Escuché hablar de su poesía a muchos otros
escritores con respeto y admiración hacia su obra. Entre ellos al desaparecido
Francisco Creis, y a su hermano Julian Creis, en la casa de la calle Cárcel
Vieja de Valdepeñas.
También a la escritora Ana Moyano, por citar algunos nombres. Había
leído su poesía como suelo leer a los poetas, deleitándome, con ese placer que
siento cuando me sumerjo en la lectura de las imágenes poéticas.
He escuchado reiteradamente decir a muchas
personas que prefieren leer prosa, antes que poesía y, escucho sin opinar nada ante esa afirmación.
Luego he ido descubriendo que esa misma gente, o muchos de ellos, han escrito
poesía, o al menos lo han intentado, pero curiosamente casi ninguna de estas
personas conocen la obra de nuestros poetas. A lo sumo, citan a los poetas
populares y poco más.
Francisco Mena Cantero es uno de nuestros
grandes y buenos poetas manchegos. Ciudadrealeño de bien, y manchego en su
porte y en su hablar. Aunque creo que su permanencia en el Sur, concretamente
en Sevilla, le ha dejado en la mirada el sello y la hondura que marca el
destino de pertenecer a dos tierras.
No sé si en Francisco Mena Cantero, a estas
alturas de su sabiduría, la poesía que lo habita y sostiene, le ha aportado la
grandeza que se desprende en sus composiciones, o esa grandeza de alma le fue
regalada desde antes de su nacer. Pero, sea como sea, sumergirse en la lectura
de su poesía es encontrarse con un
filósofo que al escribir muestra las múltiples acciones que los humanos
podemos sentir, hacer y pensar.
Dones, que dirían los clásicos, de la mente y
el corazón, que son las que abren el universo a los mortales. Porque Mena Cantero es un poeta para la posteridad ya que
su poesía seguirá viviendo después de él.
Imponerse la tarea de escribir es sucumbir a dejar las reflexiones íntimas
para que sean conocidas por todos. Es compartir las emociones con otras
personas, a las que probablemente, jamás conoceremos. Por eso es tan importante
conocer al autor de esa emoción. A este poeta y articulista le había seguido
sin ponerle rostro. Porque para un autor
su verdadero rostro es su obra.
Pero la amistad que siempre es milagrosa, fue
la que me brindo conocer su rostro y su
figura. Ocurrió un sábado, 17 de noviembre en la cervantina Argamasilla de
Alba, con motivo del homenaje que, Los Académicos de la Argamasilla, rindieron
a la escritora Ana Moyano, hace algunos años. Impecable en su modo y en su
hacer Francisco Mena Cantero leyó unos sonetos en homenaje a Ana Moyano, y
después con esa discreción de las grandes personas se me perdió al final del
acto entre el barullo de los congregados.
He de confesar que me sentía algo azorada al
dirigirme a él, para saludarle. Con el pasar de los años he ido aprendiendo lo
importante que es respetar el espacio de los otros. Pero también soy consciente
de lo afortunada que soy cuando coincido con escritores a los que sigo y leo.
Me agradó su sencillez y su acogida llana y afectuosa, sin presunción ni engolamiento, y supe que su
obra poética y de artículos, no desmerecían en nada con el hombre que tenía
delante de mí. Días después me llegó el regalo de su Antología Poética (1967-2002)
editada por el Ateneo de Sevilla.
He leído, y vuelvo a su lectura en ocasiones,
para reencontrar la humanidad que se destila en los poemas. Y no es este un
artículo donde pretendo analizar la obra poética, más bien es un recordatorio de lo satisfactorio que puede
resultar un encuentro.
Un nombre y un hombre. Un poeta y un
escritor, que medita sobre sí mismo, y luego, nos lo deja para que los demás
hurguemos en sus heridas y en sus descubrimientos.
Francisco Mena Cantero habla de la besana y de
la tierra, del caz de la noria del tiempo, y de las alforjas cargadas de dolor,
de los cardos y del barbecho en un libro
al que llamó "Motivos de tierra" escrito en 1977 y al que leyéndolo
hoy, "Todavía puede sonar la
undécima esperanza", para esta tierra donde él nació y yo vivo. Porque es
cierto que nos une aquello de lo que hablamos y amamos, porque carece de edad y
de época.
Todo poema y verso escrito en esta antología
resuda interés por lo acontecido, y no sería vital ni actual, si no fuera así.
La poesía verdadera es aquella que rezuma energía, la que no pasa, la que
mantiene su mensaje sin disgregar lo esencial de la vida. Es una fotografía de
signos donde el negativo es el alma. Y de esa línea universal donde todo
transcurre escribe Mena Cantero, en
"El otro libro de Job" y su poema "Credo".
Libros por donde un hombre escribe desde la
soledad del Ser, y sé que al verle, muchos no supondrán que detrás de sus gafas y su mirada directa y
sin tapujos, ese poeta lleva dentro de su envoltura, tanto equipaje de
humanidad.
Veinte libros reseñados en esta antología que
dejan al descubierto la trayectoria magnifica de su autor. Por eso hay que
volver a él. A sus datos, y a su filosofía. A su verificación de lo que es
humano, y a la vez busca a Dios en el libro que cierra la antología con el título,
"Esta fe que nos lleva" que es Premio Mundial de Poesía Fernando Rielo del año 2000, y donde en el
poema "El Dios de la palabra" resume la creación del lenguaje y su
significado del amor, con la difícil sencillez de lo que parece sencillo, y no
lo es. Me tomo la licencia de transcribirlo por su belleza.
"Darle nombre a una cosa
es
crearla otra vez, una manera
de otorgarle la vida,
cuando te nombro, amor,
y tú ni me contestas.
Esto que está ocurriendo:
el nombre de las cosas;
llamarte;
verte dentro de mí, no con los ojos;
y otras cosas que se hacen con palabras
es demostrarnos a nosotros mismos
que somos
hijos del Dios de la palabra
y de su misma estirpe,
por más que no reconozcamos
que esto sucede siempre
y es así de sencillo."
Sin lugar a dudas que este manchego -
sevillano es un poeta de sumo interés, y esta crónica, pequeña acerca de su persona y de su obra, es una
pincelada escasa, que solo relata un encuentro fortuito en una noche de otoño
bajo el cielo manchego.
Es éste un
artículo que anteriormente publiqué en otros medios y escaparates de lectura, cobra
vigencia y lo recojo, porque hoy a las siete de la tarde será nombrado Hijo
Adoptivo de Ciudad Real Francisco Mena Cantero por la Alcaldesa Rosa Romero a tendiendo las innumerables
peticiones firmadas de los amigos que lo conocemos y admiramos.
Natividad Cepeda
Arte digital: N.Cepeda
Excelente acercamiento a Francisco Mena. Gracias por traerlo.
ResponderEliminarAbrazos, siempre