viernes, 27 de noviembre de 2015

Juego sucio

                                                 
Mientras Francia nos sigue demostrando su unidad nacional  con sus banderas y su himno, sin asomo alguno de complejo de culpa ni de cobardía  unidos ante los hechos ocurridos, en España, los políticos se enzarzan en aquello de “son galgos o podencos” la fábula de los dos conejos, de Tomás de Iriarte, pero sin la gracia satírica del autor de la fábula citada.
Seguimos asistiendo a los remilgos sobre implicarse abiertamente en defender la vida en cualquier país europeo atacado por esos terroríficos islamistas, en contra de nuestra cultura, a los que, los de  Podemos no ven bien el apoyo y la unión. Y si a esto le añadimos las respuestas a una pregunta formulada por un estudiante de la Universidad Carlos III de Madrid,  sobre la permanencia  de la filosofía entre las asignaturas de  la Lomce  a los dos candidatos a la presidencia, Pablo Iglesias, candidato de Podemos, y Albert Ribera de Ciudadanos, sobre la filosofía y los filósofos como Kamt  y sus obras, y los rematadamente mal que lo hicieron; nos volvemos a quedar con un poco más de lo mismo, ansia de poder y zafiedad latente. Ya que ambos sabían quiénes eran los asistentes y salieron trasquilados los dos. Aunque es cierto que conocer  la filosofía del prusiano  Immanuel Kant, no creo que al ciudadano medio le importe tanto. Sí le preocupa que los que se presentan a dirigir el destino de los españoles no tengan la altura debida. De ahí el alcance del fallo cometido.
Y claro seguimos sin comprender hacia donde giran unos y otros en los debates,  tan escasamente esclarecedores sobre la gobernabilidad de todos nosotros. Porque si el eje de la política debiera ser la ética de cada uno de los  representantes políticos, de todos los que se presentan a elecciones, tan en desuso en tantos de ellos, ¿cómo nos convencerán de su buen hacer, cuando en vez de reconocer con sencillez los errores los convierten en peleas verbales?
En muchos ambientes se atisba la escasa atención prestada a los debates, nada bueno en un momento tan crítico en economía y seguridad.  Y también queda demostrado la escasez cultural de muchos de nosotros,  cuando tiene más audiencia informar de los pormenores de las relaciones  mantenidas de todos los que pueblan el vacío mundo de las  relaciones sentimentales que,  no creo les interese la filosofía y los filósofos, aunque despotriquen a diario en debates donde la crítica destructiva da de comer a muchos, en este país nuestro de tacos y mal hablados, porque expresándose así refuerzan sus opiniones exentas de filosofía, y a veces también de ética.
Hay un juego sucio entre los políticos al desdecirse de lo que prometen. No es lo mismo estar gobernando, que estar en la oposición, y así, los representantes de partidos políticos se desdicen y prometen hacer, lo que sí pudieron, cuando gobernaban y cuando pierden el poder, prometen hacerlo, echándose las culpas  los unos a los otros, mientras   la casa de esta España pobre,  sigue sin  barrer ni limpiar.
Estamos casi  tocando el tiempo navideño, y para seguir en la misma dirección de complejos, con viso de progresión avanzada, se intenta desde algunos ayuntamientos y políticos, extirpar las tradiciones, como si esas costumbres fueran culpables de los abusos de poder que sufrimos.  Y se dimensiona la celebración de las fiestas porque representan el cristianismo europeo, aunque no se atreven a cuestionar otras creencias y religiones porque al hacerlo dejarían de ser progresistas y europeos. O también porque  no ignoran que hacer burla de otras creencias no sale tan gratuito como mofarse de los símbolos cristianos. Un juego sucio, además de una falta de respeto hacia los ciudadanos que son creyentes, olvidando que también son votantes.  
El nivel cultural del político no puede ser oportunista, porque esas actitudes le pueden restar poder, que es lo que quiere conseguir con sus proclamas y programas, en vez de sumar votos, al no respetar a una parte mayoritaria de la población. El juego sucio en la política nos ha dejado la no creencia en los políticos honrados, y es demasiado peligroso vivir entre insultos y burlas.
Las expresiones nos definen culturalmente  a todos, y la relación  recíproca es la que debe existir en todas las opciones  políticas de nuestra sociedad.


                                                                                                         Natividad Cepeda

Arte digital; N. Cepeda

No hay comentarios:

Publicar un comentario