domingo, 27 de junio de 2021

Un vaso de agua, por favor.

   


                                                    

Acababa de marcharse el camarero después de haber dejado sobre la mesa dos botellas de agua fresca. Sobre la mesa rústica de madera quedaban restos de raciones y botellas vacías de zumos y de agua. El sol ardiente del verano se empozaba por detrás de las sierras y poco a poco las tinieblas de la noche avanzaban próximas  en aquellas horas postreras del crepúsculo.

 El aire de la sierra nos refrescaba y sentíamos que con la llegada de la noche volvía el descanso. Las cabañas de madera dispuestas en lo alto y diseminadas por entre los árboles y los matorrales empezaron a iluminarse. Los camareros encendieron las luces del comedor y en la terraza, donde nos encontrábamos empezaron a encenderse débilmente las luces programadas para alejar las sombras nocturnas.

 Miré la amplia superficie  que se extendía a mis ojos y admiré, una vez más, la belleza de aquella tierra. Mi tierra manchega y sus montes. Los robles convivían con las carrascas y los alcornoques dejando espacio para la jara y los pinos. Abajo en la falda de la sierra se extendían las viñas prietas de racimos por estas fechas, y en la tierra sometida  por la mano del hombre, las fanegas  sembradas de cereales denunciaban la siega hecha días atrás. El pueblo, allá abajo, era evidente que se sumía en las sombras, y requería sin mucho tardar ser iluminado.

 La melancolía del final de la tarde se esparcía por los senderos y se posó milagrosamente en el plumaje de un águila imperial. Desde los árboles nos llegaba los últimos sonidos de las aves y la voluptuosidad del entorno nos envolvía en una singular atmósfera.  Todo lo iluminaba el crepúsculo y entre el color misterioso de la tarde recordé cuando un día lejano sintiendo la garganta seca por la sed  del verano llegamos a una casa donde nos enseñaron pliegos amarillentos donde se podía leer con una letra garabateada de hacía siglos, difícilmente los nombres y sucesos recogidos en aquellos papeles. Era un árbol generacional donde el apellido Cervantes aparecía a lo largo de una ristra de nombres de un pueblo conquense. El dueño de la casa y del documento se esforzaba en demostrar que el autor del Quijote, Miguel de Cervantes Saavedra, había vivido allí mismo y él era uno de su descendientes. Al llegar le pedí amablemente un vaso de agua pero el buen hombre no dejaba de  explicarnos la autenticidad de aquellos documentos y la impotencia que sentía ante la pasividad del municipio en no catalogar y hacer público aquel hallazgo maravilloso que el aportaba generosamente, por supuesto.

 Volví, a pedir por favor y educadamente un vaso de agua porque la lengua se me pegaba al paladar y como única respuesta escuché decirme que cuando viniera su hermana me sacaría un vaso de agua porque él, no tocaba nada de la cocina porque era patrimonio ajeno a él. Ante aquella respuesta miré a mis dos acompañantes suplicándoles con la mirada que nos fuéramos de allí y olvidáramos si Cervantes era pariente o no lo era de aquel erudito de pueblo que me mataba de sed. Insistí y amenacé con irme al único bar abierto aquella tarde y al final, ante quedarse sin ser escuchado el dueño de la casa y de los papeles dejó el manojo de papeles  encima de una mesa y abrió una pequeña puerta encastrada en la pared y parsimoniosamente sacó un cubo atado a una maroma de esparto lo introdujo en aquella cavidad y a escasos minutos sacó medio cubo de agua invitándome a beber agua directamente desde de el mismo cubo. Casi de rodillas bebí como una bestia aquel agua tan fresquita saciando la angustia de mi sed y a continuación mis dos acompañantes de la misma manera. Jamás antes de aquel día había bebido así, en un cubo igualito que mi abuelo le daba de beber a sus mulas.

