…
Laura Luelmo no volverá a
coger con sus manos lápices de colores para dibujar y mostrarnos en sus dibujos sus afanes e
inquietudes.
Laura Luelmo a muerto en esta época tan políticamente
correcta con aquellos que asesinan a mujeres de cualquier edad y condición
social y, no le devolverá la vida las
tardías lamentaciones de miles de personas desconocidas que ahora, hablamos de
ella porque ha sido asesinada.
Laura Luelmo ha sido
silenciada porque la frontera del buenismo la ha callado para siempre y, aunque
escribamos de ella a título póstumo,
seguirá siendo asesinada mientras las leyes no cambien en favor de las víctimas y, en contra de los
asesinos desalmados que salen gracias a no existir la cadena perpetua por
carecer de vigencia.
Laura Luelmo ha sido ultrajada y asesinada gracias a la tolerancia de las leyes
vigentes con los que no cesan de exterminar a las mujeres, aquí y en
otros países del mundo con la connivencia de legisladores y mandatarios.
Laura Luelmo no compartirá
sus enseñanzas educativas a los niños de
ese pueblo donde el acontecimiento de su
desaparición y muerte lo ha puesto en las primeras noticias de unos
cuantos días; después Laura Luelmo, y el pueblo de El Campillo, se olvidarán y
los interlocutores de hoy olvidarán este
horrible suceso como se ha olvidado el asesinato de otras mujeres.
Y mi desgarro de mujer es un
desgarro viejo y caduco como madre, como hija, como abuela, como nieta…Como
mujer ignorada a través de siglos y milenios pariendo hijos y meciéndole en mis
brazos para después ser vejada por la corroída maldad de la soberbia de la
especie.
¿Llorar, de qué sirve? Vivimos
en ocasiones con rugidos de rabia e impotencia y también con ridículas sandeces de gestos de estos tiempos tan dados a la imagen y la
frase hecha que colgamos en portales de Internet, de whatsapp, twitter y que se
hace “viral”. Sí, es esa noticia que de
pronto nos inunda y sumerge en su difusión olvidándose con la
misma urgencia y rapidez que se extendió. Y
en ese torbellino la vida de una persona no vale nada.
Hoy todos somos Laura
Luelmo; ayer fuimos Diana Quer o Marta del Castillo y junto a ellas una larga
lista de mujeres asesinadas, niños y algunos hombres; personas a las que el
asesino, los asesinos, arrebataron la vida de forma violenta y, a pesar de
renegar de ellos y de las leyes que nos desamparan a veces, hemos salido a la calle a gritar.
¿Para qué? Para nada.
Los lápices de colores de
Laura se han quedado huérfanos y las hojas de papel inútiles sin esas manos que daban vida a sus personajes de caricaturas. Hemos
perdido a una creadora y generaciones de niños y jóvenes a una educadora. La
sociedad a perdido a una mujer, poca cosa cuando sobran tantas otras… Las
mujeres siguen sin aprender que la vida
es el don más preciado que ni se debe vender ni
se debe perder. Llorar es fácil cuando el corazón se nos rompe. Olvidar
también, cuando olvidemos a Laura porque otro nombre de mujer ocupe su lugar.
Quiero creer que allá donde Dios pinta de amanecer los
cielos tú, Laura ,lo acompañes con tus lápices de colores para seguir trazando
caricaturas entre las nubes y el cielo.
Natividad
Cepeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario