Hoy vuelve a lucir el sol,
el aire viene helado,
porque allá, en las montañas del norte,
la nieve ha dejado su manto callado.
Mientras el sol calienta,
el hombre prepara la tierra,
abre surcos en la llanura manchega,
solitario, entre viento y besana.
Sabe que poco valdrá su trigo mañana,
pero siembra,
y en silencio suplica:
ven, lluvia, cuando acabe de sembrar,
humedece el grano,
haz que dé pan mañana.
Ya no son sus manos como antaño,
ahora guía la sembradora mecánica,
desde el tractor traza líneas,
igual que hicieron sus padres,
igual que soñaron sus antepasados.
Pasan las horas, el otoño sereno lo acompaña,
y él, muy solo, sigue sembrando esperanza
en cada grano, en cada surco,
para el pan de mañana.
Natividad Cepeda
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