martes, 21 de diciembre de 2021

Navidad en diciembre y la sombra profunda de los ausentes

 

          



Es diciembre y las fechas de la Navidad es la sonrisa del invierno. Pero también es la crucifixión del frío para los sin techo, los vagabundos, los sin rostro, aunque pasemos a su lado en las aceras de las grandes ciudades y piden, sin voz, unos, y con lastimero sonido otros esa limosna callejera que les remedie la miseria en la que viven. Ahora las luces de colores mostrando figuras encantadoras y bellísimas en las principales calles y plazas de la mayoría de los pueblos nos dejan la sensación de una tribu feliz que admira embelesada las guirnaldas eléctricas que nos dicen que es tiempo de alegría. Pero falta amor y calor para combatir el frío y calmar el hambre de millones de personas. Las luces eléctricas tan costosas e  inútiles no dan calor ni cobijo.

Estamos en diciembre y en las tiendas se venden abetos de plástico, verdes unos y blancos de falsa nieve, bolas brillantes, espumillones de oro y plata,  campalillas, gorros rojos, estrellas, belenes, camellos, ovejas, portales de corcho con su niño chiquito desnudo y echado en paja ficticia nacido en Belén, al que en un belén de España, unos valientes ateos agnósticos  le han cortado su cabeza de barro y  un brazo…También en mi pueblo les han cortado las cabezas a los tres Reyes Magos… Las figuras instaladas  en la Plaza de España de tamaño natural amanecieron decapitadas: de ese triste vandálico suceso se lamentaron la alcaldesa y el concejal de festejos. Se han restaurado, y de nuevo los tres Reyes Magos pueden verse jumo al portal del Belén, delante del ayuntamiento. Me pregunto ¿por qué asusta la fe de los que creemos en la Navidad?  ¿Tanto molestamos a eruditos ateos y agnósticos  los creyentes en Jesús de Nazaret? Soportamos esa constante agresión de vandalismo en las iglesias, además del insulto, robos, burlas de todo tipo y callamos, para evitar el deterioro de la convivencia siendo testigos de que con otras religiones  no se atreven, quizá por temor…

La estrella situada en lo alto de los abetos de colores significa la luz que guía a los sabios orientales hasta el niño nacido en un portalito de Belén. Es la luz que anuncia la Buena Nueva de la Nochebuena, es el amor en favor de la humanidad. Por eso en el silencio de la Nochebuena, cuando ese silencio es real, en el fondo del alma resuenan las palabras de aquella santa noche. Leyenda, para unos, redención para otros, amor para todos el mensaje del ángel a los pastores narrado en los evangelios cristianos… 


 

   "Había en la misma comarca unos pastores, que dormían al raso y vigilaban por turno durante la noche su rebaño. Se les presentó el Ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió en su luz; y se llenaron de temor .El ángel les dijo: «No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor; y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.» Y de pronto se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo:" "«Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» Y sucedió que cuando los ángeles, dejándoles, se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos lo que ha sucedido y el Señor nos ha manifestado.» Y fueron a toda prisa, y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre."  "Lucas, 2"

Nacer y recibir a un ser humano en el seno del amor de la familia. Trasmitir la vida y continuar con ese sagrado legado ayudando a quienes se atreven a trasmitirla. Respeto por toda vida. Amor sin egoísmo. Amor a los ancianos y a los nacidos, ambos indefensos. Así somos al nacer y al envejecer. No puede haber paz sin dignidad universal cuando se olvidan los derechos humanos. Tampoco cuando se nos olvida preguntarnos por nuestra existencia finita que desde los orígenes mismos del conocimiento nos hemos preguntado y por la infinitud de Dios en todas las religiones conocidas. Y erramos al querer explicar lo que desconocemos. Buscamos en la Navidad la acogida de Dios para descansar de nuestras fatigas y fracasos en su infinita misericordia. Lo buscamos sin saberlo. Y no lo encontramos en lo que es artificial, exento de amor, por muchas luces  que en nuestras ciudades y pueblos nos iluminen la noche tapando la grandiosidad de las estrellas del firmamento. 

Y en la Nochebuena, en su misterio profundo, la sombra de los ausentes amados se mitiga mirando al cielo, volviendo a resonar en el alma el deseo de paz en la tierra y gloria en el cielo para los que nos dejaron y para tantos de nuestros hijos que en otros países, por cuestiones laborables, no se sentaran a nuestra mesa. Nochebuena en la aldea global, sea Dios con nosotros.


