A veces el calor nos deja aislados en esas horas
aplastantes del centro del día cuando
parece que nada nos calma la sed y buscamos el fresco que no llega incluida la
noche. Para olvidar ese tedio veraniego en la quietud del verano
sin playas, ni multitudes leo los libros
que me han ido llegando de poetas ay escritores diversos. Los leo porque en ellos encuentro esa
emanación carente de banalidad asomadas a las pantallas grandes y pequeñas de
nuestros aparatos tecnológicos. A pesar de las numerosas publicaciones hay libros que me hacen pensar en una
filosofía humanista tan necesaria para bajar de vulgaridades estridentes que
alienan y confunden con sus mensajes exuberantes simplistas que recorren las
redes como la panacea para la soledad individual porque con las personas
cercanas nada tenemos que decirnos.
Las horas sin dueño, es intimista y delata con fuerza suave la piel que envuelve al escritor que es poeta. Bueno los poetas
somos los damnificados de la literatura
por eso en nuestras maletas creativas no soñamos con alcanzar fortunas,
pero sí que algún poema llegue al corazón de los lectores. De manera que escudriñar un libro de
poemas es saber que los lectores serán
cicateros y salvo los eruditos en
análisis formalistas casi nadie leerá lo que se escribe sobre ellos. Por ello los
juicios sobre poesía no siempre corren
parejos al gusto del lector. Personalmente
me dejo guiar por la emoción que me trasmite el poema y es en ese
contexto donde me atrevo a escribir sobre este libro.
Escribe en
el Prólogo Antonio Gutiérrez Gonzáles de Mendoza que “la
poesía no es como la ciencia. Ya sabéis que una teoría científica puede anular o invalidar a otra anterior pero
nunca un poema o un libro de poemas, por muy bueno que éste sea, anulará a otro.
Cada cual tendrá, siempre, su sitio dentro de lo que consideramos como arte”.
Y bajo ese prisma el prologuista
analiza la poética del libro sin que
nada, o casi nada, hay quedado sin ser estudiado y catalogado.
El libro se
abre con una dedicatoria de amor filial que dice: “A mis hijos, Francisco Agustín, Javier y David por haberme permitido,
en algún momento de sus vidas, ser dueño de sus horas”. Después para
introducir al lector a su lectura hay un
primer poema con el título de Exordio, y
el poeta nos dice: “Todo torna de arriba: / las alas presurosas de los pájaros/
bajo el ancho dintel de un arco iris.” Bajo esta guía empieza la primera parte del libro. I.
Fugacidad de la luz, compuesta por dieciocho poemas. La segunda.
II. Sobre qué alas de pájaros,
también de dieciocho poemas; y a modo
de gurúes hay dos citas de Manuel
Cortijo Rodríguez y Jaime Siles. Manuel
Cortijo, dice; Lleva arriba los ojos y no
quieras ahora/ ver otra luz en ti que la que nunca has visto. Y Jaime Siles asegura; “La luz es un ave que se quema,
que se inflama encendida, que se nace.” La luz, el calor, la vida que nos rodea y reafirma en ella misma a
pesar de vicisitudes acaecidas en el calor del verano y en cada día vivido.
Las horas
sin dueño, es un libro por donde el poeta medita y expone su emoción íntima y
personal mostrando en el papel lo que se
aloja en el alma. El poema “El rostro de
las cosas” hace pensar en esa paz
que se repite en la actividad cotidiana y que a veces ni reparamos en ella ni
la valoramos en su justa medida. Leerlo es meditar sobre lo que nos rodea. “ Es puntual el sol esta mañana./ Ya Clarea. La luz lo inunda
todo,/ desde un cielo que anuncia sus azules/ e irrumpe sobre el alba/ para
ponerle rostro a las cosas:/ el árbol del camino con sus pájaros,/ a los niños
del parque en los columpios,/ al agua del estanque que verdea,/a la mano que
templa una guitarra,/a los crepúsculos que tiene el día,/ a las paredes cóncavas del aire,/ al encalado patio de la
aldea,/al perfume sutil de tantas flores,/ a las calles abiertas para todos…”
Hermoso poema que termina diciendo: “Las
cosas que rozamos cada día/ y no nos damos cuenta.”
La segunda
parte adentra a su lectura con tres citas de Cesar Simón que asegura: “Ahora sólo queda/ este pájaro indemne, / el
sol inmóvil”. Antonio Moreno en la segunda cita afirma: “Un vuelo, un canto forman su horizonte./ Basta con verlo, basta con
oírlo.” y Asunción Escribano relata: “Comienza
la mañana a levantar/ su vuelo/ sobre un pájaro posado en mi ventana.”
Entre poema y poema hay que dejar sitio
para pensar y aislarse de tanto ruido
inútil del verano. Probablemente sea una excelente terapia coger un libro; éste
que desgrano, en las horas de la calima
y dejarse llevar por los recuerdo al
socaire de la buena poesía de Francisco Jiménez Carretero.
Leer es
desarrollar la voluntad de soñar sin el sostén de la imagen y es posible al ir
pasando las páginas de un libro. Volar con la poesía es sentir que nunca se
cierran las etapas de la vida porque la existencia es un vuelo constante. Mirar otras vertientes así lo hace el poeta. “Desde el lugar que miro/ aún siguen abiertos/ los amplios ventanales
de la vida/ y puedo contemplar/ la salmodia del agua entre los chopos/ y, bajo
la luz límpida del cielo, el clamoroso vuelo de los pájaros.” Francisco Jiménez Carretero y su filosofía poética en este libro Las horas sin dueño Premio ALCAP Internacional
de Poesía 2016. La belleza procede del alma y hay poemas muy bellos en este
poemario.
Natividad Cepeda
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