 Cuando salimos de aquella peculiar entrevista nos dirigimos a un bar a tomar algo sólido. El camarero nos dio la carta de comidas y  yo sin esperar a elegir las viandas le supliqué con  la mejor de mis sonrisas que por favor me trajera una botella de agua y un vaso para beber. Enseguida, por favor, le dije al camarero y después ya nos servirá lo demás. Cuando el camarero dejó sobre la mesa una botella de agua y un vaso  al lado no dejé que me la sirviera, la cogí y ante su asombro empecé a beber agua como la sedienta que era porque del agua del cubo me había mojado los labios, y poco más, por si me vaciaba el cubo encima y me tocaba ir mojada  hasta emprender el viaje de regreso y llegar a mi casa, De aquella jornada y la anécdota del pariente de Miguel de Cervantes  hay una fotografía que mis compañeros de viaje me hicieron, es sencillamente una mujer bebiendo agua.  Pero como si por primera vez hubiera descubierto aquel maravilloso líquido.

El verano me había regalo conocer aquél hidalgo venido a menos y su pozo escondido en la pared con su cubo y maroma por si alguien se le ocurría pedir agua; en fin cosas de forasteros que no tienen que hacer nada más que llegar pidiendo agua como si fueran de la familia…

 

 

Natividad Cepeda

 

 

 

 

domingo, 20 de junio de 2021

Elegía para el recital y homenaje al poeta Manuel Muñoz Moreno con el libro “Palabras en silencio” en Argamasilla de Calatrava los poetas de Oretania


Como el verano viene con él regresas tú, desde ese lugar sagrado que está por encima de toda realidad en éste atardecer de junio poéticamente tuyo, Manuel Muñoz Moreno: y siento que ha pasado el tiempo sobre tu voz  que guardo en el ángulo del alma. Sobre esta tierra tuya se conjuga la desmesurada sombra del adiós signada  de antiguo canto de poetas, viajeros desde la noche de los tiempos de trovas que reposan en ese incesante viaje de amar a nuestros muertos.

Tus versos, y tú, son hoy el centro de la noche y todo, y todos, te pertenecemos en este pasaje de tu historia. Sobre el alero de la noche duermen golondrinas llegadas desde lejos, es posible que no sean las mismas que tu viste pero son golondrinas eternas que regresan al amparo de tu pueblos y de tu alero.

Volver querido amigo a dialogar contigo es un libro cerrado con resquicios de páginas de duelo en libre elección de nuestro espíritu. Mentiría, si en esta elegía no dijera a todos que  me duele estar hoy en tu pueblo sin tenerte. Y por ti, Manuel,  mi canción  es plegaria de nómada que espera encontrarte otra tarde cuando emprenda ese camino tuyo que me espera.

Hoy no puedo traerte una flor de manzano porque se han cubierto de hojas verdes y al verlos, Manuel Muñoz Moreno, recuerdo aquella despedida que nos dejaste escrita: “Emprendo mi vuelo como la hoja del manzano sin dueño” desde entonces cada manzano que contemplan mis ojos eres tú.  Y te veo en el viento que mueve sus ramas  como si tú, me hablaras.


Palabras de añoranza que buscan tu recuerdo. Palabras de tus amigos poetas, Manuel Muñoz Moreno, que se sucederán al contraluz de la tarde rabanera para quedarse entre tus calles, flotando en los rincones y subiendo al desván de la nostalgia, porque aunque duele no tenerte entre nosotros recitando tus poemas, hermano juglar, yo te siento custodio de nosotros. Y vuelas ahora entre las lluvias que nos mojan con tu voz y tu palabra entre el soplo de tu eterna despedida y no dudo que como tu dijiste "Nos vemos en otros lejanos soplos...Con cariño”…

Así nos llegó tú último poema a través del móvil, gracias al amor de Begoña, tu mujer, que nos hizo llegar como postrer regalo sin codicia, el hermoso poema de tu adiós. Y si, nos sirve tu palabra para comprender que un poeta se queda en sus poemas. Pervive en cada uno de sus libros, en cada uno de sus versos, cavando su belleza estrías en el latir del corazón.





