domingo, 13 de diciembre de 2015

Paz y una estrella para los niños en Navidad

 Miro la mansedumbre de los ribazos tiritando junto al granado,
mientras  la noche se sacude la escarcha sin titubeos.
Sueño que voltean las campanas  y suenan las risas mientras
la flauta  desgrana  sus canciones junto a la lluvia dulcemente.
Cierro los ojos y vuelvo al zaguán  donde se apiñan leños 
y paja para el  pesebre. Suenan zambombas.
Llega  el eco del aire helado  cuando envuelve a los pinos
y a  las sabinas  con su manto invisible. Huye el silencio
 entre la frágil  capa de los almendros. Siento que tengo racimos
de colores  en el agua de las fuentes. Muy quedo, allá en la altura,
brilla la noche  albergando  luceros en los aleros.
Y en el atrio del templo, se desmorona un arpegio de luces
y de sonidos. Siento  que entre  esas paredes  habita
un  misterio de auroras por donde regresan los pacientes pastores,
y el turronero, calle arriba, cantando un villancico aparecerá,
con sus almendras garrapiñadas y sus confites de mazapán.
Vuelvo  a mirarme en el río de los recuerdos. Regreso a ellos 
bajo la luz  serena de diciembre. Y empiezo a llenar vasijas
 con  vino y agua, con  miel y arrope y pan de higo.
Enciendo luminarias de cera virgen;  luz y silencio en mi Belén
y  recupero  a Dios naciendo unánime  entre rebanadas 
de amor callado. De los que me trazaron  su fe en mi vida. 
De ellos traigo desde la cuna, nidal de estrellas.  Los que se fueron 
a ser mi guía de nochebuena  cada diciembre. Ellos regresan 
junto a los peces  del río y lavanderas   de barro, mueven la noria
de corcho que no da vueltas;  dan de comer  a las gallinas,
a las piaras de cerdos y a los patitos en esos   lagos de los espejos.
Lagos de sueños hay  en esas casas desvencijadas  de mis recuerdos.
Los que se fueron, son los que antaño  pusieron alas a mis preguntas,
espumillones  a mis anhelos  y una estrella  de amor eterno en Navidad.
 Son los que exigen que los camellos lleguen a casa con los regalos
para mis niños. Los que bendicen cada sonrisa, los que me ayudan a caminar…
Voy recordado todos sus gestos mientras los nombro,  padres, abuelos, 
los que dejaron sol  en mis ojos,  luz en mis manos cuando acaricio
a mis rebaños de pelo negro, de pelo blanco, de pelo rubio y ojos
de cielo. Son las figuras de mis belenes, los que me ayudan a ser mejor. 
Los que me dicen que el Niño Dios, nace de nuevo.  Y como un árbol
yo languidezco cuando contemplo  a tantos  niños sin una estrella.
 Paz en la tierra, pido a diario:
                                             Paz y una estrella para los niños sin Navidad.


                                                                                                      Natividad  Cepeda


Poema Finalista Certamen Navidad   Alas de Alanís  diciembre de 2015
Arte digital:  N. Cepeda


No hay comentarios:

Publicar un comentario