Hoy nos
despertamos en España con esa pesadilla de que a Pedro Sánchez le hicieron un vudú
en la estación de su vida y desde
entonces subido en un tren fantasma lleno de mercancías caducadas va buscando de una estación fantasma a
otra estación cada vez más solitaria donde sólo él, y
algunos más busca disolver una huida sin que se note demasiado los bultos
fantasmales de sus muchos errores. Los españoles, muchos españoles venimos
pensando que debería bajarse de ese tren para así enmendar esa ruta llena de
fracasos por donde él, y sólo él ha conducido a un partido que le dio un poder
qué quizá no merecía porque, como solemos decir los del pueblo llano y sufrido,
porque no ha sudado la camiseta; o dicho a la pata la llana que le faltaba
recorrido para saber que España es ante todo su responsabilidad y que para eso
votamos los españoles en una democracia occidental y europea. Pero no, él no repara en el completo desastre
al que ha llevado a su partido, culpando de sus desaciertos y derrotas a otro
partido y tan seguro está de sus
razonamiento dictatorial y egocéntrico que
no ve, que quien le resta votantes, es quien se frota las manos y sonríe con su
túnica morada de falso penitente.
Aquí, las cosas de seguir así, pudiera que salir a
jugar una nueva partida con un nuevo voto de confianza a quien no le importa la
muerte de un cisne herido probablemente llevará al Partido socialista de España
a estrellarse en su propia cancha de juego porque nadie, absolutamente andie,
se atreve a decirle al capitán que está ciego de rabia y en su soberbia y mal entendido orgullo, no
le importa que su partido se suicide. Porque cuando uno fracasa, lo inteligente
y honrado es asumir ese fracaso sin culpar a otros de él, y en vez de eso este
señor de fruncido gesto sigue, solemne, en su erudición de dientes amenazadores
amenazando con destruir un partido que nada le debe, al contrario que él, que le
debe toda su popularidad y poder porque sin el partido, él seguiría siendo un
desconocido para los españoles que le votaron y que le retiraron su confianza
por no querer subirse a l tren fantasma que le lleva a un precipicio sin otro
destino que la de una muerte anunciada en la política actual.
Y nosotros, todos los que formamos la gente a
abatir, no ignoramos que la corrupción en el partido al que se opone, ha sido,
y es cierta, pero tampoco miramos hacia otro lado para no ver e ignorar, las otras corruptelas de su partido
en diferentes autonomías y negocios por lo que los españoles si cree que somos
ciegos y sordos debe de quitarse sus
propias antojeras para asumir que la pérdida de votantes no se van al centro
derecha, se escurren por el coladero de una izquierda que como vemos, se
raja cuando ignorando su palabra dada
para gobernar, los deja con las posaderas al aire, sin importarle mínimo
el honor y el decoro de los pactos firmados.
Y hay que
recordar a nuestros políticos que el feudalismo, no lo queremos, ni el de ayer de los grandes señores
opresores ni el de hoy el que nos ignora como personas, salvo para cuando nos piden
pagar impuestos o poner o quitar con nuestro voto al señor feudal de turno.
Los pilares
del partido socialista no deben diluirse en devaneos de ambiciosos sin miras
para su continuidad, y a veces dar un paso al frente y formar un muro para que
no avance la estupidez es mejor que dejar que en una lucha de poder se auto
suicide. Es urgente, muy urgente recuperar la confianza de un electorado que en
silencio ha dejado de ir a votar o se flagela dejando cubrir sus carnes de hematomas
morados. Porque si en España llegamos sin odio y sin rencillas a tener una
democracia fue porque el mismo Partido Socialista dialogó, con quienes tuvo que
hacerlo. Lo que ahora está ocurriendo es una bofetada a nuestra democracia y a
dejar que en Europa y en nuestro modelo occidental de entender los valores que
nos sostienen se nos vallan por el desagüe de un fregadero donde no nos
merecemos ir.
Natividad Cepeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario