viernes, 17 de marzo de 2023

El parque

 


Muy cerca de mi casa hay un parque  donde se escucha cantar a los pájaros  y ver como vuelan de un nido a otro ignorando lo que sucede abajo, entre los árboles y los paseos. Hace años ir a pasear por el parque era maravilloso  sentía la tierra bajo mis pies y aspiraba el aroma del verdor y la fragancia de  todo cuanto en el parque nacía y vivía. En los bancos había gentes  disfrutando del espacio verde; personas ancianas dialogando en animada charla, chicos jugando en rededor, niños corriendo por entre árboles y pérgolas…

Llegar hasta el parque era un respiro después de la jornada de trabajo. Pero un día   aquello se acabó. La causa fueron los nuevos vecinos que por capricho de un alcalde dio cobijo en casas de protección oficial a unas familias que no han respetado al parque y a los barrios que viven junto a él. Todo se perdió. El sosiego, la tranquilidad y se suceden hechos en contra de las propiedades privadas en viviendas y en atracos a los que osamos llegar allí. Hasta se ha violado a un niño hace meses. Se vende droga y la policía suele patrullar para evitar algo de todo eso.

Los vecinos se han unido protestando y pidiendo ayuda a los ediles municipales y nadie les escucha. Pasear es una temeridad por lo que el encanto del parque se ha desvanecido. La emigración no ha beneficiado a nadie. Al contrario los guetos se han sucedido las familia no  conviven con sus vecinos llegados del magrez o romanís… No se puede decir mucho porque enseguida se tiene temor a ser  señalado como poco solidario y así es que los okupas, antes desconocidos ahora existen.

España es Europa pero cada día la vida es más cara en todos los aspectos, alimentos, carburantes, viviendas… Nos callamos y aguantamos.  En silencio me pregunto ¿hasta cuándo el ciudadano que trabaja y paga impuestos soportará esta degradación social? Lo ignoro.

Los bancos del parque están solos, sin ser ocupados y el miedo se ha asentado en la población. Convivir  no es dejar que la convivencia se agrave por falta de justicia y autoridad. Ayudar a integrarse no es pasar por alto fechorías y vivir de las subvenciones del Estado. Convivir es respetarse y  dictaminar normas y leyes integradoras para todos, los que llegan de otras tierras y países, y los que estamos aquí, no hacerlo por parte del Estado y las autoridades de los municipios, es quebrar  no solo la convivencia, también la economía. y así nos va; mal, muy mal. ¿Hasta cuándo? No lo sé.

 

 

                                                                   Natividad Cepeda

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