Celebramos
la Semana Santa en España y en todo el mundo los cristianos conmemorando la
Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. En todos los pueblos y ciudades españolas el
pueblo saca las imágenes a la calle en una catequesis colectiva mostrando su fe
y tradiciones. Se celebran pregones y se escriben poemas dejando que la fe y la
emoción nos embargue. Mi poema a la Madre Dolorosa Santísima Virgen María en la
que depositamos nuestra esperanza es la petición de este poema en la que se
sustenta mi fe.
MADRUGADA
A
Nuestra Señora de la Esperanza
En las orillas del día, Inmaculada María,
Madre de todo mortal, nos emociona
tu llanto cuando vemos tu celestial rostro
de lágrimas mojado, y quisiéramos que el
aire
se detuviera para ahuyentar tu tristeza
y tu pena por el dolor sufrido e
inmerecido.
Madrugada, madrugada del Jueves y Viernes
Santo,
luces de cera alumbrando a María Dolorosa
anegada de dolor entre claveles y rosas,
espinas
y nazarenas portadoras de pesares, y de
cruces
silenciosas: Nazarenos, compañero
encapuchado
de Jesús el Nazareno ajusticiado en la
cruz.
Tarde de llanto y lamento, de oración y
penitencia
cogen su cirio de luz y acompañan en
procesión
con el corazón transido a Cristo en su
pasión.
De este pueblo que te aman y te ofrece
con fervor, Madre de nuestra Esperanza,
flores y cera para tu altar y carroza,
y para
tu verde manto como las siembras del campo,
plegarias,
y la sincera oración de las anderas
que te
portan apasionadas de amor, Madre
de los
creyentes que en Ti nos refugiamos.
Para
Ti, traemos, racimos de costumbres,
nosotras,
mujeres, que nos miramos
en tus
ojos, esperando el milagro de tu amor
para
calmar pesares, escondidos en pliegues
de
nuestras penitentes túnicas, bajo la noche
estrellada
escoltando tus preciosísimas lágrimas.
Vertemos
en Ti, Madre del sumo Hacedor
todos
los sueños y anhelos, lucero del claro
cielo,
y de toda galaxia del universo nuestros
días
más amargos, y en Ti los depositamos,
y lloramos
con tu llanto crecido por todo el orbe
cuando
en tú mirada vemos toda la angustia
del
mundo, marcada por Cristo crucificado.
A Ti
regresamos cuando anochece el día
y
nuestra sed se calma mirando tu figura,
manantial
de dulzura, huerto de nuestra vida,
música
celestial y Madre de los silencios.
Remiéndanos
el alma por tantas veces rota,
con
fervor te lo pido, cruza por nuestras calles
y
entrelaza nuestras vidas para de tu mano
encontrar
a tu hijo; Virgen de mi Esperanza.
Madre
del Dios vivo y faro de nuestra vida.
Por
los alumbres del día la luna de abril
te
besa, y se cobija en la aurora, esperando
tu
salida desde tu templo a las calles,
de
este pueblo que te adora, mi soberana
Señora,
donde Dios en ti se hizo hombre
para
morir en la cruz por amor y sacrificio.
En el
mástil de la cruz quiero navegar contigo.
Madre
del Resucitado, vela por la paz del mundo
y
envuélveme cuando parta a los mares de otra vida
en tu
maternal mirada, y cúbreme con tu manto,
María
de la Esperanza, para navegar sin miedo
a los
mares más eternos para encontrarme contigo.
Natividad
Cepeda
Fotografía Cristo de Dalí. Imagen de Dolorosa de El Escorial.
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