miércoles, 27 de enero de 2021

Blas Camacho Zancada y sus pasos de fe desde sus raíces cristianas.

Cuacuadernos Manchegos


 

Natividad Cepeda | Tomelloso | Sociedad | 27-01-2021

Blas Camacho Zancada y sus pasos de fe desde sus raíces cristianas.

Hay personas que dejan un marcado sentido personal en todos aquellos que les conocen y ese ha sido  el paso por la vida de Blas Camacho Zancada.  Ha pasado y ha ido dejando su rastro en diferentes grupos sociales por su singular personalidad desde todas las puertas que ha traspasado a lo largo de su vida.

Hoy ha llegado a ese camino trascendental  de elevarse por encima de la materia para alcanzar la luz en la que él creía: su fe en Jesucristo y en la Iglesia católica. Su esperanza estaba en Dios naciendo hacia su interior desde el conocimiento del poder  como abogado, político y gestor de múltiples empresas sin olvidar ser esposo y padre de una gran familia. Ha sido un fiel ciudadano de España a la vez que un demócrata convencido desde los puestos públicos donde la ha representado. Seguir su trayectoria es fácil de señalar y que durante estos días publicarán los medios de comunicación sin omitir detalle alguno.

Pienso que cada uno nacemos para labrar nuestro propio campo y en esa andadura Tomelloso le  moldeó el carácter a Blas Camacho, con la misma resistencia de esta tierra  dura, llana y alta, que mira al cielo sin límite alguno para comprobar la pequeñez humana y la grandiosidad de Dios en su universo. Vivir es un continuo forzar la realidad de cada día sobre todo cuando conocemos nuestra finitud y en ese manar de los años percibimos que hay algo más que lo que tocamos y vemos; algo que vive en nosotros y es una costra única que no hace buscar la redención por encima de todo lo acaparado materialmente.

Ese ha sido el Blas Camacho que yo he conocido al buscar las huellas de un pobre muchacho de Tomelloso que encontró a Dios en mitad de una guerra. Nos unió la pasión por dar a conocer la figura bondadosa de Ismael de Tomelloso, y en ese desconocido destino nos encontramos, él con su equipaje de leyes, yo con mi equipaje de versos. Al grupo que empezamos en la Asociación para  la beatificación y canonización de Ismael de Tomelloso nos arrastró su fe en ese chico de bella sonrisa al que ninguno de nosotros conocimos.  Ningún otro ha tenido más fe que él, en Ismael. Nos hizo indagar, ir y acudir a las juntas directivas durante años, incansable en su afán determinativo por elevarlo a lo más alto. Siervo de Dios es hoy reconocido Ismael de Tomelloso por la Iglesia, y sin Blas Camacho, no hubiera sido posible alcanzarlo.

Dios no es cómodo para sentirlo a diario porque siempre nos exige más y nos va forjando a golpe de oración y renuncia, También de ver que muchos son llamados y muchos se marchan cuando descubren que en esa labor no hay focos ni aplausos, solo fe y esperanza en buscar la verdad. El Presidente de la asociación invitó a muchos conocidos a formar parte de la asociación y casi todos se marcharon quedándose con los que sin ruido ni fatuos predicamentos creíamos en lo mismo que él: Y escribió la nueva biografía de Ismael Molinero Novillo, removió obispos y seglares hasta llegar con su credo de fe al Vaticano.

A Blas Camacho Zancada nunca le tiraron atrás las dificultades, tampoco en esta Asociación sin ánimo de lucro donde puso empeño, trabajo y fortuna. Jamás las dificultades lo alejaron de la fe profunda en la bondad del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, jamás. Ahora cuando la muerte nos  aleja de él y a través del teléfono no escucharé su voz resuena en mi interior muchos de nuestros diálogos. Y en ese descampado de la muerte lo veo acrecentado a través del tiempo que inexorable olvida éxitos, homenajes y honores  humanos de los que somos tan olvidadizos. Porque soy consciente de que  Blas Camacho Zancada, nombrado a destiempo, Hijo Predilecto de Tomelloso, será recordado junto al nombre del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, por encima de otros títulos.

Mañana será enterrado en la  cripta de la Catedral de la Almudena, lejos de su pueblo al que tanto ha querido. Pero su nombre  perdurará gracias a su fe en Dios por encima de los que hoy lo lloramos. No hay distancia querido y entrañable Blas, para los que estuvimos contigo, a tu lado, en esta maravillosa aventura de mostrar al mundo la bondad de un desconocido chico, muerto en soledad, lejos de los suyos y al que la fe de nuestros mayores trajo a su pueblo.

