El desafío
de no seguir acatando lo que otros quieren imponer a las mayorías es un acto de
valentía. Valentía que hoy apenas existe.
La actualidad se ha vuelto poderosamente
restringida - no se debe decir censura porque a quienes lo dicen lo etiquetan –
con palabras que definen al atrevido o atrevida que da su opinión en libertad.
Al menos eso se nos dice, pero no es del todo verdad.
Escucho
noticas absolutamente disparatadas y amparadas por la ley: se protege el
derecho al aborto en jóvenes de 16 años aludiendo a su libertad y además siendo
menores de edad los padres no tienen derecho alguno a opinar. Curiosamente en España
nos faltan nacimientos porque la familia está desprestigiada. Tampoco recibe
ayudas para apoyar esas familias; conclusión somos un país de viejos.
Cuidadito,
cuidadito, no se dice viejos, suena mal. Borremos esa palabra del dialogo
cotidiano.
Ahora
todos somos bellísimos y jóvenes; prohibido envejecer. La publicidad nos
insiste en mostrar cremas y más cremas para frenar el envejecimiento mostrando
chicas jovencísimas y mujeres sin edades definidas felices y esplendidas. Te
compras la crema, te dicen que tienes que consumirla durante un mes o dos, y
tres también. Una cremita para el día y otra para la noche. Pasan los meses y
se comprueba que aquello de parecerte a la modelo publicitaria no es verdad.
Dinero tirado, piensas, pero te callas porque como vas a confesar que no
funciona, para que alguna otra te diga, mirándote misericordiosamente, que algo
si se te ha notado. Mentira, el espejo te ha dicho que no es verdad. Y como
tampoco hay euros para la cirugía plástica pues te compras ropa mona, que no te
quita los años, y te vistes de espantajo
para demostrar a los demás lo feliz que eres.
Además
cumplimos años estando en forma porque si te quejas te engatusan para
internarte en una maravillosa residencia de mayores, no de viejos. Y aparcada
la familia, hijos, nietos… se liberan y te visitan en días señalados, porque
eso, lo de los días señalados está aceptado y no restas libertad a tu familia
que los viejos se vuelven pesados, pesados.
Y, dónde
quedó la libertad del mayor? Mayor, no
viejo. Pues entre las paredes del coto cerrado de donde sales para tu entierro.
Digo
barbaridades. Porque allí están muy bien atendidos. Claro que sí. Y aislados y
solos.
Por
eso está prohibido ser viejos, excepto
que seas todavía útil y eches una mano,
y las dos también, para ayudar en lo que te demanden. Y si no te parece bien
pues te van manipulando para que pidas la muerte digna, y con una inyección te
mandan al otro barrio y el estado se ahorra tu jubilación y los herederos, si hay
algo que te quedó, se lo reparten tan ricamente que la vida son dos días y eso
del luto es una tontería.
Esta
sociedad nuestra está tan adelantada que se cepilla a los niños que nos faltan, y a los ancianos con legado de sabiduría.
Y
mejor me quedo callada sin aludir a mi libertad de libre pensadora porque ya me estarán tachando de exagerada e
imposible de catalogar. En fin que eso de la libertad es un sueño y no la fea realidad
en la que vivo.
Natividad
Cepeda
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