 

 

 

                                                                                             Natividad Cepeda

 

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martes, 7 de diciembre de 2021

Recuerdos del ocho de diciembre la Inmaculada Concepción de María

    



No puedo guardar un cachito de tiempo. No puedo y hay fechas que me hacen regresar al sentimiento del amor como si aún en mí se despertaran parcelas de aquella infancia lejana donde mi humanidad era humana.

No puedo mostrar en mis brazos cansados la ternura de acunar a mis hijas. No puedo porque peregrinaron a buscar sus caminos y aun así las siento en rededor y en mis entrañas.

No puedo besar el rostro de mi padre ni el de mi madre. No puedo porque aunque ardientemente los añoro sé que habitan las estancias celestes del amor

del Señor, mi Dios, que ellos me enseñaron a amar. 

No puedo rezar con mis manos de niña porque dejé de serlo. No puedo porque las tengo  ajadas por los años vividos e incluso debo purificarlas para seguir orando por esas otras veces que las pude manchar.

Si puedo encontrar las tarjetas escritas a mamá cada ocho de diciembre con el cuadro del pintor español Bartolomé Esteban Murillo de la Inmaculada Concepción que se pude admirar en el Museo del Prado de Madrid, donde creyentes y ateos, de se detienen  para contemplar la excelsa belleza de María Santísima que el pintor creo.

Si puedo recordar aquellos años donde en esa fecha se celebraba el Día de la Madre y los niños y niñas recorríamos las papelerías e imprentas en busca de tarjetas para felicitar, no solo a las madres, también a las Conchitas y Concepciones, alguna Inmaculada, y con letra desigual escribíamos con la inocencia de la infancia nuestro amor sin tapujos a las que llevaban ese nombre.

Si puedo leer lo que mis hijas me escribían en fechas diferentes, siempre el primer domingo de mayo, celebrando el Día de la Madre, porque la fiesta religiosa de la Inmaculada Virgen María, la ocupó la publicidad engañosa disfrazada de amor, incitando a comprar regalos y más regalos como si sólo eso fuera lo importante.

 

 Si puedo recordar que en éste día del ocho de diciembre, suavemente, posé mis manos en los ojos de una mujer, devota y amando el dogma de la Inmaculada Concepción de María proclamada  el día 8 de diciembre de 1854 por el papa Pío IX, donde se afirma que fue preservada inmune de toda mancha de pecado, revelado por Dios, y en el que ella, creía firmemente cuando la tarde declinaba, su alma se fue para encontrarla. Y,  a solas, con ella, sentí que algo especial pasaba cerrándole sus ojos con mis manos, precisamente en ese día, en el que  ella, a lo largo de su vida había creído y pregonado en la, sin mancha de pecado alguno de su Virgen. Sí, fue un ocho de diciembre cuando la madre de mi esposo y abuela de mis hijas fue al encuentro de la Purísima Concepción de María.

No puedo, ni quiero olvidar que la fe es un don y misterio en la vida y ante la muerte que nos marcan las fechas y el adiós a los nuestros mientras esperamos la misericordia de brindar con Dios eternamente. 

Somos seres llenos de sentimientos en busca constante de amor por todas las etapas de la vida. Y traemos legados en cada latido de la sangre desde el momento unánime que fuimos engendrados.

A veces reflexiono con la sinceridad de que me sé brizna de viento. Y no quiero ser indiferente al amor, ni tampoco al dolor de mis iguales.  Y no ignoro que ando a ciegas muchas veces, que me caigo y derrumbo, como tantos…  y es entonces cuando la herencia recibida me alza de la tierra y desde lo más hondo de mi alma,  mi fe es la antorcha que alumbra mi camino.

Es cierto que no puedo guardar cachitos de tiempo que se disuelven como lluvia en los ríos. Pero también es cierto que hay fechas que el corazón reclama, esplendidas de dicha, y al recordarlas, me devuelven la paz como esta fecha del 8 de diciembre donde tengo una hija con su nombre y es el mayor regalo de mi vida.

