domingo, 20 de agosto de 2023

Campo de Criptana Patrimonio Inmemorial de Siglos

 

A la Villa de Campo de Criptana hay que llegar  con pasión porque vivir sin pasión es no sentir los aconteceres de la vida en plenitud. Y en ese contexto se encuentran los llamados Patrimonios inmateriales. Aquellos que no son tangibles pero si nos conmueven y apasionan y por todo ello hay que protegerlos.  Pisar la sierra criptanense por primera vez es una experiencia única porque nos sentimos sublimes y algo en lo más profundo de nuestro ser intuimos que en esa elevación sucedieron misterios insondables, tan profundos que nos quedamos en silencio como si ese lugar nos detuviera y atrapara sin poder evitarlo. No estamos preparados para vivir ese impacto emocional a causa del ruido que nos rodea y aturde para escuchar  el eje invisible de la tierra. Y se olvida; olvidamos, que la tierra se mueve constantemente. Como se olvida la magnitud   y fuerza que emana de las piedras, su grandeza  y su sonido.

Quedarse a ver caer el sol por el horizonte en su ocaso, en la sierra de Campo de Criptana, es  sentir  en sus cambios de color el poder del planeta en nuestro mismo corazón. Y es entonces cuando el misterio nos cerca en su silencio de siglos, de milenios y millones  de años los que hicieron elevarse gracias al magma volcánico, rocas incandescentes del interior y que al asentarse nació la sierra.  Abertura materna de Gea o Madre Tierra. Aquella  diosa  mitológica de los griegos. Los nuestros, de ellos somos los nacidos en  Occidente.

Gea, olvidamos su nombre y nos olvidamos  de ella, diosa femenina, de ella  nacieron los dioses y nosotros, hombres y mujeres pobladores de la tierra.   Y es  en el silencio cuando sentimos la búsqueda que llevamos dentro en lo alto  de los montes: de nuestra sierra milenaria, alzada al cielo, sin cobijo alguno, para  que hasta ella llegue la música de las esferas celestes. Después vinieron los molinos, pero antes de los molinos esta villa ya era tierra de gigantes. Tiempo y profecía,  esa extraña secuencia de creer  en lo que se necesita para compartir el presente con el pasado. Así es como seguimos el hilo conductor de la vida que nos lleva hasta nuestra dimensión  o relevancia. Y bajo este trazo de  sierra hallamos  un pueblo asentado en ella permanentemente.



Campo de criptas; silencio para los que se van en el recinto subterráneo de una cueva. Circulo de piedra para no olvidar a los nuestros. Y así han perdurado los pueblos desde antiguo. Cripta  para el culto divino, en lo más alto, la Señora  de estos campos, la que protege  y ampara, la que  bajo su amparo el pueblo se congrega; Nuestra Madre la Virgen milagrosa de Criptana. Creer  es ver, sin ver lo inaudito y maravilloso del alma. Aquello que sentimos y nos brota a pesar de no querer escucharlo. La tierra alzada  al cielo en su gigantesca  sierra desde donde se divisan los pueblos tendidos al sol de la llanura. Asomada en esa plataforma me he sentido pequeña, porque estaba en los brazos poderosos de un gigante. Piedra, matriz de lo que perdura, energía  que nos inunda por su conexión con Gea; Madre Tierra.

Y aquí estamos  bajo las aspas de molinos centenarios y sus conos de piedra admirados, amados, cantados en poemas, modelados en barro, pintados y esculpidos en hierro, como lo hicieron sus hijos Eloy Teno, Francisco Balbuema... Como lo hace su hijo  Miguel Balbuena. Y con ellos tantos otros, Isidro Antequera, Ángel Morales, José Díaz, José Manuel Cañas, Andrés Escribano, Valentín Arteaga, Raimundo Escribano, Carmen Manzaneque,, Ana Iris Simón… Patrimonio de esta villa alzada al sol manchego que la hace imperecedera en la música de Luis Cobos, en la maestría de Maribel Beltrán y las voces de su maravillosa Coral. Con María Zaragoza, María Manjavacas, Carlota Violero, Sara Montiel, Lola Madrid, a la que le debemos su pasión inmemorial de amor a sus molinos y a su gente, por encima de sus tristezas y de su edad…

