lunes, 24 de octubre de 2016

Esperpentos de lujo y egoísmo

Se asoma la luna ignorando la opresión de los que miran sin ver el sufrimiento en la fábula de la vida. Se asoma por encima del vacío de la eterna lucha de la supervivencia, por encima de ríos secos, esquilmados por riegos exhaustivos que convierten la tierra en broza y erial.
Se asoma por encima de ramas de árboles enfermos con su ritual de ruinas, de satélite muerto a la que alabamos y ponderamos en su belleza fría, tan yerma como las cuencas vacías de los muertos de hambre, de los caídos en esas guerras universales y eternas como la misma luna. 
Por entre sus sombras se escoden campos y hombres, muertes y vidas de mujeres derramando llanto  y preguntas universales, por qué, yo, por ser mujer he de ser violada, vendida, vejada, secuestrada y maltratada en tantos encuentros que la luna ve y conoce. Y esa pregunta se queda muda como la luna cuando la miro y nada me responde.
Donde yo habito nos falta vida; estamos llenos de ceguera acercándonos a un final de etapa.  Entre el agua donde se mira la luna, en ese charco sucio  hay vientres vacíos de mujeres bellas, de hombres sin escribir en el libro de sus vidas, la regeneración de las generaciones. Fríos y distantes del calor de la vida, mirándose en los espejos de los charcos del narcisismo ególatra y egoísta en sus jardín de lujo, de acaparar juguetes de vanidad y soberbia donde no hay cabida para engendrar la vida.
La luna, vieja y caduca nos mira y al mirarla nos engañamos admirando su  fulgor. Fulgor ajeno, donado por el sol. en esa engañosa presencia hemos cantado su belleza igual que mi gente, los que piensan que primero hay que vivir, disfrutar sin concebir hijos ni responsabilidades. Envejece España.
Los viejos no valen, nada más que para sacarles sus ahorros, su esfuerzo de trabajo y tesón.  Se prima el aborto y no se prima tener hijos.
Pobre sociedad caduca mirándose en lunas de espejos similares al espejo de la madrastra del cuento de Blancanieves; espejito, espejito quien es quien vive mejor, yo. Y  España se muere.
Nos gobiernan gentes sin cerebro, sin corazón y sin inteligencia; aves de rapiña pensando en sacar impuestos a los que crean riqueza, trabajo, futuro.  Pasajeros que dejan rastros de miseria con sus titulaciones universitarias y sus catálogos de impresentables en conferencias rimbombantes sin que la vida se mejore en este cuarto último de siglo a caballo entre el que terminó y ha empezado.
Nos morimos de egoísmo y avaricia sin otros valores que el vicio y el desorden por doquier. Pobres generaciones abocadas al exterminio; lloraremos, llorarán por esos hijos no queridos cuando solo seamos, sean viejos esperpentos fríos y solos como la luna en el cielo.

                                                       Natividad Cepeda  

Arte digital: N Cepeda

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