Y entre tanta basura de estercolero refinado descubro que
algunos villanos son descubiertos a pesar de su escudo protector. Escudos de
diplomáticos y cargos públicos desde donde se hacen negocios de guante blanco y
empresa negra, con Dios, y sin él. Mercaderes del vicio y el dinero,
presuntuosos y astutos recubiertos los unos, de creyentes, y los otros de ética
atea, pero hacedores de negocios aquí y allá sin importarles a ninguno de ellos,
los que viven con escaso dinero y apenas cubren sus necesidades diarias.
Poderoso caballero es don dinero, dijo el poeta, y fue perseguido y alejado de
la corte, igual que hoy.
La Navidad se nos anuncia con guirnaldas de espumillones y
haces de luces, con felicitaciones y con la llegada de muchos de nuestros seres
amados dispersos por la emigración en puntos alejados del hogar familiar. Nos
llaman al corazón pidiéndonos caridad, para los que son perseguidos por su fe o
por su ideología, por la guerra y por el hambre. Nos golpean los mensajes, y
escuchamos música navideña que quiere devolvernos con sus notas a un mundo
fraterno y hermanado. Y nos indican que regalando y comprando perfumes y
regalos seremos felices y bellos como ninfas y efebos para hacer competencia a
los modelos que se nos muestran desde el cielo orquestado del consumismo y la
idolatría del dinero y el poder.
Y también es Navidad para los que acuden a las
consultas de psicólogos y siquiatras, de echadora de cartas y lecturas de
vaticinios para el futuro, y para los que luchan desde los hospitales por su
vida a pesar del dolor y el desánimo. Sí, para todos ellos también llega la
navidad. Y para los otros, los que se empeñan en decir que no es Navidad, y sí hay que celebrar el solsticio de invierno,
porque así son diferentes y ultra aséptico en todo lo referente a religión,
claro, siempre que la religión sea cristiana, que es a la que hay que atacar. Y
para esos también es Navidad porque la celebran escudándose en lo del solsticio
de invierno, haciendo lo mismo que hacemos los demás.
Navidad es mucho en el camino humano. Navidad fue la que
declaró que no había esclavos y hombres libres, porque todos, absolutamente
todos, éramos iguales ante ese Dios nacido por amor. Navidad fue la que
denunció que la idolatría era perderse en la nada del Ser. Navidad es la que
llamó a la hermandad y la fraternidad desde la sencillez del nacimiento de la
vida. Porque eso es la Navidad un canto a la vida. Una defensa de los débiles y
una alianza con la fe de lo que puede suceder a pesar de los imperios y las
ambiciones de los que se creen que están por encima de todos los demás.
Para los limpios de corazón y buena voluntad nace cada año
la Navidad. Y el milagro se repite a pesar de tanta crueldad de los grandes de
la tierra para con los débiles y pequeños desperdigados por el mundo. Para
todos los que soportan la injusticia bajo colores y banderas diferentes, para los
que a pesar de tanta desigualdad siguen soñando en un Dios de amor y justicia,
y de vez en cuando nos llegan noticias de que algunos de esos “poderosos y
astutos “señores de finanzas y escarceos poderosos” son desenmascarados, y los
demás, los que no subimos peldaños de poder y fortuna, pensamos que debe de
existir Dios, cuando torres tan altas caen al menos un poquito.
Nos faltan milagros y sueños porque nos falta vida. Hemos
convertido la Navidad en una Navidad de cartón y candiles eléctricos. Nos
estamos conformando con las migajas del poderoso, y la vida que representa el
niño de Belén no existe a nuestro alrededor. Somos una legión de máscaras
envejecidas, maquilladas para auto engañarnos en busca de la eterna juventud y
todos, jóvenes y viejos, nos lo hemos creído. Intentamos esquivar
responsabilidades y no celebramos la Navidad porque no nos nacen niños en
nuestras familias.
Porque la familia requiere amor autentico y no el escarceo y
el placer banal. Hemos aprendido a disculpar lo feo y grosero que nos inunda,
nos decimos que cada uno es libre de hacer lo que quiera, y en esa degradación
no hay vida. Y sin vida nueva, sin niños nacidos por amor, al amparo de una
familia que los ame y proteja, no puede existir la Navidad. Yo quiero creer que
aún es tiempo de recoger los pedazos de todos nosotros y volver a sentir en
nuestra vida la venida de la Navidad, que es hacer un hueco para que llegue la
vida; para que un niño nazca por amor, y por ese amor cantemos villancicos,
nosotros, los villanos de los pueblos. Todos a los que los poderosos de hoy nos
incitan a apoyarlos dándoles el diezmo del voto. Sí, porque sin ese diezmo
político ellos no son nada.
Bendito sea el vientre de las madres que dijeron sí a la
vida. Bendito sea el amor del padre que engendró al hijo y lo tuvo en sus
brazos hasta a que se hizo mayor; benditos sean porque gracias a ellos sigue
existiendo la Navidad.
Natividad Cepeda
Arte digital: N. Cepeda
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