Nombres admirados a los que hay que recordar, Manuel Angulo Sepulveda, Rafael Calonge, Manuel Angulo Lopez-Casero, Bernardo Gomez, Ángel Arteaga. Los Manzaneque, Purificación Ortiz… y el Caballero Hidalgo Enrique Alarcón, alma de cineasta y Profesor de la Escuela Oficial de Cine. Domingo Miras Nombres de hoy enlazados con los de ayer, Jose Antonio Diaz Hellín, José González Lara, José Aureliano de la Guía José Antonio Sánchez Manjavacas, Micaela de Peñaranda y Lima… Aquí están esta noche con nosotros. En ellos está el espíritu cervantino, Nicolás Ramos Pintado, Miguel Ángel Mellado Fernández, otro Hijo Predilecto  y Maestro de la Información apasionado por el periodismo y su tierra  y la poetisa Isabel de Perillán y Quirós

Quedan nombres, de mujeres y hombres de ayer y de hoy, ninguno anónimo, políticos, maestros, albañiles, modistas, tenderos, agricultores, bodegueros… Gracias a ellos  Campo de Criptana es tierra de gigantes  porque en sus hombros se sostiene este hermoso lugar manchego.  Gigante en su Historia de casas Nobles y escudos que vemos sin recordar a quien pertenecieron. Retratos  claves del hechizo de un lugar por donde todavía el encanto de sus calles se percibe sobre el fondo azul del cielo criptanense,  que es su patrimonio  inmemorial de siglos.



Necesito creer que por los caminos llega Miguel de cervantes con su universal personaje  Don Quijote de la Mancha a defendernos de tantas injusticias actuales. Nacimos para amar y lo olvidamos. Nacimos para sentir la lluvia en nuestra piel y se nos secan las lágrimas. Nacimos para  olvidar las heridas y nos empeñamos en que no cicatricen.  Cuantas veces me he sentido amada en estas calles, por sus gentes… Todas ellas regueros de luz en mi corazón. No busquéis criptanenses  la belleza y el amor fuera de vuestras paredes. Recordar  que en la sierra se tocan las estrellas, y el cielo  todavía es vuestro, para beber el misterio que os circunda y os hace diferentes y únicos en la estela del tiempo.

                                                                                 Natividad Cepeda

 Publicado:https://www.lanzadigital.com/opinion/campo-de-criptana-patrimonio-inmemorial-de-siglos/

https://www.miciudadreal.es/2023/08/10/campo-de-criptana-patrimonio-inmemorial-de-siglos/

https://www.cuadernosmanchegos.com/opinion/campo-de-criptana-patrimonio-inmemorial-de-siglos-952.html

https://www.elsemanaldelamancha.com/articulo/opinion/campo-criptana-patrimonio-inmemorial-siglos/20230811112139181652.html



martes, 15 de agosto de 2023

 ASUNCION DE MARIA EL NOMBRE DE MI MADRE                   




Surge la Creación con mi asombro al ver luz 

sobre las aguas. Las contemplo sintiendo 

que en su espejo este quince de agosto

en mitad del silencio se eleva la plenitud 

etérea del rostro de mi madre… 


Y me quedo callada y en mi misma entregada 

a la mujer que un día me llevo en su entrañas. 


Su recuerdo me traza la cruz sobre mi frente 

y como si la brisa fuera ella  desciende 

suavemente su voz orando con el mismo rosario 

de negro azabache que heredó de su madre. 


El agua de la laguna Blanca es espejo 

donde el cielo se mira en profundo silencio. 


Cuantos años celebrando la fiesta de mi Virgen, 

María en Asunta a los cielos; Asunción de María, 

el nombre de mi madre y  hermana, heredado 

de aquella bisabuela que conocí de niña. 


En las hondas del agua llegan voces amadas… 

Caudal de mi esperanza este quince de agosto

sagrado en mi memoria. Fundido en la génesis 

de una larga familia de mujeres guardesas 

de un legado de fe trasmitido a lo largo de siglos. 


