Enero ha dejado la marcha de algunos nombres al exterior de las estrellas dispersados sus nombres entre los que escribimos poemas. Han muerto Guadalupe Grande Aguirre y Juan José Alcolea Jiménez y en las pequeñas crónicas de los portales de Internet se derraman quejas de corazones doloridos por ellos.
Enero en España tiene noche de Reyes Magos cargados de ilusiones y camellos con regalos para pequeños y mayores es por eso que las tiendas de juguetes faltan de aquello que han pedido nuestros niños y en las instituciones solidarias como Cáritas, se han recopilado juguetes para esos niños que necesitan seguir creyendo en la magia de la noche de reyes: Cruz roja y en correos se compra desde hace tiempo un bolígrafo para comprar juguetes a los niños y aunque parece que el dinero fluye entre las manos, éste año de pandemia y desempleo las compras de regalos ha bajado porque lo primordial es comer y calentarse cuando la crueldad del presente no se puede tapar ni con la fantasía de los Reyes Magos de Oriente.
Hace un par de días volví a recorrer una aldea abandonada desde hace décadas. Sentí esa imperiosa necesidad de recorrer sus ruinas y contemplar aquello que carece de vida humana. Se sostiene algunas altas chimeneas de las antiguas fábricas de alcoholes y las tinajas de mil o dos mil arrobas de vino yacen por todas partes abandonadas sin techumbre, algunas y otras entre cascotes y árboles de ramas desnudas tiritando en estos días de hielos de enero.
A veces quisiera ser un ángel para restañar tanta soledad entre las derruidas paredes de esa aldea abandonada y también para secr el llanto de los que lloran al muerte de los otros. Miro la vida con esa lejanía que tiene esta aldea perdida y olvidada…sopla el viento haciendo tiritar a los conejos que la pueblan y a mí, a pesar de ir abrigada en mitad de esta armonía sin voces donde escucho a mi corazón latir en el silencio que ayer fue habitado.
Natividad Cepeda
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