martes, 2 de mayo de 2017

Centenario de una vida ejemplar y actual: Siervo de Dios Ismael de Tomelloso

      
Irrumpe Dios en el alma de Ismael con la fuerza de la primavera.  Se siente pequeño entre todos. Su vida fue un ejemplo de amor y de caridad hacia los demás. En silencio oraba por la paz entre los hermanos. Y en silencio formó parte del mundo dolorido de los enfermos, de los presos y abandonados en campos de concentración. De los parados sin trabajo. 
Necesidades que remedia en su  albergue de amor fraterno. Sirvió a todos sin aditivos ni falsos ropajes. Regalaba su tiempo y su vida cuidando a los ancianos  del Hospital-Asilo de Tomelloso con la sonrisa en su joven rostro. Curaba con su música y canciones las heridas de la vejez que dejan tristeza en el alma de los abandonados. Amor, por encima de sus propias necesidades.
En medio de la fratricida guerra de 1936, regala sus zapatos al compañero que  ve con unas alpargatas rotas: con esas alpargatas calza sus pies helados: veinte grados bajo cero. Corazón, el del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso, sin puertas ni cerrojos para el amor sin fronteras. Abandono de sí mismo confiando plenamente en Dios. Humildad exenta de soberbia hasta exclamar…“Como no sé hablar y tengo poca inteligencia, no sé decirle a nadie cosas buenas y de religión; por eso quiero dar ejemplo de vida”.
Cien años hace que nació en Tomelloso un primero de mayo de 1917, murió en Zaragoza un cinco de mayo de 1938 como prisionero de guerra en la cama de un hospital. Fue reclutado como miles de jóvenes y tiró el fusil en medio de la batalla cruenta de Teruel y se puso a rezar pidiendo a Dios la paz.
En nuestra sociedad matizada hasta la exageración de falsas apariencias y consignas sin futuro viene bien revisar de vez en cuando testimonios edificantes como el del Siervo de Dios Ismael de Tomelloso. Sus valores son actuales. Su espiritualidad es su fortaleza. Su fuerza, su fe en Dios. Su vida es un acontecer de amor universal. Su alegría es el amanecer de la juventud, y su silencio, abandonado de todos y sin pedir nada, es el rumor del amor universal que no cesa en el devenir de la vida.
Fue perseguido por unos y por otros; y amo a todos,  porque la paz la llevaba dentro de su alma al vislumbrar la existencia del amor de Dios sin partidos ni consignas que enfrentan y matan.
Ismael de Tomelloso no tuvo agentes que lo representaran como artista, cantaba, tocaba la guitarra, era actor aficionado representando obras de teatro, decorador, dependiente  de tienda de tejidos, organizados de cabalgatas de Navidad y reyes, y miembro de rondallas…
Cuando la guerra lo envuelve en su terror, él se niega a matar hermanos. Obedece y se viste con su uniforme de soldado. Calla, ante los que lo insultan por ser cristiano. Calla y comparte lo que tiene con quien él, piensa que lo necesita más que él. Y cuando cae prisionero  nada dice cuando lo interrogan: calla y en silencio sigue rezando por la paz de todos los hermanos que se mueren de hambre, frío, metralla y hacinamiento.
No se queja. Reza por la paz y escribe a los suyos diciendo que todos lo tratan bien. 
Y de pronto aquel muchacho llagado y esquelético, de mirada limpia y hermosos ojos regresa desde aquella España desangrada, iluminando el pasado y el presente  con su sonrisa amplia. Y los que lo conocieron se han ido, quedamos los hijos y los nietos y al mirarlo algo dentro del cuerpo llega hacia adentro y sentimos que Ismael, que ha perdido hasta sus apellidos,  nos insiste desde su silencio a recuperar tantos valores perdidos en nuestra sociedad donde los suicidios se suceden y el amor es un sentimiento de quita y pon basado en el placer si amor.
Tomelloso, Zaragoza, Madrid y Teruel donde hay delegaciones con su nombre, vuelven a su silencio, porque el silencio de Ismael fue y es, una prueba de amor en Dios y en las personas. Es un cristiano laico sin miedo por su fe. Sin fanatismo y sin crueldad. Es un modelo de joven adelantado a su tiempo por su versatilidad artística en mitad de una sociedad rural e inculta que destruye todo lo que toca, vidas y patrimonio: que amenaza a los suyos y los masacra sin pudor y sin conciencia. Es  y fue un niño que empieza a trabajar a temprana edad como los niños que en países pobres y no desarrollados son explotados. Ismael de Tomelloso es un eslabón de superación autodidacta que descubre la humanidad de los que lo rodean sin odio y sin venganza porque él, descubre que orando en el silencio del sagrario conecta con la música de las esferas del Creador.
Increíble y cierto. Para llegar a ese conocimiento no viajo a lugares lejanos en busca de un  gurú, escuchó el corazón de Dios desde los labios de su madre, de sus amigos y de un joven sacerdote que instruía a los jóvenes. No tuvo psicólogos, ni Internet, ni televisión, ni vacaciones, ni coche… descubrió a Dios y amó a los demás. Ese es su testimonio, esa es su vigencia por lo que celebramos su nacimiento. 

                                                                                   Natividad Cepeda

Arte digital: N cepeda

No hay comentarios:

Publicar un comentario