Dolientes silenciosas, luchadoras tenaces…


El tiempo es tan corto que se escapa del cuerpo

como el agua ignorada de esta laguna Blanca 

camino de Ruidera. Mujeres de mi tierra 

aquellas que llevaron en sus manos la estirpe 

que hoy es mía. Las llevo fundidas en mi piel 

y en mi sangre cuando saludo al día 

                          rezando como ellas lo hicieron.


Me arrodillo y mojando mis manos en el agua

las bendigo en silencio. Al hacerlo un soplo 

de las profundas aguas humedece mi cara

y siento que todas ellas me bautizan de nuevo. 



Natividad Cepeda © 2020 Todos los derechos reservados


Mi bisabuela materna por parte de madre se llamaba Asunción Cepeda García: su hija pequeña se llamó Asunción Grueso Cepeda. La mayor de su hijo José se llamó Asunción. La tercera hija de su hija Florencia se llamó Asunción. La segunda hija de su hija Ricarda (mi abuela) se llamó Asunción (mi madre) Mi hermana segunda se llama María Asunción y cada una de las otras Asunciones tienen hijas con el nombre de Asunción. También lo llevan una hija de mi tía Pilar, hermana de mi madre y una hija de José María hijo de Asunción Grueso Cepeda. Cuatro generaciones  recuerdan con su nombre a la Matriarca de la familia y siguen llevando ese nombre algunas otras tataranietas . A las mujeres de esa familia; a la que pertenezco, se las conoce con el sobre nombre de "Las Niñas Bonitas"- Siendo compartido con orgullo por hombres y mujeres de la misma familia.  

Se da la circunstancia de que mi abuelo paterno, José Cepeda, era primo en cuarta generación  de mi bisabuela Asunción Cepeda por lo que el apellido Cepeda lo llevo por vía paterna y vía materna.  

Por todo ello este poema dedicado a mi madre también es recuerdo y reconocimiento a todas las mujeres de la misma familia a la que pertenezco. Por lo que cada 15 de agosto en la festividad de la Asunción de María Santísima a los cielos es día de felicitación para cada una de ellas y de oración por las que nos esperan en el cielo.



martes, 1 de agosto de 2023

Al abrigo de una torre cristiana se asentaron los primeros pobladores de Torre de Juan Abad

 

 


 

 


Iglesia parroquial de Nuestra Señora de los Olmos, Torre de Juan Abad

 

 

31 de julio de 2023Natividad Cepeda /

La Historia de los pueblos  es tan necesaria conocerla como el mismo yantar. Conocerla en todas esas andaduras que van desde la religión y la espiritualidad a sus dispares avatares por las que han pasado. Olvidar esa trayectoria humana es prescindir del latido permanente  de su existir. Porque todo es interesante, y saberlo, es  hurgar en las raíces en eso que llamamos tradiciones, al tiempo de recobrar las vernáculas leyendas contadas oralmente generación tras generación.

En mi temprana infancia escuché a mi abuelo materno, Juan José Serrano y Córdoba, relatar el robo al señor de la Torre de Juan Abad. Contaba, pausadamente, como el oro fue cargado en mulas y jumentos asegurando que de aquél robo muchas familias de pueblos distintos se habían enriquecido. Lo escuchaba embelesada imaginando la casa señorial asaltada y viendo el miedo de sus habitantes reflejado en sus ojos. Aquella torre lejana debería ser una gran fortaleza por donde damas y caballeros, escuderos y doncellas irían recorriendo estancias y caballerizas viviendo gestas guerreras incontables.

El lugar de la Torre de Juan Abad era emocionante y cargado de misterio alimentado por lo excepcional de la leyenda y lo lejos que se encontraba de mi pueblo, Tomelloso. Después aquél pueblo soñado se fue diluyendo  restando importancia en mis años juveniles. El mito desapareció hasta que llegó a mi parroquia un sacerdote que dijo ser de la Torre de Juan Abad, don Leopoldo Lozano Rivas. Y con él llegaron  su hermana Pepa, y su padre, que se hizo amigo de mi abuelo  materno y juntos los veía paseando y asistiendo a misa. Años después vino su hermano Tomás, sacerdote también, que venía algo delicado por haber estado en Cali, allá en Colombia. La familia Lozano Rivas  fue desde su llegada una familia amiga, querida y respetada.

