miércoles, 29 de julio de 2015

Los olvidados de riquezas no venden exclusivas

                               
 No se ha meditado lo suficiente sobre la mala retribución de la riqueza. Sobre los niños que nacen de la miseria. Sobre los lamentos que no escuchamos los ricos de la tierra. No hay inquietud ante la vista de esos cuerpos demacrados. De esas miradas silenciosas que las cámaras gravan en sus objetivos y que cuando nosotros las vemos es casi seguro que ya no tienen vida. Los humanos tenemos unos resortes de inmunidad tan elevada que el horror de la tragedia lo miramos de igual forma que las secuencias de una película. Apenas si en los círculos veraniegos de las noches estivales es tema el de África.
El sufrimiento de esos miles de personas no nos compete.
Nuestros dramas cuentan, los otros dramas quedan lejos. Ahora no tanto cuando por la calle nos cruzamos con hombres y mujeres negros. Hombres en un número elevado, solos. Peligrosamente unidos en pandillas al ir a aparcar el coche en la playa o en las estaciones…  La crisis nos ha enfrentado al renuncio obligado de vacaciones y a caprichos innecesarios, pero los que aún se lo permiten temen, sí, temen a estas pandillas de guarda-coches extraoficiales porque en ocasiones no son amables.
La abundancia crea unos problemas y la miseria otros. La sinrazón de la abundancia vacuna contra los jinetes del apocalipsis que cabalgan sobre la desventura de los pueblos, en unos seres que no han cometido unos pecados que ser  pobres negros y explotados por unos y otros.
la abundancia es un monstruo inmisericorde que engulle desde el egoísmo, toda acción 
humanitaria.
Todos ellos los muertos y enfermos, heridos y hambrientos no venden exclusivos, no llenan estadios de fútbol, ni son aclamados después de una vuelta ciclista. No tienen vida sufi­ciente para sufrir depresiones. Y si las sufren no nos interesa. Por si todo esto no es suficiente, tampoco tienen camas en las dependencias de los hospitales. No saben lo que significa la palabra crisis, porque la muerte los atrapa y todo lo demás sobra.
Cuando me preguntan de qué escribo y les digo que de la sequía o de lo que veo y vivo, la gente, mi gente de la que yo formo parte se ríen y me preguntan, ¿pero eso le interesa a alguien?, ¿tú crees que interesa leerlo? Posiblemente no sea un tema del verano, o quizá yo me sienta culpable y los demás, no.
No siempre la razón actúa para hacer razonar a los gobernantes. Y para desgracia nuestra  en el barco de la tierra viajamos todos.
Miramos el mar a solas y nos parece inmenso y bello. No es tan hermoso cuando desde una barca o patera se tiran al mar cuerpos sin vida. Y yo me pregunto, y muchos otros también,  quien parará esta colonización europea? Me lo pregunto sobre todo porque en demasiados pueblos de Europa la llegada masiva de emigrantes es demasiado para ellos, y para los que llegaron con el sueño de Europa en sus ojos. El presente es opaco y hasta cruel, más, el futuro es un enigma difícil de resolver.



                                                                                                 Natividad Cepeda




Arte digital: N. Cepeda




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