Julio Criado Director editorial de Ediciones C&G junto con el Coordinador de Poetas de Oretania Luis Díaz-Cacho,  nos reúnen para rendirte homenaje, o para hacernos sentir que no te has ido y que tu palabra no es silencio. Y así a la caída de la tarde  “Palabras en silencio” el libro en el que tú participaste te hará visible en estos versos que son tuyos dedicados a Ana;

Todos los días Ana

se posa en mis pupilas

para que el desierto recuerde

en su forma de regar

de abrir estelas

que eviten el olvido

abriendo mares de sencillas certezas.

 


En los espejos de las tardes, Manuel, me apoyo para descifrar los versos que nos dejaste al marchar hacia el infinito.

 

 

Natividad Cepeda

 

 

 


viernes, 18 de junio de 2021

Llovió en Tomelloso un diluvio en menos de dos horas y todo se encharcó

 


Estamos en junio y el calor cae sobre campos y pueblos con su manto de sopor y calima sobre personas y plantas. En ésta encrucijada de submeseta sur, la orografía es poco accidentada y la altitud ronda los 700 metros sobre el nivel del mar. La mayor unidad geográfica de la Meseta Sur es la llanura de La Mancha, una gran comarca natural que se extiende por buena parte de las provincias de Ciudad Real, Albacete, Toledo y Cuenca.

Tomelloso, es donde resido y de donde procede mi familia desde hace siglos la mayoría de ellos, aunque también tengo por línea materna un abuelo nacido en Argamasilla de Alba y su madre nacida en Daimiel, todos ellos con apellidos lejanos en el tiempo desde la Reconquista castellana a los árabes. Tomelloso está situado en el mismo centro de la comarca manchega con  660 metros sobre el nivel del mar. Tenemos  clima mediterráneo continental por lo que  es frío en invierno y muy caluroso en verano. La lluvia es escasa sobre todo en las últimas décadas dándose el caso que en ocasiones las tormentas caídas nos anegan y destruyen cultivos,  nos inunda el pueblo, mucho más desde que las construcciones actuales y alcantarillado se olvida de estos fenómenos atmosféricos. Estamos enclavados en el extremo nororiental de la provincia de Ciudad Real, en la comarca natural de La Mancha a una altura de 660 metros sobre el nivel del mar.

El clima nos he hecho duros y soportamos el calor y el frío con el estoicismo de quienes habitan su tierra prometida y por ella luchan y perduran sin desanimo alguno. En mi infancia cuando las tormentas descargaban agua  las calles buscaban su corriente natural hacia la salida del pueblo; en una de ella, que por entonces se llamaba calle de Las Huertas, al principio y al final había en el centro tres hitos de piedra por donde cruzábamos por encima del agua de la calle que era similar al cauce de un río turbio. En otra calle principal las aceras estaban tan altas que en una de sus esquinas había tres escalones evitando así que el torrente inundara casas y cuevas. En la plaza  del pueblo, grande y redonda, se ponían bancos de madera para cruzar por ellos sin miedo a naufragar en las aguas vertidas de las nubes.


Para mí y todos los niños aquella era una aventura maravillosa y hasta hacíamos barquitos de papel  viendo cómo se alejaban navegando en aquellos ríos urbanos que eran nuestras calles. El alcantarillado nos privó de aquellas peripecias y al dejar las calles a la misma altura que el acerado surgieron los problemas de inundaciones en sótanos y garajes, cuevas y hasta en edificios emblemáticos como es la Posada de los Portales ha llegado la última inundación de hace unos días. Nos preguntamos el porqué de todo estos desastres ahora que tenemos especialistas en urbanismo ocurre estos desastres y, anteriormente cuando éramos más pueblerinos y teníamos menos concejales y funcionarios especializados no pasaba nada cuando llovía.

