lunes, 6 de julio de 2015

Un poema escrito para un cuadro de El Greco

POETAS DE CASTILLA-LA MANCHA ESCRIBEN SOBRE EL GRECO
 El greco retratado por los poetas de Castilla-La Mancha

 La lectura  de poemas  fue el miércoles, 9 de abril a las 18,00 h de 2014 en la Biblioteca de Castilla-La Mancha de Toledo. El director de la Biblioteca nos invitó a participar…

Ahora, con motivo del IV Centenario de la muerte del Greco, sin duda uno de los acontecimientos culturales más relevantes de nuestro país en 2014, la Biblioteca de Castilla-La Mancha desea impulsar nuevos textos, nuevas visiones, nuevos poemas acerca de El Greco…

Sois los poetas los que movéis los pueblos y quienes tenéis la palabra. Por ello, esta humilde iniciativa de la Biblioteca pretende rogaros vuestra colaboración en este IV  Centenario de la muerte de El Greco utilizando vuestro preciado don de la palabra, vuestros versos, vuestras emociones.  
                                                                                              Juan Sánchez 
                                                                       director de la Biblioteca de Toledo

Coordino el Acto Alfonso González Calero del departamento de Actividades Culturales de la Biblioteca.

De aquél encuentro se tomó una fotografía mirando al infinito del mundo de El Greco los poetas asistentes. Queda esa fotografía de un fugaz encuentro y unos poemas verdaderamente emocionados de todos los poetas que acudimos con nuestra poesía a esa cita singular, recordando al genial pintor  nacido en  Candía de la isla de Creta, y muerto en la ciudad del Tajo por excelencia que es Toledo.
Doménikos Theotokópoulos  salió de su isla a los 26 años, después estuvo unos 10 años por Italia, Venecia, Roma… Llego a Madrid, según dicen, y allá por el 1577 llegó a Toledo. No regresó a ver el mar, su mar y su isla se quedaron lejos para siempre.  Como tantos otros artistas no fue suficiente valorado en vida y casi desconocido hasta hace poco más de un siglo.
No hay duda sobre su gran espiritualidad  presente en su pintura. Y no sólo porque tenía que pintar lo que le encargaban para iglesias y conventos si no, por su única manera de idealizar y plasmar el arte. Se ha escrito que sus figuras son irreales, etéreas  casi de otras esferas y mundos alejados de lo real: se escribe estudiando su evolución, que hoy nos hace admirarlo y detenernos ante cualquiera de sus cuadros, tratando los críticos de arte,  sacar a la luz para los neófitos la esencia del artista. Lo verdaderamente singular es que hoy cuando nos paramos delante de uno de sus cuadros algo en las entrañas se nos revuelve,  tratamos de imaginarnos como era el hombre que pudo pintar las personas y la vida de aquél momento de esa forma y color; miramos y en silencio intentamos viajar a su alma para atisbar algo de su genialidad. No podemos evitar quedar atrapados en su mundo interior reflejado en toda su pintura.   
No era fácil elegir uno de sus cuadros para ponerle música de palabras. No lo fue para mí. Recordé la Sagrada Familia con Santa Ana. Recordé cuando yo amamanté a mis hijas, y también cuando mis hijas han amamantado a sus hijos… los niños, todos ellos son un milagro vivo. Un misterio. Y escribí sobre esa escena familiar.



(1)El lienzo  de La Sagrada Familia y Santa Ana  de El Greco fue donado por Teresa de Aguilera Esta Sagrada Familia con Santa Ana de El Greco pertenece al Hospital Tavera al menos desde 1631, primer inventario en el que aparece citada como donación de Teresa de Aguilera, viuda de Alonso Capoche. Obra de extraordinaria calidad artística, realizada, según la mayoría de los historiadores, hacia 1595, es una composición devocional que gozó de bastante popularidad en la España de la Contrareforma, por lo que se conservan muchas variantes. La peculiaridad de ésta en concreto deriva de que un dibujo subyacente del rostro de la Virgen, visible únicamente a través de una radiografía, nos muestra el método de trabajo de El Greco que busca el ideal de belleza en sucesivas aproximaciones a partir de un modelo real. De hecho este rostro de la Virgen María es considerado por la crítica como una de las más bellos representaciones femeninas pintadas por el candiota.

