lunes, 27 de julio de 2015

La voz de los almendros

 Dulcinea, mito y leyenda convocada
para encontrar la dicha. Torre de amor
incendiada  de luz. La que cantan los niños.
La que derrama infinita  paz sobre su aldea.
Hermoso jardín de un hombre en su otoño.
Por tu amor se hizo vagabundo.
Ausente de su origen, con su triste sonrisa,
confesó sin rubor amarte,
y se hizo peregrino del Toboso siglo a siglo.
Dulcinea,  te llamó;princesa de agua y miel.
Surtidor de esperanza,
cielo y santuario del ideal soñado que silba
rauda por esta geografía cual primitiva música.
Te busca el caballero,
temblándole los huesos al soñarte.
Te convoca con su frágil figura
de misterio para besarte, cuando el horizonte
se corona de rojo y prorrumpe como un destello
de amapolas fugaces  por tu casa y tu pueblo:
Cabalga bordeando paredes y veredas
con el ansia prendida  en Rocinante
a buscar de tus labios,el amor arraigado que no cesa.
Llovizna por la Mancha,  moja al Hidalgo
que a galope construye un sueño en el paisaje.
Piedra filosofal
y mar de amor es don Quijote,
silencio virgen que aroma a los amantes, cósmico 
y azul cabalgando entre pozos, viñas y sembrados
en busca del Toboso eternamente.
Y Dulcinea en éxtasis lo espera. Rumorosa lo llama:
Ven  amor, ven hasta mi aldea, besa mis manos
y mis ojos,  mi boca de lumbre y toda mi envoltura…
Ven, repiten los almendros en un rito de amor no concluido.


                                                                                                     Natividad Cepeda



Poema del libro "Dulcinea, flor de ocho pétalos" presentado  en  El Toboso 27/04/2015

Arte digital: N. Cepeda

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