martes, 27 de septiembre de 2016

Elegía por el partido socialista

                                                         
Hoy nos despertamos en España con esa pesadilla de que a Pedro Sánchez le hicieron un vudú  en la estación de su vida y desde entonces subido en un tren fantasma lleno de mercancías caducadas  va buscando de una estación fantasma a otra  estación  cada vez más solitaria donde sólo él, y algunos más busca disolver una huida sin que se note demasiado los bultos fantasmales de sus muchos errores. Los españoles, muchos españoles venimos pensando que debería bajarse de ese tren para así enmendar esa ruta llena de fracasos por donde él, y sólo él ha conducido a un partido que le dio un poder qué quizá no merecía porque, como solemos decir los del pueblo llano y sufrido, porque no ha sudado la camiseta; o dicho a la pata la llana que le faltaba recorrido para saber que España es ante todo su responsabilidad y que para eso votamos los españoles en una democracia occidental y europea.  Pero no, él no repara en el completo desastre al que ha llevado a su partido, culpando de sus desaciertos y derrotas a otro partido y tan  seguro está de sus razonamiento  dictatorial y egocéntrico que no ve, que quien le resta votantes, es quien se frota las manos y sonríe con su túnica morada de falso penitente.
Aquí,  las cosas de seguir así, pudiera que salir a jugar una nueva partida con un nuevo voto de confianza a quien no le importa la muerte de un cisne herido probablemente llevará al Partido socialista de España a estrellarse en su propia cancha de juego porque nadie, absolutamente andie, se atreve a decirle al capitán que está ciego de rabia  y en su soberbia y mal entendido orgullo, no le importa que su partido se suicide. Porque cuando uno fracasa, lo inteligente y honrado es asumir ese fracaso sin culpar a otros de él, y en vez de eso este señor de fruncido gesto sigue, solemne, en su erudición de dientes amenazadores amenazando con destruir un partido que nada le debe, al contrario que él, que le debe toda su popularidad y poder porque sin el partido, él seguiría siendo un desconocido para los españoles que le votaron y que le retiraron su confianza por no querer subirse a l tren fantasma que le lleva a un precipicio sin otro destino que la de una muerte anunciada en la política actual.
Y  nosotros, todos los que formamos la gente a abatir, no ignoramos que la corrupción en el partido al que se opone, ha sido, y es cierta, pero tampoco miramos hacia otro lado para no ver  e ignorar, las otras corruptelas de su partido en diferentes autonomías y negocios por lo que los españoles si cree que somos ciegos y sordos  debe de quitarse sus propias antojeras para asumir que la pérdida de votantes no se van al centro derecha, se escurren por el coladero de una izquierda que como vemos, se raja  cuando ignorando su palabra dada para gobernar, los deja con las posaderas al aire, sin importarle   mínimo el honor y el decoro de los pactos firmados.   
Y hay que recordar a nuestros políticos que el feudalismo,  no lo queremos, ni el de ayer de los grandes señores opresores ni el de hoy el que nos ignora como personas, salvo para cuando nos piden pagar impuestos o poner o quitar con nuestro voto al señor feudal de turno.
Los pilares del partido socialista no deben diluirse en devaneos de ambiciosos sin miras para su continuidad, y a veces dar un paso al frente y formar un muro para que no avance la estupidez es mejor que dejar que en una lucha de poder se auto suicide. Es urgente, muy urgente recuperar la confianza de un electorado que en silencio ha dejado de ir a votar o se flagela dejando cubrir sus carnes de hematomas morados. Porque si en España llegamos sin odio y sin rencillas a tener una democracia fue porque el mismo Partido Socialista dialogó, con quienes tuvo que hacerlo. Lo que ahora está ocurriendo es una bofetada a nuestra democracia y a dejar que en Europa y en nuestro modelo occidental de entender los valores que nos sostienen se nos vallan por el desagüe de un fregadero donde no nos merecemos ir.

                                                                                               Natividad Cepeda

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