Un año dedicado a, Doménikos Theotokópoulos,  El Greco, no es suficiente para descubrirlo en su inmensidad artística. El pasado 2014 ha servido para hacernos ver que  los críticos de arte  se equivocan cuando juzgan a los artistas. Se equivocaron con El Greco, y hoy se equivocarán con otros  muchos  cuando desprestigian  a unos y ensalzan a otros. El  tiempo, ese dueño y señor que prevalece por encima de los mortales es el que pone a cada cual donde le pertenece.




Contemplado  La Sagrada Familia con Santa  Ana del Greco

Es tan bella la madre que amamanta que los ojos 
no regresan de contemplar su rostro. Ella,  es  salmo 
sereno de dulzura y de paz. Todo es luz en María.
Perfección de blancura  el pecho que amamanta
al niño desnudo  que  descansa sobre  el halda
materna.  Encarnado el vestido  de la Virgen,  anuncia
su ascendencia solar y celestial.  Y amarillo,  como flor
de retama  de  los campos manchegos, es  el lienzo
que cubre el cuerpo de su hijo.  Un niño desvestido
 rodeado de amor.  Desnudez de la carne  mortal.

Y  Doménikos,  imagina,  los niños de su infancia.
Las madres frente al mar dando el pecho a sus hijos,
la fuerza  germinal de la leche, y los desnudos clásicos
de las islas de Grecia. ¿Quién puede no extasiarse
ante tanta belleza? Una  bella muchacha,  delicada
y gentil,  sostiene en su regazo el amor de su vida.
Doménikos  no duda, que la madre de Dios
ha de  ser  la más bella: deleite  notable en su grandeza.  
No de otra manera sería su vientre el altar de  su Dios. 

Y dibuja el ovalo perfecto, la nariz aguileña,
y las cejas dos puentes  armónicos para  la mirada
 limpia  del río de los ojos.  Su virginal mirada,
amanecer,  que rompe  tinieblas y pesares. 
Las colinas suaves y sonrosadas de los labios
 oran sosteniendo a su niño. Y caben todavía,
debajo  del velo, las hebras  de cabellos dorados.
Un jardín de belleza es el rostro enmarcado. 
El pintor extranjero imagina  una  Biblia creada
con pinceles.  El Tajo es su Jordán.  Toledo es Nazaret.

El ama esa ciudad.  El niño descansa su  mano,
en la mano perfecta de la madre, delicada y cuidada
de dama principal.  Las manos, todas ellas, acarician
al niño: lo protegen como si imaginaran lo que ha de llegar
a suceder.  Santa Ana cubierta  su cabeza  medita
silenciosamente.  Genealogía  y epilogo
de lo que ya está, hecho.  ¿Qué más puede esperar? 
Cristal  de sembradura  la figura paterna.
Ni purpura ni armiño lleva sobre los hombros.
San José es ternura a la orilla del cielo.

Llueve sobre Toledo, Doménikos  se duerme.
Llegaron las cigüeñas sobre  torres de iglesias.
Es abril y en el huerto cantan los gorriones.
En el cristal del río,  El Greco,  es una sombra
de interminable luz del color de la aurora.


                                                                              Natividad Cepeda   

                 
Escrito este poema en Tomelloso: leído en Toledo el 9 de abril de 2014

(1)   Fundación Casa Ducal Medinaceli




1 comentario:

  1. Sospecho que hay muchas formas de comunión entre el Doménikos aquel y la Natividad esta. Especialmente, la comunión en la belleza.
    Abrazos, siempre

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