 

 

 

                                                                                               Natividad Cepeda

 

 

 

 

viernes, 26 de noviembre de 2021

Noviembre recordatorio de asesinatos de mujeres y niños en tiempos de paz y en tiempos de guerra


 

 

 26 de noviembre conmemoración del Día Internacional contra la Violencia de Genero. Una fecha más que se debería eliminar de los calendarios del mundo porque ya, no fuera necesario ese recordatorio de fecha, para recordar las miles de mujeres que son asesinadas y ultrajadas en la globalidad de los paises y estados del planeta tierra. Nuestra casa. Soy mujer y poeta y alzo mi voz por cada una de las mujeres que son anuladas por el hecho de nacer mujer. Y sin la mujer y el hombre la vida humana es intrasferible. Por esa causa los dos son igualmente necesarios para el equilibrio de la especie.


 

Expiación del perfil del árbol

con sus ramas desnudas

dejando  el suelo poblado

de sus hojas.

 

Hojas,  joyas del otoño

en el espejo del invierno

en reposo y calma.

 

Manto  abandonado  al pasar

junto a ellas escucho  gemir

en soledad la desnudez del árbol.

 

He pisado  hojas amarillas

pensando en  voces  apagadas

de mujeres y niños inocentes.

 

El sonido de las hojas muertas

balbucean nombres propios

de victimas marcadas de olvido.

 

Siento frío por tantas palabras

dichas,  inservibles, muertas,

igual a mujeres caídas  como  hojas 

de otoño recordadas en noviembre.

 

Y seguimos  hablando.

 Hablan  bocas llenas de vida,

Callan las bocas silenciadas…

 

Noviembre tiene piel de flores

y  lágrimas  para enjugar  dolor

y sentirnos cual árboles desnudos.

 

Desnudez o miseria humana

de tanto humanicidio repetido.

Toda yo soy cruz clavada  en desamparo.

 

 

 Natividad Cepeda

 

 

 

 

 


 

¿Podríamos pasar a tocar las ocas?

No, no se puede pasar al corral, dice el padre a dos niños.

Podrías pasar tú y coger una, mira aquella que nos mira.

No, puedo coger ninguna porque no son nuestras.

Cómprala, por favor, cómprala. 

No, no las venden. Y no son ocas son patos.

Una niña de mirada brillante alarga su mano por entre los agujeros de la alambrada intentando llegar hasta el plumaje blanco del ave. Durante unos minutos se mueve su mano en un intento inútil de llegar a tocar aquellas blancas plumas. Con la otra agarrada fuertemente apoya su cabeza y mira asombrada el pequeño corral donde lo patos van y vienen ignorándola. A su lado el pequeño hermano mira a su hermana y de ella a los patos sin decir nada.  La pequeña de apenas cuatro años extiende su cuerpo inconscientemente  para acercarse más y más a los patos que la ignoran.  La niña sueña con entrar al corral y jugar con las ocas.   Ajena a todo lo demás  se quisiera escapar del padre que a su espalda espera con sonrisa  paciente. El aire mueve suavemente los árboles  crecidos junto a la humedad el río. El pequeño cansado se retira y el padre cogiendo la mano del niño  alarga la otra para retirar a la niña y marcharse.

Espera, suplica la pequeña sin dejar de mirar a los patos.

Papá ¿cuándo sea verano las ocas las dejaran ir al río?

Es posible, dice el padre.

¿Vendremos y me bañaré con ellas?

No. Es peligroso.

No me quieres. A Dora exploradora la dejan ir sola por el camino y no le pasa nada.

El padre sonríe y cogiéndola de la mano se aleja con los niños.

La niña vuelta su cabeza protesta y con un mohín la escucho decir ¿entonces lo de la tele es mentira…?

El aire parece reír al filtrarse entre las ramas de los árboles y el correr sereno del río en noviembre.  Todavía se escucha a la niña decirle al padre, con su voz cantarina, que se olvidó de ponerse la mascarilla… Pasan volando pájaros y algunas tortolillas. Sujeto en un árbol hay un cartel donde se dice que por aquí hay ardillas. El ruido del motor del coche se escucha alejándose.  Es otoño y en pequeñas dosis los niños de hoy perciben qué, lo que ven en las pantallas de móviles, ordenadores y maquinitas no es igual que lo que viven cuando llegan al campo. Algo se les rompe adentro.  No todo es verdad.

Sola, miro lo que me rodea y siento que ese lugar pequeño y sin lujos todavía es un trozo de paraíso. Pienso que también a mí me engañan porque no todo es verdad lo que se me dice y promete en mis corrales urbanos.

 

Natividad Cepeda