Algo falla en nuestra sociedad avanzada tan orgullosa de sus logros. Antes, los ancianos del lugar, hombres y mujeres, nos narraban donde  se hallaban los humedales manchegos y por donde fluían las corrientes naturales  subterráneas. Antes, se envejecía rodeado del cariño familiar  y había tiempo para niños y viejos. Antes, no íbamos al psicólogo ni al siquiatra con tantísima frecuencia como ahora; nos faltaba el Internet y el móvil, los viajes a Punta Cana y a las pirámides de Egipto, la Sesta Avenida de Nueva York solo la veíamos en las pantallas del cine. Algo está fallando en nuestros entornos se habla y se escribe del cambio climático pero casi nadie sabe situarse para conocer los cuatro puntos cardinales de su ciudad.

Ocurrió el pasado 5 de junio de 2021 el cielo encapotado descargo agua  más de 70, 80 y hasta 90 litros por metro cuadrado, dicen que un 30 o un 40 por ciento de lo que llueve ahora al año. Los bomberos y Protección Civil, policía y vecinos no eran suficientes ante las incidencias provocadas por la tromba de agua: después llegó la calma y los afectados limpian y reparan los daños causados con la inseguridad de que se vuelva a repetir en cualquier otro momento de cualquier día del verano.


Los niños van al colegio, los adolescentes a los institutos y muchos  jóvenes a las universidades pero ignoran donde están ubicados, de donde proceden sus antepasados y cómo actuar ante las inclemencias del tiempo. Algo está fallando en nuestra sociedad avanzada cuando a las nuevas generaciones no se les prepara adecuadamente para vivir y sobrevivir ante conflictos naturales. Tomelloso no es una excepción hechos similares vienen ocurriendo en otros puntos de España y desgraciadamente se repiten y nos aguantamos como si lo ocurrido fuera normal cuando no lo es. En la memoria de los pueblos  quedan las fotografías y películas de videos de estos sucesos, luego se olvidan y seguimos instalados en esta cobertura  antinatural que nos engulle sin reparar en ello y, sin exigir a los responsables que no vuelva a repetirse.

 

Natividad Cepeda

 

 

 

 

martes, 15 de junio de 2021

Volver a Calzada de Calatrava un 22 de mayo de 2021 en el XII Encuentro Oretania de Poetas «Palabras al campo»


Oretania es un grupo Literario de poetas coordinado por el poeta Luis Díaz-Cacho Campillo que también es alcalde de la Villa de La Solana de la provincia de Ciudad Real del reino de España.  El editor es  Julio Criado nacido en Puertollano de Ediciones C&G representante del Grupo de Comunicación Oretania desde hace más de dos décadas.  Sin esos dos pilares  el Grupo Oretania de poetas no sería posible su existir.

El pasado 22 de mayo de 2021  en el Patio de San Francisco del municipio de Calzada de Calatrava se presentó el libro “Palabras al Campo”, editado por Ediciones C&G con asistencia de un centenar de personas guardando todas las medidas preventivas para evitar contagios del Covid19, se dieron cita los poetas participantes, el prologuista Pedro Antonio González Moreno,  disertando sobre la actualidad de los pueblos manchegos y  la publicación del libro  Palabras al campo, dijo entre otras muchas palabras que  "no podía resultar más oportuno, en estos malhadados tiempos que vivimos, el tema elegido para el presente libro, porque no hay ventanas con mejores vistas que las que se abren hacia esos campos o hacia esos pueblos que durante años hemos tenido tan olvidados". Pueblos que se despueblan quedando vacios tierras de labor y viviendas.

El acto fue presentado por la Directora de la Biblioteca Municipal “Cervantes” de Calzada de Calatrava, Mª Mercedes Alonso Díaz.


