viernes, 22 de julio de 2022

Arden los montes españoles, Y siento que yo ardo con ellos

 





Hace mucho calor en mi tierra manchega; llegamos a pasar de cuarenta grados a la sombra. Los pueblos de esta meseta manchega perdieron sus calles de tierra prensada. Se talaron sus árboles autóctonos, sabinas, encinas, moreras y también de los patios manchegos desaparecieron las parras que daban sombra en los veranos y la frondosa higuera. En los campos labrados aparecieron los ladrones. Ladrones dueños de lo ajeno que talaron los almendros que daban guardia a los caminos que llevaban a las casas del campo. Les salía más barato talar con los motos sierras y hacerlo tarugos en las noches para no comprar leña para sus estufas.

Se denunciaron a las autoridades pero nadie hizo apenas nada. Los robos continuaron hasta hoy. Se roban los motores que sacan agua de los pozos para la agricultura, se roban los aperos, el gasoil, hasta se llevaron las tejas curvas de los tejados  para ser vendidas a constructores para las edificaciones de casas de lujo. Esos robos han llegado a nuestros pueblos… No hay seguridad. Aunque esto nos lo callamos. Y es evidente por las placas en innumerables fachadas de casas particulares, comercios y empresas.

En los santuarios católicos dedicados a las patronas y patrones protectores en los que creemos se abandonan envases de plásticos, botellas de cristal, latas de refrescos…suciedad. Y se limpian y se vuelven a limpiar. En los lugares de parque naturales el turismo excesivo patea y no se protege la naturaleza. se habla mucho de esa ecología nacida en los despachos oficiales pero es palabrería que nos ha llevado a esta anarquía reinante.



Arde España. Y dicen que es culpa del cambio climático.  Nos arruinamos. El precio de la electricidad es un abuso de poder. Ahora cuando dependemos del aire acondicionado, de las placas para cocinar, de los ordenadores toda la tecnología enganchada a la red eléctrica. Nadie dice nada. Apenas una queja dicha en susurro con gentes de toda confianza.

Arde España y siento que nos asfixiamos en ese humo y llamas del infierno de éste verano  2022. Arden los caminos, las vaguadas, los entornos donde ir a respirar aire sano. Los estamos perdiendo. Los hemos perdido. Me faltan lagrimas para apagar estos fuegos. Me pregunto, yo, a solas ¿hacia dónde vamos? Y ¿dé qué nos sirve tantos muros sociales en Internet?

Arde mi tierra y yo ardo con ella.

 

                                                 Natividad Cepeda

Fotografiase subidas de la red

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