Cuadernos
Manchegos
C. Manchegos | Tomelloso | Literatura |
18-08-2019
Cuadernos Manchegos
C. Manchegos | Tomelloso |
Literatura | 18-08-2019
Donde Plinio no vendimia
Se apagó la voz del escritor
y quedó su obra literaria y su costumbre narrada bajo su particular visión de
lo que era antaño la vendimia. Mirar el paisaje de alrededor es deprimente y
tan demoledor que ni siquiera leyendo ese vendimiario de Francisco García Pavón
nos quita la tristeza por lo que se ha perdido y destruido. Él no escribirá
sobre el campo yermo y los pueblos desalojados de riqueza; tampoco de sus
habitantes envejecidos sin otro futuro que la muerte rodeados de casas vacías y
abandonadas. No escribirán los doctos escritores apoyados por éxitos tempranos
sobre esa desolación de cámaras sin uvas ni pasos de mozas similares a la hija de Plinio, el
policía que le preocupaba que su hija entrada en la treintena no estuviera
casada. Ahora los jóvenes que se van no
vuelven ante la pasividad de la perdida de riqueza de los pueblos manchegos, ni
buscan en la literatura costumbrista ese afán de ayer en permanecer donde esta sus raíces.
Se han perdido los modales
de los que escribiera García Pavón en sus novelas policiacas, y de esta
efemérides del centenario de su nacimiento no tengo muchas referencias que se
estén vendiendo sus libros para leerlos. Porque si no se compran las obras de
un escritor de poco sirven las notas de prensa y el folclore alrededor de unas
fechas. Asegura Francisco García Pavón en un párrafo del Vendimiario de Plinio
que “Bien mirado, todo parecía un teatro de gilipollas hinchados de ese aire
tan raro que se llama vida” Palabras las
suyas actuales también hoy. Y también las televisiones siguen soltando royos a
todo gas, como él asegura en ese vendimiario, ampliados en teléfonos móviles
donde se pierde la libertad individual y colectiva.
La tierra de viñas era la
alhaja familiar de aquellos años del novelista con su vocabulario vulgar y
localista de un sector trabajador donde la violencia no mataba mujeres como se
asesinan hoy. Leer a García Pavón es mucho más que la churrería de la Rocío y
de los decires y dichos de algunos de sus personajes. Se desliza en el Vendimiario
de Plinio esa tristeza de abandonar las tradiciones; las cuevas y las tinajas
donde el mosto no reventará de gozo voluptuoso para convertirse en vino, y con
ella espuertas, serillas de esparto y goma, remolques de madera y vendimiadores
y vendimiadoras venidos de pueblos de alrededor y de Jaén que son leyenda de
las páginas de sus libros. Filosofía de vid y vida enlazada en sus creaciones
cuando a solas dialogaba con sus personajes. Pámpanas en parajes donde todavía verdean las cepas: en vaso o en
espaldera, vendimiadas las unas con manos humanas como antaño; las otras con
máquinas de hierro.
Uvas doradas las de Plinio.
Sabrosa fruta amamantada de rayos de sol y arado, amor de hombre y también de
Dios. Uvas labradas desde su origen por manos campesinas para conseguir vivir
como hijos de la tierra desde el Padre Abrahán. Aquí en los pueblos manchegos,
todos nosotros, tenemos nuestra tierra prometida y si los pueblos mueren
también nosotros nos extinguiremos, se olvidará nuestra literatura, y toda creación
nacida de nuestros artistas.
Suprimir y abandonar bodegas
y viñedos es enterrar El Vendimiario de Plinio en el olvido. Es perder el
norte, y sin brújula interior el corazón pierde su propia naturaleza. “Ahora
toda la gente del campo, así que conseguía unos cuartos, se compraba un coche.
Y aquellas caras curtidas, que siempre se vieron tras el culo de una mula o de
dos, meneando las orejas del animal y meneando las ramaleras, ahora ahí los
tenías, encerrados entre cristales, calentitos con el volante en las manos
y a aquellas velocidades.” Francisco
García Pavón y su inagotable versión de nuestras vendimias en sus libros,
leerlos es similar a crecer y luchar por que no mueran nuestros pueblos. Si
mueren, Plinio dejará de vendimiar otras vendimias.
Natividad Cepeda
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