viernes, 17 de febrero de 2023

Leyes en contra de la vida

 

En mi tierra, con escasas lluvias, en primavera florecen bellísimos cardos.

Entre los más bellos están los llamados tobas. Nacen pequeños, casi se dijera que no podrán llegar a crecer cuando el aire los mueve y zarandea en mitad de barbechos y cunetas. Pasan los días, crecen semejantes a un bebé humano que se afianza y nutre de la tierra y del sol; y de pronto se yergue en mitad del espacio haciéndose visible en la distancia de caminos y carreteras. Cuando llega a su juventud emergen bellas flores de hilitos de hebras rosadas entre el exuberante verde de sus hojas rodeadas de punzantes agujas de pinchos.

No las tocamos. Las admiramos y dejamos que sigan madurando y envejeciendo hasta que se tornan amarillas y desfallecen  muriendo en los inviernos.

Hoy en mí país, España, se han aprobado la muerte de miles y miles de futuros hombres y mujeres en nombre de una mal entendida libertad. Y al escucharlo he recordado la libertad de los cardos de mi tierra que crecen en libertad desde que una invisible semilla cae en la tierra y germina. Gracias a esa gestación yo he podido admirar su belleza y ver su decadencia y muerte. Lo que no veré serán niños españoles por las calles a causa de la desprotección de la mujer y de sus hijos. De la desaparición del hombre autóctono. Olvidamos que gracias a la procreación estamos aquí, Matar al embrión humano es esquilmar la especie.

Envejecemos y morimos aislados en residencias sin el calor de la familia. A estas leyes las llamamos progreso. Y me pregunto, ¿desapareceremos como tantos otros pueblos?

 

 

Natividad Cepeda 

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