Olvidé aquellas leyendas porque las personas de aquella  población residentes en mi pueblo eran mucho más interesantes e importantes que lo que había escuchado en mi infancia. En otras ocasiones conocí a Juliana y a José María, dos hermanos más de la misma familia y con ellos a algunos de sus hijos. Nos invitaban a ir a “la Torre”, como ellos la llamaban, pero el viaje no se hizo hasta un fatídico día en el que se nos comunicó el fallecimiento de José María Lozano Rivas. Fue la primera vez que cargada de tristeza pasé a la imponente iglesia de  Nuestra Señora de los Olmos para rezar y despedir al amigo. Desde entonces la Torre de Juan Abad tuvo alma propia porque ese lugar me había dado a mis amigos.

Escribe Inocente Hervás y Buendía en su Diccionario Histórico, Geográfico, Biográfico y Bibliográfico, lo siguiente: “¿A quién debió  su nombre? Difícil es el conocerlo y peligroso el conjurarlo. Su justicia decía en 1575, que tomó su nombre de un  alcaide de la fortaleza, que se decía  Juan Abad; pero falta el probar, el que existiera  en algún tiempo tal alcaide, y este cargo en la Orden de Santiago; más próximo a la verdad es, que alguno de sus caballeros llamado Juan Abad consiguiera de la Orden esta torre,  para de ella hacer una puebla, pues ya dejamos dicho y probado por Actas Capitulares y Cartas de los Reyes de Castilla,  que este fué el sistema, que planteó la Orden al hacer suyo el Campo de Montiel y merced al que consiguió en brevísimo plazo su repoblación.”

Y de nuevo la Historia me volvió a ese ancestro antiguo por el que venimos, quizás ignorando el largo equipaje de los lugares y de las gentes que dieron lugar a ellos. Es por esta razón que cuando he vuelto a caminar por las calles y plazas de la Torre de Juan Abad, he sentido en mi interior el carácter milenario alojado en ella. Porque los mitos no abandonan los lugares y permanecen en sus símbolos, ocultados, para protegerse de tanta ignorancia alojada en nuestras mentes.

Y he aquí que según describe Inocente Hervás y Buendía, dice: “Tiene este pueblo buena iglesia parroquial clasificada de segundo ascenso. Media legua al O. la capáz y  bien trazada  ermita de Ntra. Sra. de la Vega, monasterio antes de frailes, según manifiesta su justicia  en 1575 y cuyo retablo fue obra del celebrado poeta D. Jorge Manrique.” Historia y fe a la Señora de la fértil vega que los vecino desbrozaron e hicieron fértil campo, para así pagar diezmos y deudas a poderosos e ilustres caballeros con bolsas de ducados, y vasallos que vendían o cambiaban… Se extinguieron fortalezas y  Mesas Maestrales; quedaron sé los vecinos recopilando pliegos y leyendas. De todo eso acontecido sabe  e investiga, José María Lozano Cabezuelo, conocedor y relator de obra y vida de Don Francisco de Quevedo y Villegas: y de esos míticos lugares donde mora la Patrona de Torre de Juan Abad, María Santísima de la Vega. Y porque nadie puede ocultar lo sagrado y misterioso quedan entre sus piedras el sigilo de los pasos de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón: los templarios. El temple y la custodia de los caminos de peregrinos, a la vez que investigadores de lugares santos, esotéricos. Esos sitios naturales asequibles solamente a los iniciados. A todo aquél que percibe y siente lo que las piedras guardan.

Quedan en Torre de Juan Abad, los vasallos. Perduramos y vamos y venimos por estos Campos de Montiel y de La Mancha castellana, vecinos que abrimos las puertas de nuestras moradas sin escudos nobiliarios; si con puertas de corazón abierto de par en par a los que hasta aquí llegan. Gracias a los amigos que se fueron, y a los que conocí a través de ellos, vine a esta noble y hermosa Villa de Torre de Juan Abad.

 

 

 

https://www.lanzadigital.com/opinion/al-abrigo-de-una-torre-cristiana-se-asentaron-los-primeros-pobladores-de-torre-de-juan-abad/

 

 https://www.miciudadreal.es/2023/07/31/al-abrigo-de-una-torre-cristiana-se-asentaron-los-primeros-pobladores-de-torre-de-juan-abad/