Reclino mi pena junto a la cruz de Cristo y las lágrimas, escuchadas y compartidas, con tu esposa y compañera,  Mari Cruz González para comprender que al igual que dejó escrito el Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, tú eres de Dios y para Dios has ido, absorbido en tu credo de buen cristiano. La plenitud es Dios y tú lo descubriste recorriendo el camino de la vida. Ha caído el silencio  sobre tu bien hilado discurso de hombre culto y, derramado sobre  este enero que te despide, están las oraciones de muchos que te respetan, admiran y quieren en el misterio de que todo pasa y Dios queda. Cuando mañana llegue la primavera  y en los cipreses que dan sombra a la cruz de Ismael en el cementerio, vuelen los gorriones y los jilgueros de uno en otro, yo sé que tú estarás en ellos y en la luz del cielo azul del  Tomelloso  del que nunca te marchaste.

 

Natividad Cepeda

 

 

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martes, 26 de enero de 2021

Estelas de hambre

 


Es difícil e imposible comprender que a diario despidamos a vecinos, amigos y desconocidos escuchando doblar las campanas con su triste tañer al despedirlos  cuando el féretro se anuncia que está a punto de llegar al templo para su funeral. Camino de la iglesia siento que me tiemblan las piernas  y regreso al recuerdo por quién doblan ñas campanas en este año fatídico de 2020 y en el que ha empezado con la misma continuidad.

 En las tiendas de alimentación, en los intercambios de saludos al preguntarnos por la salud, se baja la voz y se dice que no importamos a nadie… nos estamos muriendo en un atroz abandono, casi un genocidio “civilizado” dicen los más atrevidos. La gente comparte la opinión y con una mirada de tristeza y miedo se despiden no vaya a ser que por cambiar unas cuantas palabras nos contagiemos.

En los canales de televisión cuando aparecen gobernantes y afines la gente, casi todos me dicen, que cambian de canal, porque no pueden soportar la sarta de mentiras que exponen. Hay en el ambiente malestar y desconfianza tanta que apenas si se cambia el saludo y se alejan para ocultar que han perdido el trabajo y ocultan sus lágrimas con esa dignidad de quienes nunca, antes de ahora han dependido de la caridad. Pero la gente, las familias ya muchas de ellas no pueden pagar el recibo de la luz, sobre todo con las subidas de las tarifas y el gélido frío de días pasados.

Las tiendas todas ellas aparecen vacías; no hay clientes que compren y se esperan para cerrar los establecimientos hasta las nueve de la noche por si  alguien pasa y se vende alguna cosa. Las calles aparecen desiertas de coches y de gente. Resuenan en las aceras los pasos solitarios de algunos viandantes y el aire pareciera que pesara más que en otros días y así un día y otro y, pidiendo a dios nos ayude y se nos vaya esta maldita pandemia.

 

La economía está caída y el panorama que se presenta para la pronta primavera es devastador porque no vemos el futuro bien,  lo vemos tan mal que la esperanza es un saco roto al que hay que recuperar para vencer la bajada de defensas y hacer frente común al virus de la pandemia. Contamos los muertos y nos tragamos las lágrimas en silencio. Es lo que tenemos sin paños calientes ni ayudas para comenzar. Los ahorros, quienes los tuvieran se van menguando y los abuelos, aquellos abuelos que salieron al frente del descalabro económico del año 2008 muchas familias los han perdido y los únicos que han ganado con su muerte son las arcas del  estado que se ahorra pagar mensualmente a los jubilados.

Lo bueno es que la nieve caída ha logrado con el deshilo  hacer correr  por los ríos resecos manchegos  el agua hasta llenar los pantanos. Se han helado muchos olivares con la aceituna en  sus ramas y la cosecha es por ese motivo pequeña y canija.  Los impuestos los han subido y el campo y los pueblos se mueres quedándose vacíos… En fin que la juerga es toda esa contemplar la belleza del agua que ha recobrado los cauces secos de los ríos y los pantanos se van llenando hasta rebosar. No hay mucho más salvo que la vacuna es un toro de miura al que se trata de evitar  por la gran desconfianza que esta en la población.

Es lo que hay estelas de hambre y vergüenza de tener que ir a comer porque de no hacerlo  las tripas sonaran a huecas y eso es lo último que hay que hacer.  ir a ver pantanos t ríos, fuentes y naturaleza es adonde podemos ir porque lo demás es triste y lo pero de lo peor es perder la ilusión de seguir apostando por la vida incluso cuando hay que pedir la limosna de un palto de comida.

