Yo
he nacido en España y soy de esta Europa donde nacieron los juglares y sus
romances. Donde la cultura fundó universidades y se guareció el saber en
legajos, cuidados, como las mejores joyas de su estirpe en cenobios y
conventos, en catedrales y perdidos monasterios, a la sombra de minúsculas iglesias
de aldeas y villas, escritos
memorables de desconocidos escribanos y sacerdotes
que fueron anotando renglón a renglón, la vida cotidiana de los siglos
anteriores. De dónde vengo y venimos
todos los europeos.
Soy,
sin poderlo evitar, marioneta y cómplice
del destino, y el destino juega conmigo y con todos nosotros; incluso demostrándonos que por eso
seguimos reproduciendo en nuestro cuaderno de apuntes un sin fin de comportamientos que nos marcan
la vida. Siempre nos marca y nos ha marcado con palabras y hechos atroces en muchas ocasiones,
y con hechos e imágenes bellísimas en
otras. Y como asegura Platón en un dialogo de “La
república” “Habrá siempre razón para
decir que lo útil es bello, y que sólo es feo lo que es dañoso”. Tan
dañoso y horrible como la vida no respetada, dañada y excluida de lo que es
moral y bueno, para toda vida desarrollada en la tierra.
Se
habla, y hablan las voces de los que sí tienen voz, en medio de esta sociedad
ensordecida por tantas voces necias. A lo largo de los días se nos presentan
charlatanes que sobreviven gracias a la inseguridad de los demás. Y casi todos
al escucharlos, dando todo lujo de citas y máximas dialécticas nos dejamos
mojar por su dialéctica habilidosa tan carente, en demasiadas ocasiones, de
realidades. Pero ¿cómo dudar de esas voces
tan autorizadas y avaladas por un sinfín de Máster y Doctorados donde se
nos dicen que albergan sabiduría científica y filosófica? Y sin darnos cuenta
nos identificamos con sus ideas sin pasarlas por el tamiz de la cordura. Cuando
pasa un tiempo indeterminado comprobamos e identificamos que no todo lo predicado era
cierto y bueno. Y también que las teorías tan bien expuestas no siempre son fiables.
Y de
pronto se nos rompe el arquetipo que nos ha conformado y moldeado la voluntad
desde todos los medios audiovisuales a nuestra disposición y nos invade la insatisfacción.
Y buscamos nuevos arquetipos. Porque la tan proclamada libertad continua siendo
un desafío difícil de conseguir.
Actualmente,
no se hace un hueco a todas aquellas personas que no forman parte de la grey.
Para ser “alguien” la persona tiene que formar parte de un grupo con el que comparta ideas y forma de vida.
Es así como se abrigan los unos con los otros. Es
como se consigue escalar cotas de poder pequeñas y grandes. Nuestra
sociedad está plagada de discursos y de errores. Y casi nadie tiene
bulimia social, todo se digiere porque vomitarlo es señal de imperfección y
anacronismo.
Nos
preocupa el elegido presidente de los Estados Unidos de América, nos subleva el
ladronicio de los políticos españoles y extranjeros pero se les admira por ser
quienes son, y se les tolera a unos, lo
que no se les tolera a otros. Porque todo depende de a quién nos sentimos
unidos en las ideas, aunque esas ideas sean falacias demostradas en ambos
grupos.
Yo
he nacido en Europa, y cuando elijo ser libre, no ignoro que estoy perdiendo cotas de
prebendas lucrativas en lo económico y en lo social. Y me escandalizo por la osadía
desmesurada en proliferar, hábitos de libertad falseada, desde los pueblos de
la tierra con sus leyes pactadas y comportamientos con fines deleznables, al
margen de que la vida sea una preocupación para el bien, y no para el mal: en
todas sus variantes.
En
mi ignorancia me pregunto ¿qué es la
sabiduría? Y no creo que esa pregunta sea tan relativa como se pretende
demostrar. La vida humana es pequeña en su recorrido, más de la responsabilidad de los humanos, depende la
felicidad deseada.
Yo
he nacido en Europa y me duele que sus valores se estén yendo por el desagüe de
las cloacas.
El
arquetipo europeo se sostiene en el poder por el poder, olvida el legado filosófico
del pensamiento y su evolución cultural: el modelo que nos sirvió para avanzar
en valores humanos y lograr avances científicos. No creo que los arquetipos que
se nos están introduciendo nos lleven a buen puerto.
Natividad Cepeda
Arte digital: N Cepeda
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