"Adéntrate si quieres
hasta lo más
profundo de mi casa"
V. Arteaga.
y digo flotación de los
sentidos
de turbador desgarro
y belleza infinita que me envuelve.
Existo porque me veo reflejada en tu mirada
y amarte es la revelación de lo sagrado
en el silencio de la noche.
Lo urgente es sentirte, y sentirme,
ser melodía en las laderas de tus labios
y terrón de azúcar en el lagar de tu mosto.
Bajo tu arquitectura soy una cruz del sur
que jamás retrocede y a quien nadie
derrota.
Por ti soy un río que busca el horizonte
alrededor de tus montañas,
explosión de luz que ilumina los templos
olvidados.
Soy
patrimonio
de la alborada incendiando la cresta
de los cielos por donde nacen las horas.
Y caben en nosotros el aliento del alba
y el otero por donde muere el sol.
Emigro desnuda y en silencio
para sentir tu aroma
deslizarse suave por mis senos.
Eres roce presentido
de encuentro sobre la hoguera de la
tarde.
Porque tus labios son mis parras,
mi vino fermentado por donde se despereza
la belleza del encuentro en vendimia.
Eres mi paisaje
y la tierra labrada que aguarda la
simiente
sobre el aliento místico que ora
esperando el sol.
Eres el rumor de la tarde que recoge el
vuelo de la noche.
Digo ausencia:
y escribo esta mañana
gris
mientras veo refugiarse a los gorriones
en los huecos de las tejas.
Me
disperso con ellos y cruzo con mi rumor
de pisadas y mi silencio de tristeza
entre el ropaje de tu imagen.
Digo tiempo:
y toda mi realidad se altera.
Gira mi corazón con todas sus cicatrices
empapadas de muchedumbre
y me asombra escribir de nosotros a la
orilla
de las horas perdidas en el remoto
espacio del olvido.
Digo silencio:
y mis labios esconden
entre ellos
las huellas de tus besos. Guardan su
inquietud
y su sed mientras se adormece el frío
en la dulzura tibia de tu pecho.
Digo espera:
se me rompen las horas por el acantilado
de los meses. Y no vuelves.
Debiera guardar en el recuerdo las alas
del corazón
plegadas y dejar de ser azul y confiada.
Debiera ser tan sólo espiga que espera al
segador
y no amapola mecida por el viento en la
soledad de los campos.
Digo noche:
y se me escapa furtiva la
luna
detrás de un burdel de carretera.
Las ventanas se cierran y nadie ve
a los traficantes de la noche comerciar
con la vida.
Digo soledad:
y tiemblo porque la noche
acoge en su envoltura
la paz y la discordia. Acoge al amor
y también el olvido, la traición y la
infamia.
Y hasta mi amor se extravía en el
desván de la incertidumbre.
Digo sueño:
y un ángel vela el sueño
de los niños.
Y busco los hijos que no hemos tenido
y me asomo a mi vientre de mujer y lo veo
vacío,
y aturdida suben por mis pupilas los
niños nacidos del amor,
y aquellos otros que no importan a nadie.
Niños caídos en desgracia,
prostituidos en las calles con la mirada
oscura.
Niños sin ángeles custodios
que militan en los grupos armados.
Niños sin amor,
despedazados por buitres sin alas.
Niños sin estrella,
sin gritos, sin risa y sin futuro.
Digo invocación:
y todo cabe en la
matriz
donde se funde la vida.
Sin proponérmelo me conmueve el gozo y el
dolor
de esos puntos cardinales del mundo.
Tan distantes.
Y entonces llegas tú desde los soportales
de la melancolía
con tu transparencia de viajero en el
lagar oscuro de mi sangre.
Llegas y me habitas de conciencia cósmica
el santuario de mi piel.
La noche me embriaga con un aria
y escapo de morir porque vuelvo a
soñarte.
Y te espera ésta mujer que una vez
habitaste
en esta casa que es un nido vacío
Digo tu nombre:
junto al rescoldo
que me dejó tu ausencia,
fiel a mí misma, sin dispersión, y como
ave fénix
resurjo de mis cenizas porque todavía sigo creyendo
en ti.
Creer, como el almendro espera florecer
en febrero.
Creer en las horas gastadas.
Creer, porque no hay demasiada vida
ni
demasiada muerte para dejar de amar.
Y te siento en mi piel,
bancarrota de imágenes.
También en las adelfas de la ciudad
mojadas por la lluvia
salpicadas de sueños
que vagan por los patios sin recato.
Amor, arrebato de vida, eres mi punto de
partida,
mis males sin remedio,
ese territorio que no tiene fronteras...,
pero a pesar de todo, quiero que seas mi
elegía cuando te diga adiós.
Natividad
Cepeda
Poema Finalista
IV Certamen de Poesía “Noches del Baratillo” Sevilla
Fotogafías. Ángel Bernao Berruguete
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