 

Natividad Cepeda

 

jueves, 14 de enero de 2021

Desolación por la amiga perdida: Doctora Ana Figueras Juárez

 


En éste enero primero de dos mil veintiuno sigue agazapada la pandemia del COVD-19 sumando caracolas de llanto con su rastro de muertes. Tengo la tristeza  prendida en los pliegues del alma como un mástil roto en mitad de la nada. El teléfono sonó estridente en plena madrugada, -apenas los relojes  de casa marcaban algo más de las siete- y con la voz rota sosteniendo las lágrimas, mi hija ha llamado diciendo que ha leído en la prensa la muerte de la doctora Ana Figueras: el frío de la calle se ha filtrado en mis huesos y adentro me ha nacido un grito inútil. En mitad de la mañana helada la memoria me ha traído la sonrisa de Ana, su mirada alegre y su amistad sin distancias.

He vuelto a sentir esa embestida trágica  de perder lo que amamos exactamente igual que la primera vez que perdí un ser querido. Y allí adentro  me resistía a creerlo. Un nombre más del médico que cuida y atiende a los pacientes de aldeas y pueblos. Los que vestidos de bata blanca y mascarillas han pedido y piden, a la población que seamos responsables porque ellos también mueren trabajando.

Ana Figueras Juárez, médico de familia en Malagón; un nombre más que el viento del olvido barrerá igual que a esos otros médicos y enfermeras, farmacéuticos y conductores de ambulancias, limpiadoras y limpiadores de centro de salud y hospitales que han dejado su vida atendiendo pacientes. Ha ido amaneciendo pintando de grosella los jirones del cielo el sol en las alturas, y yo, en esas horas del 14 de enero, he sentido romperme como cientos de otros que lloran por sus muertos.

La pandemia se extiende y las cifras de enfermos se acumulan, y no importa que se resten vidas en la estadística conveniente del censo del gobierno porque después de un año duro, mucho más duro y frío que  la nieve caída, la gente apenas si se cree, que la muerte prosigue erosionando la mañana y la tarde con su velo de duelo.  Los despojos del Covid  no acallan la ignorancia de los que no cumplen con las normas de proteger la vida: la vida de ellos y la nuestra. Los médicos se cansan, y si los perdemos ¿quién cuidará las vidas de los que acudimos a ellos?

 La mañana del catorce de enero ha sido un sonar de teléfonos preguntando por  Ana, con esa incertidumbre de no admitir su marcha. He perdido a una amiga y además la persona a la que acudía cuando el dolor llegaba a mi casa. En el andén de enero han vuelto a confinarnos cerrándonos las puertas de viajar, tan siquiera a velar nuestros muertos. Nos hemos amputado el consuelo de hasta despedirlos. Ahora, como nunca antes, yo repito los versos de Gustavo Adolfo Bécquer: Cerraron sus ojos el sol se había puesto. Perdido en las sombras yo pensé un momento: ¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos! Silencio, hace tiempo que nos escudamos en ser unos necios al jugar con eso, con la vida misma sin temer perderla.

Mañana, de esta mujer que curaba enfermos, su nombre y su bata blanca se irán olvidando… Dicen que faltan contratos en la Sanidad Pública… Dicen, e incluso aseguran algunos, que trabaja poco el personal sanitario. De que poco valen agrias peroratas cuando se les niega el respeto debido y no tenemos médicos cuando los necesitamos…

Vuela querida Ana, hacia el infinito donde la morenita Virgen de la Cabeza, en la que tú creías, como Madre de misericordia, te habrá dejado en tus manos sanadoras la fruta del madroño de la sierra, y el niño Jesús, con su bola del mundo, te mostrará no solo la belleza de tu Sierra Morena y la hileras de olivos erguidos que tu amabas, raíz de tu heredad  de Cazalilla  entre  susurros de la campiña  de Jaén. Has alzado el vuelo y contigo te llevas brindis del vino nuestro que tantas veces compartimos, que hiciste tuyo, con tu gracejo andaluz  y tu bella sonrisa. Vuela querida amiga y vislumbra el amor inmenso de Dios a pesar de que por tu ausencia, derramamos lágrimas.

 

 

                                                           Natividad Cepeda

 

 

La doctora Ana Figueras Juárez  es el séptimo médico de la provincia de Ciudad Real que falleció el 13 de enero  a causa del COVD-19 en el Hospital General de Ciudad Real  a los 58 años. Era médico de familia del centro de salud de Malagón.

