"El amor halla su expresión
más plena en la oración
común"
Juan Pablo II
A las cinco se empezaban "Las
Flores". Siempre a las cinco.
A las cuatro se abría la puerta de la
casa, se dejaba entornada
Antes, tía María, pasaba al oratorio,
encendía la lámpara central,
miraba los jarrones muy repletos de
flores,
volvía a colocar las sillas en perfecta
alineación,
se asomaba a la pila del agua bendita
y comprobaba que el agua cumplía su
misión redentora.
Luego, llegaba al reclinatorio, tocaba su
rosario de azabache,
y volvía a colocar los libros de
oraciones dispuestos donde ella se arrodillaba.
Encendía los candelabros eléctricos
dentro de la hornacina de la
Virgen ,
estiraba una arruga inexistente de la alfombra persa,
aspiraba el aroma que las flores dejaban
en la estancia,
y muy despacio elevaba sus ojos a la Virgen del Carmen,
y con delicadeza, fervor y respeto, santiguaba su frente
envejecida.
Desde la puerta el gato blanco y negro la
seguía en silencio.
En el patio volaban gorriones y golondrinas,
y el laurel plantado en la desechada cuba del vino
estiraba sus ramas para tocar la puerta
del santuario doméstico.
El aire se llenaba de aromas a cera
derretida y alelíes.
parecía con el sol dando en la piquera
blanca de cal que acabara de caer nieve.
Las rosas de rojo terciopelo competían
con la celinda y la albahaca,
con los claveles, los geranios de olor y
el perfume de las lilas
que inundaban el iluminado altar, donde ardía la lamparilla
del aceite .
El tibio aire de mayo se colaba, y dulce
rozaba los ángeles de escayola
que con sus manos juntas oraban en
silencio.
Refulgía el Cristo de metal reflejándose en el lienzo protegido con
cristal
de Santa Rita, y jubilosos se movían los
manteles de hilo blanco y encaje
de bolillos del altar. Mayo sonámbulo de
fiesta crecía en sus aromas
y
se postraba a los pies de la imágenes, y un silencio con clamor
de aleluya se ofrecía en las lágrimas
transparentes de la lámpara.
Apenas si la tía María respiraba, los
ojos de la Virgen
y los de ella
se encontraban, y entonces parecía que
hasta allí el cielo hubiera descendido.
Poco a poco iban llegando las mujeres,
pasaban, y en silencio ocupaban cada una
su silla Unos minutos
antes de las cinco la tía María encendía
las velas del altar.
Cuando desde el reloj de la torre de la
iglesia escuchábamos las cinco,
al unísono, cantábamos canciones a la Virgen.
Las voces se elevaban sublimes por el
aire, y hasta los gorriones y las palomas
rezaban el rosario cuando con emoción y
fe desgranábamos el Dios te salve María...
y en su contemplación sagrada y
silenciosa
nos sentíamos en paz. A costa de los años
se fueron esos días, el tiempo sepultó a
las personas,
derribó la casa, y el modesto jardín
pereció con su dueña,
y un misterio de sombras de recuerdos y
nombres
se quedaron prendidos en los días de
mayo.
Dios te salve María...
mis labios, una a una, repiten confiados
la oración
que aprendí en mi infancia, y al hacerlo
una onda ternura
me renace en el alma. Dios te salve
María, prólogo de mi vida,
belleza sin crepúsculo, aroma de otras
vidas que descansan en Tí.
Dios te salve María
en las tardes de mayo, en las de abril y
junio, también en las de agosto
y septiembre, en las noches de marzo de
enero y de diciembre,
Dios te salve María toda llena de gracia
en el calor de julio a la hora del
Ángelus. Te rezo Madre nuestra
desde la sencillez e ingenuidad de la
oración del pueblo con mi fe
hacia adelante, con la huella en mi alma
de aquél altar de mayo.
Natividad Cepeda
Premio ferias y Fiestas Mota del Cuervo
2008
Fotografías: N. Cepeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario