sábado, 16 de junio de 2012

A José María Casasayas


A José María Casasayas lo conocí a través de Isabel Fernández, Ama de la Casa de la Torre. Anteriormente conocía su trayectoria y su obra pero no había tenido el placer de conocerle personalmente.

La primera conversación la mantuvimos por teléfono y me relató con la mayor ilusión y entusiasmo de adolescente intrépido que en julio de ese mismo año - verano de 2000 - vendría hasta El Toboso para velar las armas en la Casa de la Torre por la noche, reencarnando a D. Quijote, y posteriormente ser armado caballero por el ventero y los mozos; pero que además él soñaba y requería mi presencia como Dulcinea que era, de la Casa de la Torre, para que le acompañara junto al pozo en la veladura de las armas.

Reconozco que la petición me sorprendió y a pesar de mi asombro acepté.

Para esa noche extraordinaria él había escrito una declaración de amor a Dulcinea, y yo a mi vez tenía que contestarle con otra misiva.

Así de esta manera inusual yo me metí en la piel de Dulcinea y una noche de verano del mes de julio fuimos acudiendo a la cita desde diferentes puntos de España para coincidir en el patio del pozo de la Casa de la Torre.

Los componentes de la Compañía de teatro de Angulo el Malo de El Toboso, dieron vida al ventero y las mozas de partido doña Tolosa y doña Molinera, y el público sentado a un lado del patio y la galería asistían en silencio como testigos de excepción a aquel acontecimiento.

La noche se cubrió de un misterioso silencio y las estrellas se asomaron al patio para ver a José María cubierto de su armadura celada baja y lanza en mano firme junto al pozo y sin inmutarse.

Los actores vestidos a la usanza de la época, parecían sacados de las mismas páginas del Quijote, y yo emocionada asistía sentada en una jamuga, sosteniendo en una mano un pañuelo de fino encaje y en la otra los pliegos de mi carta, pensando que aquello era un sueño y no una realidad.

Solo se escuchaban nuestras voces en el recóndito silencio de la noche y vagamente sentí que la emoción me embargaba y desaparecían todos por un instante, cuando Casasayas convertido en Quijote me miraba cayendo un mechón de pelo blanco en su frente, mientras leía su carta de amor a Dulcinea que en ese momento de transito irreal era yo.

Puedo asegurar que la noche y los asistentes quedaron extasiados y fuera de la realidad más absoluta. Aquello sucedió porque hay constancia fotográfica y muchos amigos que de ello pueden dar fe, yo al día de hoy sigo pensando que algo mágico y extraordinario paso aquella noche.

Recuerdo que cuando yo empecé a leer mi carta, el reloj de la torre de la iglesia dio la hora, al unísono y tan fuerte como las campanadas latía mi corazón, mis palabras se perdían en la noche y bajaban hasta el agua del pozo para ser bautizadas en el acto cervantino más romántico del mundo.

El 27 de Septiembre 2004 se marcho el romántico y tenaz “Quijote” que fuera Don José María Casasayas, a encontrarse con la insondable infinitud de lo eterno, y a buen seguro con el intrépido y querido Miguel de Cervantes.





Aquí en la Casa el Ama Isabel, guardesa de tantos sueños, sigue contando a los caminantes las mágicas cosas que han acontecido y los amigos del Hidalgo con tanto cariño hemos compartido. Las campanas con sus latidos siguen marcando las horas en el idílico lugar donde “media noche era por filo cuando don Quijote y Sancho entraron en El Toboso”





En ocasiones yo retorno a vivir aquella noche mágica, donde la fantasía y la realidad se mezclaron y donde supe sin quedarme duda alguna, que don Quijote y Dulcinea seguían existiendo en esta tierra única y sin fronteras de La Mancha.

                                                                                                                                      Natividad Cepeda


En Tomelloso y Febrero de 2005

"In memoriam" Josep María Casasayas Truyols
Homenaje desde la Casa de la Torre

Fotos: Casa de la Torre. Arte digital: N. Cepeda

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