Las noticias nos llegan sesgadas y amputadas según convienen
a los amos del mundo. Las sociedades industriales nacidas hace dos siglos elevó
la población en las ciudades dejando amplias zonas rurales abandonadas. De esa
emigración la literatura y el periodismo
nos ha dejado retazos de aquellos episodios adversos vividos por hombres,
mujeres y niños en condiciones infrahumanas que se fueron suavizando y
encauzando a través de sindicatos y protestas con sus luces y sombras en el plano
internacional con aperturas a unas legislaciones que amparaban los derechos de
los trabajadores. Europa y Estados Unidos fueron los marcadores de esta sociedad compleja y dividida en busca de
una armonización social donde la justicia tradicional contemplada desde la perspectiva
de un concepto masculino, donde la mujer era mera sombra para leyes civiles y
religiosas; excluida en la sociedad por considerarla no apta para decidir su
vida y destino. De hecho la agresión hacia niños y mujeres no ha sido
reconocida hasta hace escasas décadas, quedando amplias zonas mundiales de la
tierra sometidas al no reconocimiento de ser considerados mujeres y niños, con
los mismos derechos que los hombres.
En este mundo nuestro globalizado y sometido al poder
todopoderoso del dinero, asistimos ante la impotencia de los pobres de la
tierra, a unos cánones económicos que han ido destruyendo la economía europea al negociar el trabajo de los trabajadores
no, en los países donde hay leyes protectoras y justas para la sociedad obrera,
si no. en aquellos otros donde la vida de las personas carece de importancia
y los derechos humanos son desconocidos. De ahí se ha derivado que la
agricultura esté siendo manejada y manipulada por grandes multinacionales,
dejando grandes áreas de países de Europa empobrecidas y subsistiendo con unas
ayudas exiguas a los campesinos para que sigan viviendo en las zonas rurales.
Zonas que van quedando despobladas con pueblos fantasmas donde la muerte se enseñorea
porque nada nace entre sus paredes y heredades.
Se cerraron fábricas de manufacturas, minas y se clausuraron
talleres de confección, de fabricación de juguetes, de artesanos diferentes
desde el calzado a carpinteros,
ceramistas y alfareros y un largo sendero de artesanos que primero llenaron fábricas
y después han llenado las filas del paro. Para todos ellos los derechos humanos se pactaron con jubilaciones impuestas y despidos
irregulares amparados en leyes que
permiten a las sociedades anónimas, limitas y diseñadas en despachos de
abogados y reuniones de gobernantes, para evadir responsabilidades con esos
trabajadores y también con la creación de riqueza dentro de del propio país.
Para ese movimiento donde han crecido y crecen, grandes fortunas, unas con
nombres conocidos, otras con velos anónimos de siglas y sociedades de grandes magnates
ilustres con grandes cotas de poder. Para toda esa sociedad poderosa la gente baja
del pueblo carece de derechos humanos.
El dominio exclusivo de la economía es el dominio efectivo
de la sociedad. Las políticas tanto industriales como agrícolas, audiovisuales,
culturales y de comunicación son las que marcan el desarrollo social. Nos han
adormecido con mensajes proteccionistas creando derechos que de poco sirven
cuando el paro y la desigualdad es el caballo de nuestro apocalipsis. Y aun llegándonos
informes de la esclavitud de otros pueblos y millones de personas donde hacen
esos trabajos en míseras condiciones y escasos sueldos, seguimos apostando por la celebración de los días conmemorativos
de “Los derechos Humanos” con toda la parafernalia que nos ofrecen los medios públicos
orquestados por los dirigentes mundiales.
Las culturas distintas de un punto geográfico a otro son
debatidas y manipulas según conviene. Y así ocurre con las religiones
censuradas o valoradas por los políticos, a los que se les dirige para que en
sus discursos de captación de votos, lleven mensajes orales destinados a no
dejar pensar por sí mismo al individuo. Ese es el dogal que llevamos en nuestra
sociedad anestesiada con los deportes de masas y los programas de televisiones
destinados hacer pensar a los participantes
que todo es posible hasta hacer payasadas y aplaudirlas. Cuando en el año
1945 después de terminar la espantosa Segunda Guerra Mundial, se acuerda crear una organización que
dignifique a los seres humanos y los proteja de los males originados por la
crueldad, ambición y carencia de libertades bajo regímenes dictatoriales, tres
años después se dan a conocer estos derechos, que al día de hoy siguen estando
difundidos y también traicionados.
El reglamento y sus reglas emanadas en favor de los pueblos, no dependen de
buenas intenciones, plasmadas en escritos y organismos con autoridad teatral, poco
efectiva ante los problemas reales de las personas que integramos la humanidad.
Natividad Cepeda
Arte digital: N. Cepeda
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