El coordinador Luis Díaz-Cacho, argumento en su intervención  que  el objetivo de “Palabras al campo” es reivindicar la presencia de las personas en el medio rural, así como el mantenimiento de la población. El libro “tiene la intención de balancearnos en la memoria, de sumergirnos en los recuerdos, de abrazarnos con la tierra que amamos y en la que (muchos de nosotros) vivimos y permanecemos; dijo entre otras muchas palabras sobre el libro. 

 

Como viene siendo habitual en cada una de las ediciones, también en ésta estuvieron presentes los alfareros y ceramista llamados  “Poetas del barro” María de Gracia arias y Ángel Leal  del Alfar Arias y del Centro  Alfarero La Estación de Puertollano. Son ellos los que generosamente donan una pieza de cerámica para cada uno de los poetas participantes creada exclusivamente para cada año.

En el encuentro poético leyeron  los poetas Luis Díaz-Cacho, Luis Romero de Ávila, Natividad Cepeda, María del Carmen Matute, María José Redondo, Nieves Fernández, Pilar Serrano, Presentación Pérez, Teresa Sánchez, Alfredo Jesús Sánchez, Charo Bernal, Elisabeth Porrero, Eloísa Pardo, Eugenio Arce, Eusebio Loro, Juan José Guardia y Juana Pinés.

 Alfredo Jesús Sánchez, Charo Bernal, Elisabeth Porrero, Eloísa Pardo, Eugenio Arce, Eusebio Loro, Juan José Guardia, Juana Pinés, Luis Díaz-Cacho, Luis Romero de Ávila, María del Carmen Matute, María José Redondo, Natividad Cepeda, Nieves Fernández, Pilar Serrano, Presentación Pérez y Teresa Sánchez. Faltaron los poetas incluidos en la edición del libro por cuestiones personales Antonia Cortés, Cristina Díaz, Isabel Villalta, María del Carmen Romero de Ávila Torrijos y María Antonia García de León y Álvarez.


Palabras al campo es un libro monográfico donde para su realización han participado veintidós poetas de la provincia de Ciudad Real. La noche escuchó la música del quinteto CRquintet, grupo musical de Calzada de Calatrava.

Por encima de la música y la poesía cruzaban cigüeñas raudas en su vuelo ignorando al antiguo patio del convento franciscano perdido por aquella desamortización del progresistas Juan Álvarez Mendizabal de los bienes del clero y de los ayuntamientos en favor de una agricultura más avanzada, quedando al expolio  un importantísimo patrimonio, que fue en numerosos casos, saqueado y perdido, tanto en bienes materiales de edificios como en obras de arte incalculables. Cruzaban golondrinas y vencejos, pequeños jilgueros y gorriones y palomas y aves de rapiña camino de los cercanos montes calatravos donde dormitan los volcanes de  hace millones de años por encima de todos nosotros…Y pensaba mirando al cielo, mientras escuchaba a mis compañeros poetas en la magia de aquel entorno milenario de gran belleza y a la vez, tan olvidado y alejado de los núcleos de riqueza y poder actual…

Palabras al campo es una seria de poemas  que están guardados en las páginas del libro pero si los precios de los productos agrarios no suben nada podrá frenar la huida de sus gentes  hacia otros lugares donde vivir y prosperar sea posible. Soñamos los poetas y los que se lanzan a publicaciones románticas en favor de la auténtica voz de los poetas: poetas de aldeas y pueblos que en solitario crean lo que sus almas sienten.

Al final del acto se nos entregó, uno a uno, un precioso búcaro de cerámica de las manos de María Gracia Arias  y su marido Ángel Leal, tan generosamente como los versos de los poetas que se arremolinan entre las páginas del libro esperando lectores que valores lo que se escribió. Ser un miembro del Grupo de Poesía Oretania es un gozo y regalo de este tiempo que nos ha tocado vivir.

 

Natividad Cepeda