Cuando las flores de los almendros se empezaban a convertir en capullos verdes el
cartero me dejó en el buzón de casa un sobre con un libro. Los carteros y
carteras suelen pasar por mi calle, y por mi casa, a mitad de mañana cuando,
cada cual sigue con la tarea empezada con marcado ritmo de la continuidad y, es
al mediodía cuando abro el buzón y extraigo
de sus tripas el contenido misterioso de las cartas.
Aquél día, hasta la noche, no pude inspeccionar lo recibido y al hacerlo comprobé que, mayo recién
nacido, me regalaba un libro de poemas de un poeta admirado y entrañable amigo;
al abrirlo sonreí al leer la dedicatoria que alumbraba luz en cada una de sus
palabras. Nicolás del Hierro me enviaba
su nuevo libro bautizado con el nombre premonitorio de “Esta luz que me habita”
publicado por la Biblioteca de Autores Manchegos de la Diputación de Ciudad Real
en su colección “Ojo de pez” la imagen de
la portada del escritor y pintor Teo Serna
y con el Prólogo de Matías Barchino de la Universidad de Castilla-La Mancha:
La portada es una ensoñación de color que invita adentrarse en las
puertas del libro y el prólogo es un bello relato desde que autor y prologuista
se conocieron. Leyéndose, de principio a
fin con amenidad, por el fondo de humanidad y amistad entre ambos personajes,
al narrar como conoció al autor y sus diversos libros en la estela de los años
transcurridos.
Se agradece leer un prólogo sin excesivas adulaciones y sí propiciarnos a la lectura de los poemas al afirmar categóricamente
“Esta luz que me habita comunica la
verdad y la emoción con lo que ha sido escrito, la urgencia personal de estas
palabras” o esta otra frase; “Y encontramos preguntas, muchas preguntas, que a veces se
quedan sin respuesta, tal vez porque no la tienen” Y con esa premisa fui
leyendo el libro.
Pero escribir y explicar un libro de poemas es como querer aprisionar el
aire entre mis dedos. Tu sabes, Nicolás del Hierro, que esto es cierto. Y por
esa razón tan poderosa no voy a decir cuántos poemas componen tu grito
desolado, ni cómo nos dices, poema a
poema, la gran herida que significa la vida; y el misterio aterrador que nos
invade al pensar en la muerte. Por ese
libro tuyo viajan muchos de tus cumpleaños incontenidos en tu memoria y que
salen de tu corazón herido para salpicarnos a quienes lo leemos con tu sangre
que se une a la mía al leerte y escucharte. Has escrito este libro como una
declaración de autoridad basada en la
tristeza de que pasados los años, tus
palabras se olviden. Que la existencia, la tuya y al mía sea escasamente duradera en el recuerdo de los que
vendrán después.
Y te preguntas en un poema ¿Por qué.
Por qué.
Por qué…?
Concluyendo: ¿Qué nos queda después
de tanta lucha?
Y en otros versos clamas. ¿Después
de todo, que nos queda
cuando acaba la lucha,
cuando
el hombre
se quiebra igual que un ángel roto?
Nos queda estimado Nicolás, el amor recibido. La amistad del amigo. Las lágrimas vertidas por los que
nos amaron y perdimos. El beso que nos abrió la pasión en toda nuestra especie
humana. Y el legado de tus nietos, a quienes dedicas este hermoso y bello
poemario. Además de ver tu altura de águila herida, surcar el horizonte desnudando tu dolor hasta convertir las palabras en belleza
poética para mí, para otros que quizá no
te lo digan. Y mañana, Nicolás del Hierro, cuando alguno lea lo que tú afirmas
y temes que se olviden tu versos, tu linaje de poeta, tus libros… todo lo que
dejas en testamento temiendo que nadie conozca tus verdaderas credenciales en
aquella
“casa que un tiempo fuera el hábitat
de un hombre, un soñador iluso,
que en las profundidades de este pozo
depositó la luz de sus poemas.
no temas lo que ignoramos del futuro, recuerda que a quien toda nuestra
tierra castellana-manchega, muestra como símbolo y bandera, con orgullo de
casta, también temió que nadie, nadie, lo recordara. Y ya ves, lo mucho que se habla de Miguel de Cervantes.
No creas que esto te lo digo para
aliviar tu pesadumbre, No, no es frase baladí, si no afirmación muy cierta. Por
eso contigo yo quiero
Reconstruir aquello que soñamos,
volver de nuevo a ser un tiempo
humanamente digno:.
agua en el agua, miel sobre miel,
y luz sobre la luz.
de cada una de tus palabras escritas desde tu soledad para la mía. Esto
Nicolás del hierro es ser poeta.
Natividad Cepeda
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