viernes, 18 de diciembre de 2015

Navidad: paz y amor en el solsticio de inviern

                    
Nos inundan los mensajes de todos los colores ideologías y voces que predican sus máximas para hacerse un sitio en el magma del ruido de nuestra sociedad embrutecida. Intento no dejarme atrapar por el osado timo de la manipulación más exacerbada y burda que jamás, antes de ahora, tuvo tanto escaparate y altavoces para hacerse escuchar desde tribunas de oradores de ideologías diversas. Y se me quedan taponados los oídos de inmundicia echada al ruedo de la imaginación, puesta al servicio de todos los estúpidos que se creen los eslóganes publicitarios de políticos y millonarios comerciantes que carecen de escrúpulos, para sorber la energía del alma y del cuerpo de los villanos que pululan por todos los rincones de redes sociales, en busca de éxito y lisonjas de desconocidos y cercanos amigos, que con palabras huecas y fatuas, suelen decirse los unos a los otros, los maravillosos y guapos que son al mirarse mutuamente en esos espejos mucho más frívolos y crueles, que aquél de la malvada madrastra del cuento de Blancanieves. 
Y entre tanta basura de estercolero refinado descubro que algunos villanos son descubiertos a pesar de su escudo protector. Escudos de diplomáticos y cargos públicos desde donde se hacen negocios de guante blanco y empresa negra, con Dios, y sin él. Mercaderes del vicio y el dinero, presuntuosos y astutos recubiertos los unos, de creyentes, y los otros de ética atea, pero hacedores de negocios aquí y allá sin importarles a ninguno de ellos, los que viven con escaso dinero y apenas cubren sus necesidades diarias. Poderoso caballero es don dinero, dijo el poeta, y fue perseguido y alejado de la corte, igual que hoy.
La Navidad se nos anuncia con guirnaldas de espumillones y haces de luces, con felicitaciones y con la llegada de muchos de nuestros seres amados dispersos por la emigración en puntos alejados del hogar familiar. Nos llaman al corazón pidiéndonos caridad, para los que son perseguidos por su fe o por su ideología, por la guerra y por el hambre. Nos golpean los mensajes, y escuchamos música navideña que quiere devolvernos con sus notas a un mundo fraterno y hermanado. Y nos indican que regalando y comprando perfumes y regalos seremos felices y bellos como ninfas y efebos para hacer competencia a los modelos que se nos muestran desde el cielo orquestado del consumismo y la idolatría del dinero y el poder. 
Y también es Navidad para los que acuden a las consultas de psicólogos y siquiatras, de echadora de cartas y lecturas de vaticinios para el futuro, y para los que luchan desde los hospitales por su vida a pesar del dolor y el desánimo. Sí, para todos ellos también llega la navidad. Y para los otros, los que se empeñan en decir que no es Navidad, y sí  hay que celebrar el solsticio de invierno, porque así son diferentes y ultra aséptico en todo lo referente a religión, claro, siempre que la religión sea cristiana, que es a la que hay que atacar. Y para esos también es Navidad porque la celebran escudándose en lo del solsticio de invierno, haciendo lo mismo que hacemos los demás.
Navidad es mucho en el camino humano. Navidad fue la que declaró que no había esclavos y hombres libres, porque todos, absolutamente todos, éramos iguales ante ese Dios nacido por amor. Navidad fue la que denunció que la idolatría era perderse en la nada del Ser. Navidad es la que llamó a la hermandad y la fraternidad desde la sencillez del nacimiento de la vida. Porque eso es la Navidad un canto a la vida. Una defensa de los débiles y una alianza con la fe de lo que puede suceder a pesar de los imperios y las ambiciones de los que se creen que están por encima de todos los demás.
Para los limpios de corazón y buena voluntad nace cada año la Navidad. Y el milagro se repite a pesar de tanta crueldad de los grandes de la tierra para con los débiles y pequeños desperdigados por el mundo. Para todos los que soportan la injusticia bajo colores y banderas diferentes, para los que a pesar de tanta desigualdad siguen soñando en un Dios de amor y justicia, y de vez en cuando nos llegan noticias de que algunos de esos “poderosos y astutos “señores de finanzas y escarceos poderosos” son desenmascarados, y los demás, los que no subimos peldaños de poder y fortuna, pensamos que debe de existir Dios, cuando torres tan altas caen al menos un poquito.
Nos faltan milagros y sueños porque nos falta vida. Hemos convertido la Navidad en una Navidad de cartón y candiles eléctricos. Nos estamos conformando con las migajas del poderoso, y la vida que representa el niño de Belén no existe a nuestro alrededor. Somos una legión de máscaras envejecidas, maquilladas para auto engañarnos en busca de la eterna juventud y todos, jóvenes y viejos, nos lo hemos creído. Intentamos esquivar responsabilidades y no celebramos la Navidad porque no nos nacen niños en nuestras familias. 
Porque la familia requiere amor autentico y no el escarceo y el placer banal. Hemos aprendido a disculpar lo feo y grosero que nos inunda, nos decimos que cada uno es libre de hacer lo que quiera, y en esa degradación no hay vida. Y sin vida nueva, sin niños nacidos por amor, al amparo de una familia que los ame y proteja, no puede existir la Navidad. Yo quiero creer que aún es tiempo de recoger los pedazos de todos nosotros y volver a sentir en nuestra vida la venida de la Navidad, que es hacer un hueco para que llegue la vida; para que un niño nazca por amor, y por ese amor cantemos villancicos, nosotros, los villanos de los pueblos. Todos a los que los poderosos de hoy nos incitan a apoyarlos dándoles el diezmo del voto. Sí, porque sin ese diezmo político ellos no son nada.
Bendito sea el vientre de las madres que dijeron sí a la vida. Bendito sea el amor del padre que engendró al hijo y lo tuvo en sus brazos hasta a que se hizo mayor; benditos sean porque gracias a ellos sigue existiendo la Navidad.


                                                                                                          Natividad Cepeda

Arte digital: N. Cepeda

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