Hace mucho calor en mi
tierra manchega; llegamos a pasar de cuarenta grados a la sombra. Los pueblos
de esta meseta manchega perdieron sus calles de tierra prensada. Se talaron sus
árboles autóctonos, sabinas, encinas, moreras y también de los patios manchegos
desaparecieron las parras que daban sombra en los veranos y la frondosa
higuera. En los campos labrados aparecieron los ladrones. Ladrones dueños de lo
ajeno que talaron los almendros que daban guardia a los caminos que llevaban a
las casas del campo. Les salía más barato talar con los motos sierras y hacerlo
tarugos en las noches para no comprar leña para sus estufas.
Se denunciaron a las
autoridades pero nadie hizo apenas nada. Los robos continuaron hasta hoy. Se
roban los motores que sacan agua de los pozos para la agricultura, se roban los
aperos, el gasoil, hasta se llevaron las tejas curvas de los tejados para ser vendidas a constructores para las edificaciones
de casas de lujo. Esos robos han llegado a nuestros pueblos… No hay seguridad.
Aunque esto nos lo callamos. Y es evidente por las placas en innumerables
fachadas de casas particulares, comercios y empresas.
En los santuarios católicos
dedicados a las patronas y patrones protectores en los que creemos se abandonan
envases de plásticos, botellas de cristal, latas de refrescos…suciedad. Y se
limpian y se vuelven a limpiar. En los lugares de parque naturales el turismo
excesivo patea y no se protege la naturaleza. se habla mucho de esa ecología
nacida en los despachos oficiales pero es palabrería que nos ha llevado a esta anarquía
reinante.
Arde España. Y dicen que es
culpa del cambio climático. Nos
arruinamos. El precio de la electricidad es un abuso de poder. Ahora cuando
dependemos del aire acondicionado, de las placas para cocinar, de los
ordenadores toda la tecnología enganchada a la red eléctrica. Nadie dice nada.
Apenas una queja dicha en susurro con gentes de toda confianza.
Arde España y siento que nos
asfixiamos en ese humo y llamas del infierno de éste verano 2022. Arden los caminos, las vaguadas, los
entornos donde ir a respirar aire sano. Los estamos perdiendo. Los hemos
perdido. Me faltan lagrimas para apagar estos fuegos. Me pregunto, yo, a solas ¿hacia
dónde vamos? Y ¿dé qué nos sirve tantos muros sociales en Internet?
Arde mi tierra y yo ardo con
ella.
Natividad Cepeda
Fotografiase subidas de la red
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