 

lunes, 11 de enero de 2021

José López Martínez y su último libro “Este mundo comienza a no ser mío”


José López Martínez: nacido en Tomelloso, provincia de Ciudad Real, en la llanura manchega de España. Es un escritor, poeta, periodista y crítico literario, residente en Madrid desde hace más de medio siglo, aunque él lleva a Tomelloso en su corazón. 

Es secretario General de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y columnista de prensa en diferentes periódicos españoles y extranjero. Como conferenciante ha ocupado las tribunas más prestigiosas de América, Asia y Europa, representando a España. Es autor de más de veinte  libros y veinte mil artículos dispersos por la prensa española e hispanoamericana. Con premios ganados  de periodismo, poesía y narrativa. Pertenece a varias instituciones culturales y académicas de España y del extranjero, como la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística a la que pertenecen escritores del prestigio de Mario Vargas Llosa. También a la Academia Belgo-española de la Historia, la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo entre otras instituciones. Es Profesor “Honoris Causa” del Real Colegio Universitario de San Lucas, en Alemania, una de las instituciones académicas más antiguas y prestigiosas de Europa.

Entre los premios el Nacional de Periodismo, el Premio Rabindranath Tagore. Tiene Premio de tres Huchas de Plata y otros muchos premios. Algunas de sus obras; Cuenca en la ruta de Don Quijote, En carne viva, Fiestas al filo del agua, La geografía literaria del Quijote, Castillos de España, Memoria de nuestros clásicos,  por citar algunas de sus publicaciones


 “Este mundo comienza a no ser mío
” es el último libro de poemas de José López Martínez, publicado por la editorial Vitrubio, en la colección Baños del Carmen.

Interesante libro de poemas muy elaborado, y creo poder afirmar escrito a conciencia por el autor. Consta de 64 páginas divididas en tres partes. Al leerlo he comprobado que en él no hay nada absurdo, entre los poemas, incluidos dos que hablan de septiembre, donde muestra un poema con dos terminaciones diferentes, junto con esos retazos de la vejez y la afirmación rotunda de que los recuerdos son nuestra auténtica  vida. Pensamiento íntimo de un clásico autor de nuestra literatura actual en todos los poemas del libro.

Personalmente hace años que comprendí, en mi intento continuo de aprendizaje, que los libros, al margen de la relevancia del escritor  conseguida a lo largo de su vida en foros literarios, tertulias, premios conseguidos y publicaciones en revistas diversas, que atesora José López Martínez,  lo que queda realmente es su obra literaria en todos y cada uno de sus libros. A ellos acedemos los lectores y sólo en ellos volvemos a recuperar al autor  y al bagaje  de su obra.

Éste nuevo libro de José López Martínez es un espacio testamental que  ha permitido dejarnos ver a los lectores su confesión poética desde el aposento de las hojas del libro. Ese ha sido su propósito en el espejo de los versos  y claramente en el poema “Luces y sombras de la vida”, al decir: “La esperanza y la desesperanza/ habitan en nuestro cerebro/ adueñándose de nuestra voluntad” No es un libro fácil de leer, es un principio y un fin de la vida trascurrida de él mismo, y de muchos de los que ha conocido en persona y también  en infinidad de libros leídos por él mismo. Por eso viven y retornan por las páginas del libro Chantal Sebiré, García Lorca y Luis Rosales, Martín Luth King,  y hasta el escritorio y la soledad del que escribe y, que en éste libro, es  José López Martínez. No falta Rilke ni Jorge Manrique; es un libro escrito por un escritor que conoce y escribe sobre otros muchos poetas, así lo reconoce el prologuista  en su acertado y hermoso prólogo, Juan Van-Halen, que termina con dos sonetos dedicados al poeta escritor y al amigo, que lo es desde hace años, José López Martínez y Juan Van-Halen.

El libro se cierra con un poema dedicado a Julia, su esposa y compañera de toda una vida, sin dedicatoria alguna, así de esa forma, su Julia, es universal porque le pertenece al Hombre, y es a su vez, figura literaria del poeta y creador, y  también a todo el que lea el poema que es también de cada lector.

Agradezco a José López Martínez  por tenerme en cuenta entre las muchas personas que conoce, y ha conocido a lo largo de su vida, y por enviarme cada uno de tus libros dedicados, es un regalo maravilloso que sin duda legare a mis hijas  porque el conocimiento, la cultura y autores como él, es el río por donde navegar en la vida.

 

                                                      Natividad Cepeda