi nadie visita ni conoce.  Y en ese olvido y dejadez también está su Historia, la de los valientes aldeanos que no temieron enfrentarse al defender sus derechos ante la Orden poderosa de los Maestre Calatravos.
De ese ayer nos queda su Fortaleza Castillo en el cerro del Alacranejo. Es la montaña  que señala el  Sur, majestuosa, que predomina influyendo respeto a la mirada de quien la contempla y coronando las alturas,  el Sacro Convento de Calatrava la Nueva. 
En ese viaje  al pasado queda también el Palacio de la Clavería que mandó fundar el rey Felipe II para residencia de los Claveros de la Orden de Calatrava. Pero ¿quiénes eran los Claveros? Eran los custodios  del castillo y del convento y fue residencia de estos legendarios frailes. La villa de Aldea del Rey fue residencia de los frailes de la Orden de Calatrava, moradores del Convento de Calatrava hasta 1217, y separada por Felipe II de la Mesa Maestral, dándole la Dignidad de Clavería. La función del Clavero era la guarda del Convento, cuando residían en ellos los Maestres y los Caballeros.  
Historia  y violaciones de nuestro patrimonio que se va recuperando entre  líneas paralelas del pasado y el presente hundidas en ese abandono tantas veces ahogado por desafueros de poder y desidia.
El palacio de la clavería estuvo en la Lita Roja  de la Asociación Hispania Nostra, nacida en noviembre de 2007, con el fin dar a conocer y proteger aquella parte de nuestro Patrimonio cultural y natural que se encuentra en abandono y en peligro. Hoy después de  su restauración está en la Lista Verde por lo que hay que continuar restaurando y conservando el noble edificio renacentista del S. XVI con elementos del XVII. Tiene  dos plantas y un patio que une el espacio interior. En la fachada de ladrillo y sillería se admira  su portada y el balcón de forja a ambos lados pilastras jónicas terminado por un frontón triangular donde se pueden contemplar sus cuatro escudos.
Y es en el interior de este palacio, donde  la Palabra de poeta del X Encuentro Oretania de Poetas, se dejara oír la poesía, que no es otra que el testamento vivo del sentir de los hijos de los pueblos de Ciudad Real. Encuentro  coordinado por Luis  Díaz- Cacho Campillo y el editor Julio Criado.  En esa infinitud  del viento por donde las palabras semejan palmeras mecidas al vaivén de los sueños.

Equipajes de versos entre fuentes de luz     


                                                                          A Luis Díaz-Cacho y Julio Criado
                                                                         con mi gratitud  por su amor a la poesía. 
                                                        
          

                                 
La tarde silenciosa se muere  desnuda
de plegarias  en el reflejo atávico
de una estrofa lejana. Sin reloj en sus alas                                                                     
 cruzan pájaros en sucesivos vuelos
en el azul que abraza el techo de la tierra.

Viajo con el alma completamente sola
recordando a los poetas inmortales.
Los traigo a mi memoria uno a uno
conmigo por  grietas invisibles de ternura.

A todos los escucho dentro de mi silencio,
dentro de esta quietud que me da la poesía.
Mi fortuna son ellos, lo poetas amados
con su bagaje de artificio y amor
fecundado en sus libros. Esencia de esa ley
que transforma lo mediocre en belleza.

Yo voy con todos ellos en idas y venidas
cuando leo poemas que dejaron escritos.
hombres y mujeres de espíritu indómito
que a veces no fueron comprendidos.

Es por eso que en el sosiego de la tarde
me gritan los poemas como un viejo conjuro
de ángulos abstractos junto a la blanca luna
que se asoma en la altura envuelta en su misterio.
                                               
Llega la noche: llega besando las cruces
de los cementerios. Llega sobre lápidas
que glorifican nombres de poetas dormidos
que solo el cielo mira. Llega la noche
cautelosa, sensible, sobre  poetas muertos.
Es el momento para ver las estrellas                                                  
y pensar que un poeta se convirtió en lucero.

Yo los veo y siento detrás de esa cortina
invisible del tiempo. Me detengo en sus versos
 cuando en el horizonte aparecen poemas
entre nubes de color escarlata.
Vuelan voces de poetas amados junto
a bandadas de pájaros, se yerguen desprovistos
de normas en el reflejo de sus  huellas.

Todo  queda callado, apenas un suspiro
atraviesa la noche cuando los cipreses
se elevan con su dulce cadencia flotando
entre las sombras enrocado en su rito.

El aire trae acordes de coplas y romances
del Parnaso lejano con  duendes, musas  
y ángeles magnéticos en la paz del recinto.
Todo duerme. Todo queda  en sosiego.
           
Por detrás de los montes se levantan
equipajes de versos entre fuentes de luz.              
No es posible  llamar  a todos los poetas
por su nombre, para recuperarlos abro
mis libros donde ellos me esperan. 
Los libros de poesía  que un día escribieran
reposan en las baldas de muchas bibliotecas.

Escucho a los  poetas. Los  oigo declamar  
gritos  de libertad. Claman confidencialmente
con recursos de alzada y amorosos poemas.
Bullen en rimas y sonetos fieles a su destino.    

Son ellos, los poetas, los que piden que los saque
a la luz y no permita que mueran sus poemas.
Que el silencio del olvido no  cubra de polvo
la belleza de su primigenia creación. Permanecen
en los ancestros que imitan el retorno a la vida.

Dioses nacidos de mortales vientres
no temáis al olvido, leyéndoos  renacéis
porque un verso nos salva y os salva de la muerte.
Moriremos en el momento que desterremos
del alma la poesía. Entonces, sólo entonces,
seremos polvorienta arcilla desterrada del cielo.          

Os busco y os defiendo pobres
entre los otros pobres de voz de escarcha y fuego.
Y aunque no tengo alas vuelo con la poesía
cuando una lluvia de versos me hace candelabro
o río entre las peñas y mar de vuestro océano.

Os debo gavillas de palabras
que me han resucitado del fango y la tristeza.
Sois mi mejor alhaja en esta alegoría
reclinada en mi pecho. Vosotros, mis amigos,
soñadores de ideas, os amo y llevo en mi retina
con el único equipaje que quiero conservar,
mis hermanos amados, dejadme cuando muera.
                                                   
envuelta en un rebozo de poesía y poetas.

                                                                        Natividad Cepeda

    Publicado en el libro Palabra de Poeta: X Encuentro Oretania de Poetas Ediciones C&G 2018  © copyright.
                                                            
En la fotografía el alcalde de Aldea del Rey con los músicos y poetas que intervinieron entre ellos, Toñi Piqueras, teresa Sánchez, Nieves fernández, Eugenio Arce, Jesús Lara, Juan José Guardia, Luis Romero,María José López, Luis Díaz-Cacho, Julio Criado, Alfar Arias, Natividad Cepeda...  






                                                                                           


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