En un mundo marcado por fronteras físicas,
ideológicas y lingüísticas, la poesía se alza como un lenguaje universal capaz
de hermanar almas distantes.
Atardecidas tardes las de octubre poblado de sueve brisa
cuando por nuestros cielos aparecen estrellas lejanas cruzando brillantes en la
noche. A la orilla de pueblos y caminos aparece la tierra cultivada: en el
llano manchego las ultimas vides esperando vendimia, apenas si quedan algunas
cepas con carga de uva pues este año la cosecha ha sido corta y exigua- Dios
nos valga proseguir amando nuestras viñas a pesar del descalabro continuo – El
arado todavía no ha limpiado los terrenos segados de trigos y cebadas y se ven
las alpacas de paja a la espera de ser guardadas. Un paisaje de olivos,
almendros y pistachos nos aguarda para mirarlos desde la carretera junto a al
azafrán y los abandonados melonares que este año han sido la ruina de muchas
familias. Es así la permanente tierra cultivada a veces no siempre nos trae
fortuna.
Tenemos en las manos memoria del pasado haciéndose historia
de la tierra tan nuestra a la que amamos, amando las tardes por donde cruza el
pájaro invisible del cansancio en estos jardines labriegos por donde resuenan
nuestras voces cargadas de anhelos que en los labios se hacen poemas que
respiran de tiempos pasados y presentes por entre las calles de aldeas y
ciudades. Octubre en estos primeros días nos hermana con aquella tierra de
Euskadi adonde estuvimos contemplado el río Nervión en Arrigorriaga y fuimos
recibidos en la Casa de Cultura “Edurne Garitazelaia” por sus poetas y
alcaldesa el pasado noviembre de 2024. El río Nervión la belleza del agua
y el entorno de su plaza con los soportales y la iglesia de Santa María
Magdalena, el rico yantar y la poesía de sus poetas junto a sus cantautores nos
hermanaron bajo la fina lluvia de aquellos días inolvidables. Fluyen los
recuerdos en tono a Bilbao y su ría del Nervión con sus puentes y el barco que
la recorre, mientras el río busca el mar Cantábrico…Recordar el café Iruña, el
Museo Guggenheim, las Torres de Isozaki e Iberdrola (la más alta del País
Vasco) y las campanas de sus iglesia y catedral de Santiago que repicaban
aquella tarde cuando nos despedíamos de la ciudad.
Fue un hermanamiento lleno de palabras y paisajes
diferentes a los nuestros con anécdotas y las copiosas comidas y cenas servidas
nos quedó la promesa de que nos devolverían la visita, y así con la certeza de
que se cumpliría nos despedimos de cada poeta, quedaba Juan Camacho por
Euskadi y Luis Díaz-Cacho por Castilla-La Mancha en hacer realidad ese
encuentro que se ha cumplido bajo el aroma de la vendimia de octubre y los
lugares recorridos por Ciudad Real y los bellos lugares de sus pueblos.
En una realidad marcada por desencuentros geográficos de
fronteras ideológicas los poetas se unen en un hermanamiento poético para
acercar la belleza del alma y la sensibilidad de sus creaciones para creer en
la esperanza gracias a la cultura en ese patrimonio compartido de la poesía.
En un mundo marcado por fronteras físicas, ideológicas y
lingüísticas, la poesía se alza como un lenguaje universal capaz de hermanar
almas distantes. El hermanamiento poético no es simplemente un ejercicio de
traducción o influencia mutua entre autores; es una comunión profunda entre
sensibilidades que, aunque nacidas en geografías distintas, laten con ritmos
similares. Es el reconocimiento de que el dolor, el amor, la esperanza y la
belleza no pertenecen a una sola cultura, sino que son patrimonio compartido de
la humanidad. Los poetas tienden puentes y hacen caminos que hermanan a través
de los libros que leemos de poetas desaparecidos y de poetas actuales.
La poesía permanece en los libros y se hermana con los
lectores cruzando edades y siglos sin muros ni fronteras, no es la nada es
donde el corazón humano se refugia siendo soporte invisible para la vida. Dos
recitales en octubre coordinados de nuevo por Luis Díaz -Cacho en
Castilla-La Mancha y la de Euskadi por el poeta vasco-manchego Juan
Camacho con el inestimable editor Julio Criado García piezas
fundamentales de este hermanamiento. Devanamos palabras y tejemos libros de
poemas con dos decenas de poetas y músicos consiguiendo ese equilibrio de soñar
unidos en Aldea del Rey y en San Carlos del Valle. Los poetas
castellanos-manchegos Elisabeth Porrero, Eloísa Pardo Castro, Jesús Lara
Serrano, Juan José Guardia Polaino, Luis Díaz-Cacho Campillo, Luis Romero de
Ávila Prieto, Marciano Sánchez, Natividad Cepeda, Teresa Sánchez Laguna y
Vicente Castellanos. Y por los de Euskadi Cruz Cuesta, Florencio Moneo Martín,
Idoia Carramiñana Miranda, Inma Díez, Jon Zelaia, Juan Camacho y Santiago
Liberal; en este grupo participa el poeta catalán de origen manchego, Jesús
Sánchez Rivas; y Juan Pedro Carrasco y Yolanda Jiménez García de la comunidad
de Madrid. En la música Vicente Castellanos, y por vídeo el buen hacer del
cantautor vasco Iñaki Basabe.
Desde lo remoto viene el estremecimiento poético lavando
las heridas de antiguos estigmas, quitando miserias y temores que el viento
propaga en las voces de cada poeta que escribe desde la libertad de la palabra.
No la perdamos nunca, no la prostituyamos, porque de hacerlo no habría poesía.
Natividad Cepeda
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