jueves, 3 de julio de 2025

Y siguen asesinado a mujeres los hombres civilizados de esta sociedad

 



Me estremezco cuando leo y escucho que una mujer ha sido asesinada. Y presiento que hay muchas mujeres que son asesinadas y nadie las reclama ni nombra en nuestro mundo global.

Apenas si me quedan esperanzas en esta sociedad violenta y amortajada de mentiras.

Sociedad de liviana sonrisa porque si yo no grito ni sollozo por tanta ignominia entonces de poco valen los símbolos colgados, ni el recordatorio de los maestros del engaño que nos manipulan para que nos callemos ante esas muertes de mujeres que no cesan. Ante las que nos hemos acostumbrado como algo cotidiano.

Como si nos hubieran anestesiado ante la masacre.

Siento el bramido de la muerte en mi génesis de mujer.

Lo siento desde la noche oscura de los tiempos.

Viene desde el sonido lúgubre de tambores machados de sangre entre danzas macabras y leyes injustas. Sobre mí llevo esa música, ese dolor inacabado, ese morir sin pausa a través de miles y miles de años.

Muere una mujer y el mundo calla.

Todos los sollozos se olvidan. Todos los asesinos son perdonados.

Y me pregunto: ¿Por qué la piel se rasga, se acuchilla, se golpea, se tira por ventanas y acantilados, se trocea, se entierra, se quema, se esconde en basureros y terraplenes?

¿Por qué?

No quiero lazos morados en mi ropa, en mi pueblo, en mi ciudad, en mi ordenador, en mi periódico en mi vida. No, no los quiero porque de nada sirven.

Para qué tanta parafernalia cuando se siguen desgarrando vidas, cuando mueren niñas, niños y mujeres violadas, maltratadas, olvidadas, vejadas, sentenciadas por esta sociedad mediocre y pusilánime, tan metida en su total buenismo de escaparate de móviles y pantallas de necedad absoluta.

No, no quiero más símbolos inútiles inventados para acallar a las masas

Sobre las víctimas no hay estrellas ni rosas, ni lágrimas solo son noticia de unas horas y después el olvido. Y continuamos como si fuera normal.

Algo fundamental está fallando en nuestra sociedad. Nos faltan valores humanos y nos sobra publicidad inútil.

Sólo me queda mi palabra para reclamar que nada de lo que ocurre es normal.

Natividad Cepeda©